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Moisés Domínguez
Incluso
antes de la muerte del Generalísimo, ya hubo una corriente académica liderada
por Tuñón de Lara que sin censura ni cortapisa alguna pusieron en duda los
estudios realizados por ilustres especialistas sobre la República, la Guerra
Civil y el Franquismo como Don Ricardo de la Cierva, Rafael Casas de la Vega y
Salas Larrazábal, entre otros.
Había
cierto equilibrio historiográfico e incluso investigadores que escribían
con libertad sobre los rojos y los azules, así tenemos la magnífica trilogía dedicada
a la Guerra Civil que José María de Girondella comenzó con su obra
“Un millón de muertos”, publicada en 1961.
Ese
equilibrio se rompe escandalosamente con la muerte de Franco y surge lo
que podríamos llamar los “Historiadores antifranquistas” sobrevenidos
liderados como Ángel Viñas y Reig Tapia, todos ellos al amparo de los trabajos
de que realizó Herbert R. Southworth y que ocupan todos los resortes académicos
de poder. En la escuela y en la universidad pública no hay lugar
para quien ose poner en duda los libros de estas vacas sagradas
.Simplemente son expulsados de las cátedras.
Después
de 40 años de adoctrinamiento en las Universidades Españolas como no se ha
visto en ningún país de Europa, lo raro es que aun surjan voces disidentes y
que vean con ojos críticos el estudio de la Guerra Civil, la República y
Franquismo.
En
el mundo editorial quien quiera escribir criticando el Franquismo y haciendo
interminables listados de muertos no hay problema ninguno. Para eso están los
departamentos de cultura de las Diputaciones Provinciales, Ayuntamientos y
CCAAs que acumulan en sus archivos y alacenas miles y miles de libros que nadie
lee pero que pagamos con nuestros impuestos. Si el investigador subvencionado
encima descubre que el toro que mato a Manolete era franquista, entonces tienen
barra libre para publicar su libro en las innumerables editoriales de izquierda
que controlan el mercado.
En
la actualidad es muy difícil, por no decir imposible, publicar un trabajo que
contradiga las verdades oficiales de los Santos Julia, Casanovas, Moradiellos,
Viñas, etc. El historiador riguroso se encuentra desplazado y fuera del
mercado. Ejemplo de ello son las campañas de desprestigio personal que
han realizado contra Pio Moa y Ángel David Martín Rubio. Una campaña al más
puro estilo estalinista. Sin posibilidad de réplica es imposible trabajar
porque la falta de medios y de voz hace imposible la contrarréplica contra la
gran cantidad de mentiras que se vierten no solo en los libros de historia sino
en los libros de texto.
En
este contexto, veo el futuro de la Historiografía española sobre la Guerra
Civil más negro que el carbón. Gracias a la dejación del PP, estas
huestes han ocupado todos los centros culturales, educacionales y mediáticos.
Se está borrando la historia de España y nadie hace nada y quien se enfrenta al
establishment es asesinado civilmente. Es muy difícil enfrentarse al poder sin
tener voz y aquí entran los pocos medios de comunicación que ayudan ,desde una
posición muy humilde y modesta pero honrada, a dar esa voz a esos pocos
historiadores e investigadores que van con la verdad por delante. Nos
desprecian, no somos sus adversarios sino sus enemigos a los que hay eliminar.
Siguen instalados en el servicio de propaganda del Frente Popular y la Komintern.
Desprecian nuestro trabajo y como limosna, los pocos investigadores
que aun luchamos porque se conozca la verdad, solo les servimos para
proporcionales datos y documentos que después ellos cocinan con salmuera del
Frente Popular.
por