¡Tu carrito está actualmente vacío!
Puedes consultar la información de privacidad y tratamiento de datos aquí:
- POLÍTICA DE PROTECCIÓN DE DATOS
- SUS DATOS SON SEGUROS
Moisés Domínguez Núñez
Últimamente
se han puesto de moda los listados interminables de represaliados que,
supuestamente, cayeron a manos de los “fascistas” durante la Guerra Civil
española o la posguerra. Desde mi punto de vista habría que revisar esos
listines pues la falta de rigor y errores gruesos abundan en muchos de ellos.
Hoy
traemos a colación un caso que podría extenderse a cientos y que es un
paradigma de la falta de rigor científico de algunos presuntos historiadores
que se rodean de cierto halo académico, cuando en realidad no pasan de ser
meros cuenta-cuentos que añaden muertos y más muertos, en sus listados, como
represaliados de derechas que en realidad no cayeron a manos ni de unos (rojos)
ni de otros (azules). Inocentes víctimas de una guerra cruel que por respeto a
sus familias deberían salir inmediatamente de esos listados.
El
ejemplo que traemos hoy es realmente paradigmático de la forma tan “científica”
de trabajar este asunto por parte de uno de los adalides de la historiografía
de combate entendida como ciencia al servicio del mesianismo y como
continuación activa de una Guerra que acabó hace más de 80 años y cuyo único
objetivo es aniquilar civilmente a todo aquel que ose poner en tela de juicio
sus deseos revisionistas frente a una realidad que les puede “chafar” unos
trabajos que no están sometidos al menor contraste.
La muerte visita Mérida
El
18 de Septiembre de 1936, “la Gloriosa”, así se denominaba la aviación del
Frente Popular, hizo su enésimo raid sobre la ciudad de Mérida. Dejando tras de
si un rastro de muerte y destrucción. De hecho habría que decir que en la
capital extremeña el número de muertos y heridos por la aviación “roja” fue
superior a las producidas en la famosa Guernica. Ya hicimos una recesión a este
asunto que se puede leer en:
http://desdemicampanario.blogspot.com.es/2012/07/merida-la-guernica-extremena-por-moises.html
Volviendo
al asunto que hoy nos ocupa, hemos de decir que ese día fallecieron en Mérida
cinco paisanos debido a las bombas de la aviación del Frente Popular. Uno de
esos desdichados era el niño de catorce años Manuel Nieto Pascual. Su muerte se
inscribe en el Registro Civil de Mérida, nada más y nada menos que el 29 de
Enero de 1951 (Folio 29 página 37).
Y
es aquí cuando el historiador o investigador histórico solvente debería saber
separar el grano de la paja.
Y la manipulación llega después
Sorprendentemente,
el historiador extremeño Francisco Espinosa; hijo del camisa vieja de
Villafranca de los Barros, José Espinosa Moro, en su libro La Columna de la
Muerte le contabiliza como víctima de la represión nacional y hace la siguiente
consideración: “Por increíble que parezca, la persona inscrita (en 1951) había
nacido en 1929 y en profesión consta la de jornalero” (páginas 390 y nota 677
de la página 520 de la primera edición de la obra).
Aunque,
efectivamente como podemos comprobar, en su partida de defunción expresa, como
causa de la muerte “relacionadas con la Guerra Civil” como hemos dicho esta
muerte se debió, realmente, a las heridas mortales producidas por una bomba de
la Aviación ¡¡¡¡GUBERNAMENTAL!!!! Si se contrastan las fuentes primarias,
comprobaremos que la noticia de la muerte de este infeliz muchacho salió
publicada en el periódico Hoy del 23 de septiembre de 1936, en su página tres.
Es
decir, al comprobar la causa de defunción “Causas relacionadas con la
guerra” al historiador de Villafranca de los Barrosse le debió iluminar la
bombilla y tuvo que decir: “REPRESALIAO,
REPRESALIAO, OTRO PA LA LISTA DE LOS “AFUSILAOS”” ¡Curiosa manera de
contabilizar muertos!
En
definitiva, esto demuestra que habría que revisar y poner en cuarentena todos
los nombres de “represaliados” en el que la causa de la muerte este”
relacionada con la guerra”, aunque eso es un trabajo de chinos y evidentemente
el Departamento de Historia de la Universidad Extremeña no está para meterse
estos berenjenales.
Un
buen amigo, historiador fiable y riguroso, sin cobrar un euro de subvención al
cobijo de la Ley de Memoria Histórica, empezó a revisar los listados de
Francisco Espinosa ,y detectó en una primera lectura, a vuela pluma, 213
errores y no solo eso , sino que localizó, sin profundizar más, 732 errores en
la lista de la Universidad Extremeña.
¿Cuantos
paisanos que constan en los Registros Civiles como muertos a “Causas
relacionadas con la guerra” estarán mal incluidos en los listados de
represaliados de Espinosa y de la UEX ?
Para
acabar, no podía por menos comentar que hace unos días el historiador de
bandera de la memoria histórica (Sr. Francisco Espinosa Maestre ) no ha tenido
empacho ni reparo en utilizar, para un par de artículos que ha publicado en el
diario digital “ el diario.es”, un par de fotos que descubrí en Australia sobre
“ las matanzas de Badajoz “, hasta ahí todo bien, cada cual puede publicar lo
que le venga en gana pero no es de recibo que utilice sin mi permiso ni
autorización imágenes que me costó mucho esfuerzo conseguir. Me puse en
contacto con ese diario y al menos una de esas imágenes ha sido correctamente
etiquetada haciendo referencia a la fuente.
Es
curioso, que quien me ha criticado, llegado al límite de la injuria, use mi
trabajo para sus libelos. Eso significa que el dicente no lo ha hecho del todo
mal. A mí me daría un poco de vergüenza usar el trabajo del “enemigo” para
cubrir las limitaciones metodológicas en una investigación histórica y ¿a él?
por