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DUQUE, Aquilino. Memoria y ficción en las letras españolas de trasguerra, CEU Ediciones. Madrid 2012.
Ángel Maestro
Este volumen presenta una serie de conferencias impartidas por Aquilino Duque en la Universidad CEU San Pablo a lo largo de 2010 y 2011 en las que trató de figuras representativas de las letras españolas de trasguerra como José María Pemán, Ramón Gómez de la Serna, Ramón del Valle Inclán, Wenceslao Fernández Flórez, Vicente Risco, los hermanos Villalonga, Sánchez Mazas.
El mencionar que Aquilino Duque es una de las figuras señeras de la literatura española puesta de relieve por su extensa obra desde hace decenios y de la actualidad constituiría una obviedad evidente. Maestría que se pone una vez más de relieve en el volumen reseñado, iniciada ya desde la introducción , exponiendo que toda época literaria “hay nombres que suenan o se recuerdan más que otros, y esos otros suelen pasar largas .temporadas en el Purgatorio, cuando no en el fuego eterno”. Aquilino Duque, con ese rasgo fundamental suyo que es la ironía , describe como a pesar del cambio de régimen siguieron sin aparecer las obras maestras prohibidas por la Censura del “páramo”, tal cual era norma de difusión obligada por los dictadores del pensamiento único.
Con esa facilidad descriptiva suya, y dominando el tan difícil arte de la síntesis alude al actual sistema político en España, a los efectos no sólo del anterior gobierno socialista que no contento con haber enfrentado a las regiones unas con otras mediante el engendro de las autonomías, se propone dividir a los españoles en rojos y nacionales y para ello mete al país en la máquina del tiempo de la memoria senil.
El recuerdo de Pemán, de su vida y de su obra, de su especial personalidad, de su triunfo en plena República, de su gran época de plenitud en la guerra civil, de la postguerra, aparece retratado a la vez con gracejo y con fidelidad que en los tiempos polémicos que le tocó vivir a Pemán “no puede decirse que no blandiera con virilidad la bien forjada espada de su estilo “.
Los análisis que hace de las personalidades y de la obra de Ramón y D. Ramón, Gómez de la Serna y Valle Inclán, y una vez más Aquilino Duque trae, certeramente, a cuento que lo peor de la Censura fue servir de coartada para la pereza y la mediocridad.
Sobre ese gran novelista que fue Wenceslao Fernández Flórez, atacado ferozmente por cierta crítica póstuma, heredera mental de los tribunales populares y las brigadas del amanecer, y al tratar de su novela memorable “Una isla en el mar rojo “, experimenté una coincidencia sorprendente con lo que expone Duque. Es la de que siendo muy joven este comentarista, ese título ingenioso del tan fino escritor gallego, autor con reconocida fama de humorista me hizo pensar en una novela de humor.
La novela, sólo por ella Fernández Flórez merecería un puesto de honor en la novelística española, abunda en descripciones magistrales no ya del Madrid rojo y de la orgía del crimen en que se convirtió, sino en profundo conocimiento psicológico del ser humano, de la masa. Dejando las descripciones humorísticas, algunas tan divertidas como Las gafas del diablo, la obra de Fernández Flórez, especialmente las que se desarrollan en su Galicia natal rebosan inequívoca melancolía y tristeza, con finales nada felices sino acordes con esas características.
Aquilino Duque penetra profundamente en Fernández Flórez, entre otras cosas, en su Galicia, tan distinta de la de Valle Inclán, la de este, feliz descripción, reflejada en los espejos deformantes del esperpento y la de Wenceslao escrutada a través de la lente de un microscopio.
Esa ironía propia de Aquilino Duque asoma con fuerza por ejemplo, al iniciar su estudio sobre autor al que admira, cual Vicente Risco, al decir que el mayor consuelo que le queda al finalista en un concurso literario es el de releer aquello de Cervantes, de que en los concursos el primer premio se debe al favor y el segundo al mérito, algo que le pasó a Risco y también a Duque. Risco, otro gallego, procedía del galleguismo en el que había militado hasta que el Alzamiento le acabó de abrir los ojos. Vicente Risco, al igual que uno de sus personajes, hizo penitencia ante otra “Puerta de paja”, la de las letras españolas de su tiempo, así lo califica Duque.
Los hermanos Villalonga, Lorenzo y Miguel, especialmente Lorenzo, el autor de “ Bearn o la sala de las muñecas “ descartada en un principio por editores importantes como obra de minorías , tan superior considera Duque frente a El Jarama, y de otras obras menos conocidas.
El último autor tratado es Rafael Sánchez Mazas, con especial dedicación a Rosa Krüger y La Vida Nueva, explicando Duque que “otra manera de disminuir y rebajar a un escritor es la de reducirlo a mero personaje literario, de suerte que la ficción suplante a la realidad.
La obra, en suma, en conjunto de autores descritos, de su vida, de su obra, de sus circunstancias hacen que como ocurre habitualmente con la producción literaria de Aquilino Duque su lectura se convierta en un placer, amén de la erudición, y la franca sonrisa , y a veces abierta risa. Con la lectura de obras como esta, breves en extensión pero ricas en contenido su lectura hace sonreír, reír y pensar.