Von Thíes
Posiblemente, para compensar los efectos de las beatificaciones del pasado 13 de octubre en Tarragona, el sistema se ha metido en la tarea de beatificar al doctor Negrín, laicamente, por supuesto. Creemos que el doctor Negrín ha hecho méritos suficientes para tener un monumento bodrio-tarugo en Madrid, como lo tienen su antecesor Largo Caballero (al que adora hasta el arrobamiento ese periodista apellidado Carnicero) y su enemigo Prieto. Hemos localizado, sin embargo, una especie de máscara mortuoria con gafas en Canarias.
Pero antes de seguir adelante debemos situar al personaje en su circunstancia, y por eso resumimos su biografía antes de que se metiera en el pozo siniestro de la presidencia del Frente Popular.
Procedía de una familia canaria muy religiosa. Su padre estuvo en un seminario, y su hermano Heriberto, claretiano, pudo salvarse y huir a Francia durante la mayor persecución religiosa de la Historia, gracias a que su padre era el presidente de uno de los gobiernos de esa persecución.
Había estudiado medicina en Alemania, graduándose como doctor a los 20 años. Convalida en España su título alemán con Sobresaliente y Premio Extraordinario, y el año siguiente convalida el Doctorado con Sobresaliente. Un “figura”, no hay duda, hasta que en 1923, por amistad con su futuro enemigo Indalecio Prieto, ingresa en el partido socialista y abandona sus definitivamente las investigaciones médicas. En Alemania conoció a la judeo-rusa Maria Mijailova Fidelman de la que se divorció años después. Poste-riormente se unió a Feliciana López de Don Pablo. No nos vamos a meter más en su vida privada, aunque en este caso lo hacemos por piedad cristiana, ya que el personaje no es la figura la arcangélica figura que nos quieren meter doblada los documentales de la “tele” o sus herederos de apellido y bienes. Y que no nos tiren de la lengua…
Una vez situado el personaje, vamos a hablar del Negrín que prolongó guerra y sufrimientos de los españoles, más de los de su bando que del de enfrente; del Negrín, del que fuera ministro de Hacienda en el gobierno de Azaña, es decir, el del saqueo del oro del Banco de España y uno de los responsables de los tesoros encerrados en las bodegas del yate “Vita”. Nos van a ayudar dos de “los suyos”: Orlov, el enviado por su admirado Stalin para la operación oro; y su amigo, el responsable de la “Caja de Reparaciones”, Amaro del Rosal.
Negrín, el hombre que Moscú quiso para sustituir en mayo de 1937 al ya molesto Largo Caballero, trató de alargar la guerra para que nos alcanzara la inevitable segunda guerra mundial de la que, con él en el poder, nos habríamos metido en ella de coz, hoz y hasta martillo.
Negrín es, con Azaña y Largo Caballero, uno de los máximos responsable del envío de la mayor parte del oro de las reservas que se custodiaban en el Banco de España a un país, la URSS, con quien ni siquiera había relaciones diplomáticas. Azaña había firmado el 13 de septiembre el decreto del traslado del oro “a lugar seguro”, pero no se cita dónde. Y se añade una disposición para informar a las Cortes, que jamás se hizo. Pero sería Negrín quien se pondría personalmente en contacto con el agregado comercial soviético sobre la posibilidad de enviarlo a Moscú. Poco después Stalin acepta y envía a España a Alexander Orlov, agente de la NKVD, para hacerse cargo de la operación.
El oro había sido enviado a Cartagena y almacenado en las grutas de un antiguo polvorín. Con un peso total de 650 toneladas, había 10.000 cajas, de las cuales 7.500 (tres cuartas partes) fueron transportadas en multitud de viajes, y a lo largo de tres días, a los barcos rusos en 20 camiones, también rusos, mandados por el coronel Krivoshein “a” Mele. Ante la petición de un funcionario de un recibo, Orlov le dijo que ese recibo se lo entregaría el Banco de la Unión Soviética cuando llegara a Rusia. Estos eran los nombres de los cuatro barcos soviéticos en los que se embarcó el oro: Neva, Kim, Volgores y Jruso.
Fueron los soviéticos quienes llevaban la cuenta de los envíos de material de guerra, alimentos, etc, y de su precio en oro, sin que Marcelino Pascua ni ninguno de los funcionarios españoles que viajaron a Odesa como convidados de piedra intervinieran para nada. Por eso, no es de extrañar la desagradable sorpresa de Hidalgo de Cisneros (lo cuenta en sus memorias “Cambio de Rumbo”) cuando al viajar a la URSS al final de 1938 para la compra de más aviones, le dicen que no sólo no queda un duro sino que la “República” está en deuda. Como no se trata de seguir la pista al oro, sino a la responsabilidad de Negrín sobre este saqueo “legal”, dejamos aquí el tema del “Oro de Moscú”. Pero antes diremos que el detalle de esta inicua operación se conoce porque Alexander Orlov decidió cuidar su salud no regresando a Moscú y exiliándose en los EEUU, donde escribió sus memorias.
Ahora nos toca hablar del “Vita”, aquel yate cargado hasta la cofa con lo robado “legalmente” por el Frente Popular. Este yate, antes “Giralda”, lo adquiere Marino Gamboa, un ciudadano filipino de nacionalidad norteamericana, que cambia el anterior nombre por el de “Vita”. Poco después aparece en el puerto francés de El Havre, y con la indudable complicidad de las autoridades francesas, se cargan las maletas, bultos y cajas que desde París y desde otros lugares eran enviados para su embarque. A finales de marzo de 1939 sale sigilosamente de El Havre rumbo a Veracruz. Como lo saqueado era “legal”, viajaba en el “Giralda” José María Sabater, funcionario de Hacienda, portador de la documentación e inventario (ya vimos que en gran parte incom-pleto). Amaro del Rosal es uno de esos personajes menores de la Historia, pero que induda-blemente tienen su peso en ella. Pertenecía al PSOE, que todavía no había alcanzado los “100 años de honradez”, secretario adjunto de la UGT y director general de la “Caja de Reparaciones” durante la guerra. Fue el responsable de los tesoros del “Vita” procedentes de la “Caja de Reparaciones”. Posterior-mente escribiría un libro en el que nos relataría la carrera a pelo entre Prieto y Negrín para ver quién de ellos se hacía cargo de lo saqueado antes de que el yate llegara a México. La victoria recayó sobre el “caballo” ganador: Prieto.
La operación fue tan sucia que el pobre Amaro fue expulsado de su “honrado” partido en el año 1946. Pasa el tiempo, casi 70 años, y según lo acordado en el Congreso Federal celebrado a primeros de julio de 2008, fueron rehabilitados en un acto oficial Juan Negrín y 35 militantes históricos del Partido Socialista Obrero Español, entre ellos el encargado de la valiosa “Caja”, que habían sido acusados de una presunta sumisión a Moscú: Amaro del Rosal.
¿Y qué era eso de la “Caja de Reparaciones”? Vamos a explicarlo de forma muy sencilla. Los controlados “incontrolados” asaltaban una vivienda porque el que allí vivía era sospechoso de poca fidelidad al sistema (era militar retirado, iba a misa, compraba el ABC, no se hablaba con la portera, era de la “Adoración Nocturna”…) y se llevaban todo lo que había de valor. El “valor” humano podía acabar en Paracuellos o en otra tapia o lugar reglamentario “antifascista”, mientras que el “valor” metálico (cuadros, joyas, relojes, cuberterías…) era con lo que el peligroso enemigo, que apoyaba de forma tan peligrosa a los rebeldes, “reparaba” su crimen a la presunta república. “Reparaba”, “Repara-ciones”…
Gracias a gentes como Grimau o García Artadell, la “Caja de Reparaciones” reven-taba por los remaches, sólo que este último pensó que “quien roba a un ladrón…” y se fue a América, vía Marsella, con parte de lo “reparado”, con tan mala suerte de que en Canarias fue capturado, juzgado y fusilado, muriendo, por cierto, cristianamente. En México gobernaba Lázaro Cárdenas que decidió poner el collar de ganador a Prieto, sacando beneficios no cuantificados por este “desinteresado” apoyo. Como Amaro del Rosal era partidario de Negrín, en su libro “El oro del Banco de España y la historia del Vita” (Ed. Grijalbo-1977), saca a relucir toda la basura de aquella operación tratando de poner al odiado Prieto de chupa de dómine.
De esta forma nos enteramos en qué consistía parte de lo “reparado por los enemigos de la república”, como hemos oído por la televisión en estos días. Y decimos “parte” porque, después de relatar minuciosamente el contenido de lo que él denomina “bultos”, nos dice en este libro (pag. 119): “Quedaban sin controlar los objetos empaquetados en cajas que eran el mayor volumen de la expedición. En el “Vita” fueron depositados cuadros de valor extraordinario. Así mismo fueron depositados objetos de culto que pertenecieron al “Papa Luna”.
Y ahora vamos a resumir lo de “menor volumen”, aquello que sí estaba contabilizado. En total era 110 “bultos” en los que se guardaban las “reparaciones” más variadas. En muchos de esos “bultos” iba lo saqueado de los “Montes de Piedad”, es decir, que hicieron algo parecido a lo que ordenó el dictador Primo de Rivera: apoderarse de sus fondos, aunque con una pequeña diferencia: el general compró todas las papeletas de empeño y se las devolvió a los que allí habían depositado para que lo recuperaran sin soltar un céntimo, mientras que los de la “Caja de Reparaciones” se lo llevaron todo, hasta las alfombras y visillos…
Hemos visto relacionados objetos saqueados de los “Montes Piedad” en 16 bultos. Y haciendo un rápido e incompleto resumen (pedimos que se lea íntegramente), en los otros bultos iba mucho de lo “entregado por la Caja de Reparaciones”; y también, numerosos depósitos del Banco de España “de gran valor”, además de lingotes de oro; una custodias (muchas) de gran valor; objetos religiosos “de excepcional interés”; varias entregas al ministerio de Hacienda; cajón que entrega la Generalidad de Cataluña de oro amonedado; del Patrimonio Real, todo el Joyero de la Capilla Real y objetos de culto, además del célebre Clavo de Cristo; objetos históricos de la Catedral de Tortosa; objetos religiosos de “gran valor artístico e intrínseco”; más objetos de gran valor de la Generalidad de Cataluña; ropas y objetos religiosos procedentes de la Catedral de Toledo, entre ellos el “famoso manto de la 50.000 perlas; tres sobres de la “Caja de Reparaciones” conteniendo “brillantes de alta calidad y de gran valor”; colección de relojes de “gran valor histórico y artístico”; colección de monedas de oro de valor numismático “ejemplares únicos de incalculable valor histórico” (en México fueron fundidas para hacer lingotes); caja pequeña de madera conteniendo el “Monetario (de oro) de la Casa de la Moneda, de mucho valor”; otros depósitos de la Generalidad y sacos con monedas de oro (sin revisar su valor numismático)…
Pero no olvidemos que la parte más numerosa de lo transportado en el “Vita” nunca se pudo conocer. Cuando allá por los años 80 algún parlamentario despistado propuso en las Cortes que se nombrara una comisión para tratar de averiguar lo que transportó el “Vita” y poder así recuperar, al menos parte de aquel tesoro, el fracaso estaba sonado. Y hemos de decir que los responsables de tan enorme latrocinio consideraban parte de aquel tesoro, como “en depósito”, para restituirlo “cuando la democracia volviera a España”. Esta “democracia” no tenía el menor interés en que saliera a la luz esta página miserable de un triste Frente Popular, que además de sanguinario, era depredador y saqueador de nuestro Patrimonio. Aquí ha tenido el sistema un fallo de “memoria histórica”. Nadie es perfecto.
Hemos metido aquí a Negrín porque es responsable de este inmenso latrocinio, aunque Prieto fuera el “caballo ganador”, quien se hiciera, “mordida” de por medio, con el botín. El 1 de mayo de 1938, antes de que Azaña lanzara el 18 de julio de 1938 aquello de “paz, piedad, perdón” (a toro pasado se dicen muy bien las sentencias), Negrín nos largaba sus 13 puntos, para finalmente dejarse de historias místicas, y organizar días después (25 de julio) la matanza de la batalla del Ebro, que hasta Rojo consideraba inútil con una guerra que ya estaba perdida. Después de la sublevación del coronel Casado (tío del actor Fernando Rey), Negrín huyó a Francia. Moriría súbitamente en París el 12 de noviembre de 1956. Algún tiempo antes había comunicado a sus hijos el deseo y voluntad de entregar al Estado español “la documentación y las cuentas correspondientes” de la operación “Oro de Moscú”, lo que sentó muy mal a su enemigo Prieto que consideraba esos documentos “papel mojado”. Sobre esto escribiría: “Estamos en presencia de un colosal desfalco, sea cual quiera la opinión que yo tenga de Juan Negrín, le declaro incapaz de la macabra maniobra de disponer que al morir él –si así lo dispuso- se entregara a Franco un documento que nada positivo representaba … Rusia había falsificado cuantos documentos justificativos le fuera menester,….”
Teniendo en cuenta que en aquella operación, y en la del “Vita”, estaban metidos Azaña, Prieto y Largo Caballero, a la hora de la crítica, todos los palos se los llevó Negrín. Según Amaro del Rosal “…las mayores calumnias las recibía de elementos de su propio partido, el grupo disidente del Partido Socialista”.
Prieto no dice que su amigo el embajador en la URSS Marcelino Pascua, junto tres funcionarios del Banco de España, mano a mano con los nombrados para esta operación por el Banco de Moscú, se hizo un inventario aunque dice del Rosal, “lo único que queda por aclarar es el saldo que puede arrojar la cuenta de depósito…” ¿Era sólo responsable Negrín de esta inaudita operación “Oro”?
A nosotros no nos hace falta ninguna “Memoria Histórica”, tenemos la nuestra, una aceptable capacidad para la lectura y la investigación (¡ojo! Investigación de aficionado). Y con esos mimbres hemos escrito este artículo.