Los tecnócratas de los Planes del Desarrollo, por José Luis Orella

Dr. José Luis Orella

Boletín FNFF nº 139

La
aparición de los tecnócratas en la década de los sesenta, en España, fue un
periodo de fuerte crecimiento económico, que llegó a denominarse como el
“milagro español”. Los interrogantes sobre quienes eran aquellas personas, que
con gran conocimiento y profesionalidad, consiguieron enderezar la caótica
situación económica española y la reorientaron hacia un desarrollismo que
situaría al país como la octava potencia industrial del mundo, fueron
demandados con gran interés. La imagen de la España imperial que había dominado
los océanos durante los siglos XVI y XVII, y había mantenido su categoría de
potencia en el siglo XVIII, perdió su importancia en el convulso siglo XIX. La
España que proyectaba una imagen de atraso, hambre, pandereta y arcaicas
reivindicaciones sociales sin cumplir, se vería sustituida por otra moderna, en
la década de los sesenta, donde el país se codeará con sus equivalentes de
occidente, resurgidos con opulencia, de una difícil postguerra, en plena guerra
fría. Como diría Ramiro de Maeztu, la otra España era posible, la otra España
se hacía realidad.

El periodo del crecimiento

La
fecha de 1964 es la puesta de largo del régimen de Franco, al conmemorar “los 25
años de Paz”. La España aislada después del final de la Segunda Guerra Mundial,
y el régimen espartano de autarquía, son un recuerdo. En 1953 España ha firmado
un Convenio Militar con Estados Unidos y el Concordato con la Santa Sede y, dos
años más tarde, España ingresaba en la ONU. Tras un duro Plan de Estabilización
establecido por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), los
primeros técnicos llamados a formar parte del gobierno de 1957, iniciaban una
serie de medidas que tendrán como objetivo la liberalización de la economía, el
recorte del gasto público, abrir la economía española al comercio
internacional, y devaluar la moneda. La consecuencia fue, a partir de 1961, el
inicio desenfrenado del desarrollo económico español.

El
Banco Mundial y la OCDE aconsejaron a España que con una reserva de 1.000
millones de dólares podía pasar de la fase de Estabilización a la de Expansión.
España, desde 1962 hasta 1965 crecería a un ritmo de 8-9 % del PNB. El turismo
se fue transformando en la principal industria del país, traía divisas al país,
y convertía la costa mediterránea en el objetivo de las constructoras. En 1949,
España había tenido 1 millón de turistas; en 1960, se multiplicarían a 6
millones; y en 1970, serían 32 millones de turistas. Los ingresos en divisas
obtenidos por el turismo compensarían con creces la balanza de pagos. España
gastaba en importar bienes de equipo y modernizar con nueva tecnología la
incipiente industria. Incluso llegará a otorgar ayudas a otros países. En el
curso de 1964-65, más de 500 millones de pesetas se gastaron en becas a favor
de estudiantes hispanoamericanos y árabes para que estudiasen en las
universidades españolas. Estos estudiantes llegarán a ocupar más tarde puestos
de relieve político, militar y económico en sus respectivos países.

El
inicio del desarrollismo tendrá su comienzo en el nuevo gobierno de 1957. Las
novedades del cambio fueron la salida de Girón de Velasco, sustituido en
Trabajo por el también falangista Fermín Sanz Orrio. El general Jorge Vigón en
Obras Públicas, a cambio del conde Vallellano, ambos monárquicos. El general
Camilo Alonso Vega, dejó la dirección general de la Guardia Civil para ser el
titular de Gobernación, de donde se retiró Blas Pérez. El subsecretario de
Obras Públicas, Mariano Navarro Rubio ocupó la cartera de Hacienda. Un catalán,
Pedro Gual Villalbi, fue ministro sin cartera, pero presidente del Consejo de
Economía. En Comercio, la baja de Manuel Arburúa sería sustituida por Alberto
Ullastres. En Agricultura, estaría Cirilo Canovas. Finalmente, se sustituía a
todos los ministros militares, aunque el cambio principal fue el ascenso a
capitán general de Agustín Muñoz Grandes, que era el único junto a Francisco
Franco. En cuanto a la secretaría general del Movimiento, José Luis de Arrese
la dejaba para pasar a ocuparse de un ministerio de nueva creación, el de
Vivienda. José Solís Ruiz, encargado de la delegación nacional de sindicatos,
fue su sustituto. En Exteriores, Martín Artajo era relevado por Fernando María
Castiella, hombre también procedente del mundo asociativo católico, pero
excombatiente de la División Azul.

La
gran característica de este gobierno fue la importancia dada a las carteras de
Economía. La incorporación a la primera línea de la política activa de Alberto
Ullastres, Laureano López Rodó y Mariano Navarro, miembros entonces del
instituto secular del Opus Dei, creó el interés de saber si se incorporaba una
nueva familia al Movimiento. Pero esto no era así, entre los miembros del Opus
Dei no existía ningún contacto previo de coordinación política. Por el
contrario, entre Ullastres y Navarro Rubio surgieron bastantes discrepancias y
puntos de vista diferentes. Por otro lado, para Franco y Carrero Blanco, la
pertenencia al Opus Dei de algunos de sus colaboradores sirvió para asegurarles
que tenían una buena formación católica y un alto nivel de profesionalidad.
Estos nuevos miembros del gobierno, que no pertenecían a ninguna de las
familias tradicionales de la derecha, empezaron a ser denominados tecnócratas,
al haber sido seleccionados por su formación académica, y no estar adscritos a
uno de los grupos primigenios del Movimiento nacional.

Para
Franco, como para Carrero, personas que habían vivido una cruenta guerra civil,
encontraban en una de sus causas, la profunda radicalización ideológica que
había fraccionado a los españoles, y por tanto, tenían un verdadero desdén
hacía los posicionamientos ideológicos, incluso los derechistas. Por eso que en
las selecciones de candidatos a ministros, se procurasen candidatos de amplia
vida profesional, y que estuviesen alejados de cualquier tipo de protagonismo
político, aunque si tuviesen una concepción católica de la vida, y unos hábitos
de comportamiento tradicionales.

El
instrumento del cambio económico y social serán los Planes de Desarrollo, que tendrán
unos objetivos marcadamente políticos. Los responsables del Desarrollo, el
almirante Carrero Blanco y Laureano López Rodó, plantearon que la sucesión al
liderazgo del general, deberían ser unas instituciones enmarcadas en un Estado
de Derecho, en calidad de Reino. Los Planes de Desarrollo no fueron una medida
neutral de gestión técnica, sino el instrumento determinante de una operación
política que tenía como objetivo instaurar una Monarquía social sucesora de los
valores tradicionales de la historia de España.

La
Comisaría del Plan de Desarrollo, que dirigía Laureano López Rodó, se
convertirá en una cantera de hombres preparados, seleccionados por su alta
cualificación profesional. Los Planes de Desarrollo Económico y Social que se
realizaron fueron tres, aunque a nivel teórico se confeccionaron cuatro. Los
tres primeros por la Comisaría del Plan de Desarrollo, que era el órgano
encargado de la elaboración, ejecución y coordinación de los Planes. Después,
con su transformación en el Ministerio de Planificación del Desarrollo, se
elaboró un cuarto que nunca fue activado. Los Planes fueron los siguientes:

• Primer Plan de Desarrollo (1964-1967), aprobado
por la Ley 194/1963 de 28 de diciembre. Publicado en el BOE de 30 diciembre de
1963.

• Segundo Plan de Desarrollo (1968-1971) Ley 1/1969,
de 11 de febrero. Publicado en el BOE de 12 febrero de 1969.

• Tercer Plan de Desarrollo (1972-1975) Ley 22/ 1972
de 10 mayo. Publicado en el BOE de 11 mayo de 1972.

• Cuarto Plan de Desarrollo (1976-1979) No aprobado.

El
cambio social realizado por los Planes fueron determinantes, las clases medias
que antes eran una minoría ilustrada con apetencias de dirección del país,
frente a las viejas elites agropecuarias castellanas y andaluzas, junto a sus
aliados, los capitanes vascos del hierro y catalanes del textil; ahora formaban
la base principal de la cimentación de la sociedad de la nueva España. Como
diría el jurídico militar y antiguo director general del cine, José María
García Escudero: “Incluso las regiones y clases menos favorecidas han dado un
paso adelante espectacular y se puede hablar de una nueva clase
extraordinariamente extendida: es la que forman medios y pequeños propietarios,
industriales y comerciantes, empleados, técnicos y obreros cualificados que,
unidos a la clase media tradicional, van a constituir esa base moderada,
equilibrada que nuestro país buscaba en vano desde el principio de la edad
contemporánea” . Al final, el resultado que un militar hijo de la Restauración,
como el general Franco buscaba era la estabilidad y el orden. Gonzalo Fernández
de la Mora, que pasará a ser el intelectual de la tecnocracia, definirá lo
acontecido, de la siguiente manera: “El Estado del 18 de julio ha sido un
ejemplo de Estado de Obras. Las cuatro últimas décadas de vida española han
permanecido más bajo el signo de la política de las cosas, que de las cosas de
la política. Los planteamientos racionales prevalecieron sobre los ideológicos,
los empíricos sobre los utópicos, y los técnicos sobre los demagógicos”.

Si
nos centramos en algunas cifras. La producción de acero pasó de 1.823 millones
de toneladas en 1959, a 11.136 millones en 1975; el cemento pasó de 10.577
millones de toneladas a 47.168, por la política de incentivo de la vivienda
oficial; la de cinc, de 21.200 toneladas en 1950, a 45.000 diez años después.
Las industrias principales de expansión serán la automovilística, la naval, la
pesquera y la mercante. El incremento industrial demandará numerosa mano de
obra que se solventó sacándola del campo, donde se impuso la necesidad de
mecanizar las labores de roturación, siembra y recolección. El paro se vio
reducido a cien mil personas y la mujer hubo de entrar a trabajar,
representando un 25 % de la mano de obra total. La necesidad de energía fue
suplida por la construcción masiva de centrales hidroeléctricas que
aprovechaban el agua embalsada en los numerosos pantanos inaugurados por
Franco. La producción eléctrica pasó de 6.853 kilowatios/hora en 1950, a 18.600
en 1960, y en 1972 a 37.500. Con respecto a la demanda petrolífera, se
aumentará el número de refinerías en los Polos de Desarrollo de Tarragona,
Castellón, Puertollano, Algeciras, Huelva, Santa Cruz de Tenerife, La Coruña y
Somorrostro. En cuanto a la energía nuclear, hará su aparición a partir de
1963, con la Ley sobre Energía Nuclear que autorizó la primera central española
en Almonacid de Zorita (Guadalajara). Que iniciará su actividad el 14 de julio
de 1968. Tres años más tarde, en 1971, llegará el turno a Santa María de Garoña
(Burgos), con una potencia de 460 MW. En 1972, abrirá Vandellós I (Tarragona),
con una potencia de 500 MW.

Estas
cifras son las que hicieron que España pudiese alcanzar el nivel de vida de los
países europeos, y el cambio sociológico demandó un nuevo marco político más
acorde con los nuevos tiempos. La monarquía ideada por el general Franco estaba
asentada en la figura del príncipe de España, Juan Carlos de Borbón; el
desarrollo económico había transformado socialmente el país, y empujaba en el
cambio político. En esta situación, López Rodo planteaba la evolución del
régimen hacia un pluralismo que estuviese asentado en los principios
fundamentales del Movimiento, antes de que una posición inmovilista pudiese
hacer peligrar la herencia del régimen. Sin embargo, el asesinato el 20 de
diciembre del almirante Carrero Blanco pondrá fin a la experiencia de los hombres
del marino santoñés. El nuevo gobierno de Carlos Arias Navarro eliminará su
presencia, pero su ineficacia ayudará a la muerte del general Franco a una
transición completamente distinta a la imaginada por ellos. La herencia
material de aquel Estado en obras, se mantendrá durante décadas para disfrute
de la sociedad española