FRANCO Y PRIMO DE RIVERA: DOS MILITARES FRENTE A FRENTE, por el Col. Lorenzo Navarro de los Paños

 

 

Col. Lorenzo Navarro de los Paños

Revista FNFF Nº 152

 

Una revisión de las posturas abandonistas y africanistas en clave de actualidad

Se ha especulado mucho con el enfrentamiento de Franco y Primo de Rivera a raíz del incidente de Ben Tieb. Dentro del limitado espacio disponible, analizaremos los motivos y las circunstancias del incidente para poner de manifiesto que más que un enfrentamiento, lo que tuvo lugar fue una disparidad de criterios de dos soldados a la hora de afrontar la solución del grave problema creado en el Protectorado de Marruecos tras la insurrección en el Rif y el Desastre de Annual.

Disparidad justificada por una serie de circunstancias que es preciso analizar como paso previo. Pero sobre todo interesa concluir que de aquella discrepancia o disparidad de criterios surgió un fructífero acuerdo, como correspondía a dos valerosos soldados a los que unía la comunidad de doctrina de su amor a España. Porque el general Primo de Rivera tenía el valor acreditado, nada menos que con la Laureada de San Fernando ganada por su actuación en el fuerte de Cabrizas Altas (Melilla) en la llamada Guerra de Margallo en noviembre de 1893

Porque aquel acuerdo, tras el tenso incidente de Ben Tieb, cristalizó en dos hechos opuestos en apariencia, pero que fueron sin embargo complementarios y a la postre trajeron la victoria sobre Abd El Krim y la consecuente pacificación del Protectorado de Marruecos. Es decir, el cumplimiento de la misión. Estos hechos fueron la retirada de Xauen, un repliegue estratégico para hacerse fuertes sobre la que se conoce como “Línea de Primo de Rivera” (o también por su nombre en clave Línea Estella) y el posterior desembarco de Alhucemas.

Primo de Rivera pretendía acabar, de una vez por todas, con la sangría de Marruecos. Que indudablemente lo era en vidas, pero también para la economía y la estabilidad política de la Monarquía de la Restauración. Y su opción era el abandono del territorio, es decir, era abandonista. Franco, como mando de la Legión, unidad de élite recientemente creada precisamente para acabar “manu militari” con el problema, pensaba que en cuanto Abd el Krim supiera que España se retiraba repetiría en términos mucho más sangrientos el desastre de Annual.

Para entender la discrepancia entre Primo de Rivera y Franco debemos tener en cuenta en primer lugar la diferencia de edades. Cuando tiene lugar el incidente de Ben Tieb D. Miguel Primo de Rivera tenía cincuenta y cuatro años, pero lo más determinante es que desde hacía un año pesaba sobre sus hombros una enorme responsabilidad política como Presidente del Directorio Militar. A lo que se unía en esa fecha otra pesada losa, pues era también el Alto Comisario de España en Marruecos. Así pues, tenía una doble responsabilidad. Por el contrario, Franco, nacido en 1892 tenía treinta y dos años. La plenitud en la vida de un hombre. Y cualquiera que haya sentido la responsabilidad de ejercer el mando, es consciente de que esos veintidós años de diferencia son cruciales a la hora de tomar decisiones arriesgadas.

Pero además Franco hasta la fecha había ejercido exclusivamente el mando de unidades. Mientras que Primo de Rivera, por edad y los cargos desempeñados, había entrado en lo que podíamos llamar el ámbito de la política. Nada pues tiene de extraño aquella disparidad de criterios para solucionar el problema.

Para analizar el incidente de Ben Tieb seguiremos a Ricardo de La Cierva, que a su solvencia como historiador une el que habló personalmente con Franco sobre el asunto. Y es preciso decir que, según manifiesta, a pesar de alguna pequeña discrepancia entre su relato, basado en las fuentes que manejaba y lo que le manifestaba el propio Franco, mantuvo en el texto su versión de los hechos. Sin que en ningún momento Franco le pidiera y menos aún que le exigiera su modificación. Finalmente queda fuera de toda duda, corroborado por el propio Franco, que nunca existió en aquella histórica comida un menú en que todos los platos fueran a base de huevos. Y menos aún que al manifestar el general Primo de Rivera su extrañeza por ello, se le contestara que allí los había de sobra. Siendo pues una leyenda, veremos que efectivamente la situación fue extraordinariamente tensa, hasta el punto de que el mismo Franco no duda en calificarla como acto de indisciplina.

Ricardo de la Cierva narra el incidente De Ben Tieb, sin diferencias sustanciales, en el coleccionable de ABC Nº 8 Vida de Franco obra coordinada por él. Y luego ya como autor en Franco Editorial Planeta (1986) P. 77 y siguientes y Franco la Historia Editorial Fénix (2000) P. 131 y siguientes. La lectura de cualquiera de estos textos se hace imprescindible para conocer este trascendental hecho histórico.

Abd el Krim, que tras la retirada de Xauen se veía ya como el Emir de un Rif independiente, cometió el mismo error que muchos años después cometería la ETA. O dicho con mayor rigor cronológico, la ETA cometió -por desconocimiento de la historia de una España a la que odia- el mismo error que Abd El Krim al enfrentarse a la vecina Francia. Y si el caudillo rifeño soñó con anexionarse los feraces territorios del protectorado francés, adentrándose en la fértil cuenca del Uarga para ensanchar sus áridos e improductivos dominios del Rif, la ETA pretendió incorporar a su ensoñación de Euskalerría, además de las tres provincias Vascongadas y Navarra, Iparretarrak las tres supuestas provincias ubicadas en los departamentos franceses allende los Pirineos. Las consecuencias de ambos errores fueron similares en ambos casos. El desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925 con la cooperación de Francia y lo que fue todavía más determinante, que Abd el Krim perdió su santuario en el protectorado francés. Exactamente igual que lo sucedido a ETA al dar lugar a una cooperación de Francia con España. Cooperación que no había existido en absoluto cuando nuestros problemas no le afectaban. Es más, ante la insurrección de las cabilas en el protectorado español, el Residente del protectorado francés (equivalente a nuestro Alto Comisario) fomentaba y apoyaba la rebelión de Abd el Krim para tener en paz su zona. De forma similar a como Mitterrand hacía la vista gorda en el caso de la ETA y ello sin descartar que, en ambos casos, tras tal hecho, hubiera alguna obediencia.  Finalmente, hay que decir que esta cooperación de Francia con España, para acabar con el terrorismo etarra, puede asimilarse al desembarco de Alhucemas. Pues la cooperación de Francia en el desembarco, unida a la eficaz acción del ejército español en el primer caso, y la desaparición del santuario francés para la ETA, unido a la acción las FSE (la Guardia Civil principalmente, como lo fuera el Tercio en Marruecos) obligaron al enemigo a abandonar la lucha armada. Analizar el por qué en el segundo caso no se ha explotado el éxito como es preceptivo, y por el contrario el enemigo sigue alcanzando sus objetivos, no es objeto de este trabajo.

De aquel incidente o enfrentamiento entre Primo de Rivera y Franco no quedó ningún rescoldo. Como sucede siempre entre dos soldados, dos hombres de honor, unidos por los mismos ideales e idéntico amor a su Patria. De esta afirmación hay múltiples hechos que lo corroboran. Franco siempre habló bien de Primo de Rivera y cuando a lo largo de su vida recayeron sobre él las mayores responsabilidades, es seguro que lo comprendió mejor y se sintió más identificado. Tras la muerte de Primo de Rivera en el exilio, Franco lamenta el tratamiento que se le hace en España. Y deplora que al cortejo fúnebre con sus restos repatriados de París a Madrid en ferrocarril, no se le permitiera atravesar la ciudad siendo conducido a las Sacramentales por las Rondas. Igualmente hace referencia a la mezquina nota oficial donde se decía que en su tiempo tuvo lugar la pacificación de Marruecos. Obsérvese que en estas palabras Franco reconoce implícitamente a Primo de Rivera el mérito de la pacificación de Marruecos sin asomo por su parte de hacer valer su contribución personal a ello. Aún cuando como parece, en aquella entrevista de casi dos horas en las que prácticamente solo habló Franco  lo convenció de que la acción determinante para acabar con las cabilas de Abd El Krim debía ser un desembarco En alhucemas para llegar al corazón del Rif.

No cabe duda de que en aquella entrevista no solo se limaron las asperezas producidas por el enfrentamiento de Ben Tieb, sino que Primo de Rivera quedó convencido de las razones aducidas por Franco y de su capacidad militar. Y lo demuestra el que, si finalmente impuso su criterio de abandonar el territorio, no lo fue con carácter definitivo, sino con la voluntad de continuar la presencia militar de España en el Protectorado. Si bien con un repliegue previo abandonando un terreno que consideraba indefendible. Para a continuación, tras resguardarse a cubierto de lo que se llamó Línea de Primo de Rivera, retomar la iniciativa.

Así pues, vemos que tras el incidente y posterior entrevista, Primo de Rivera mantiene su decisión. Pero admitiendo y teniendo en cuenta las fundamentales opiniones y sugerencias de Franco. Cabría decirse que no hay mayor prueba de la mutua lealtad que debe regir la relación de un mando con un subordinado. Y además todo parece indicar que en la decisión, además de las consideraciones de índole militar, se contemplaron las políticas. Pues muy posiblemente Abd El Krim, ante la imposibilidad de forzar aquella línea defensiva, tendría la tentación de volverse contra el protectorado francés. Como así fue. Con las consecuencias que ya se han apuntado.

La prueba más evidente de esta confianza de Primo de Rivera en Franco es que las dos acciones más determinantes y peligrosas del plan trazado fueron asignadas a él y a sus legionarios. Primero el repliegue y luego el desembarco. La protección de la retaguardia es la operación más difícil y peligrosa de una retirada. Al igual que el mando de la vanguardia lo es en un desembarco. En ambos casos los puestos de mayor responsabilidad y peligro recaen, no casualmente, en Franco.

Abd el Krim que soñaba con caer con sus harkas sobre los españoles en retirada, como lobos hambrientos de sangre sobre un rebaño de ovejas para repetir el desastre de Annual, tuvo que ver impotente como se le escapaba de las manos una presa que ya consideraba segura. Y en ese éxito del ejército español y de frustración rifeña tuvo un papel esencial Franco.

Finalmente, decir que sin ningún género de duda la trayectoria vital de Primo de Rivera influyó de forma determinante en Franco siendo el último general en comprometerse con el Alzamiento Nacional. Él que había acatado la República, que no se había sumado a la sanjurjada -ni mostrado su apoyo a quienes habían tomado parte en ella- y que luego la había salvado en la llamada Revolución de Octubre, llegado el momento consideró su obligación moral y patriótica alzarse en armas el 18 de julio contra el desgobierno de un Frente Popular que había conculcado hasta el último vestigio de legalidad. Pero también supo que si triunfaba debería morir con las botas puestas. Sin duda pesaba en ello el recuerdo de las palabras que dijo del general Primo de Rivera en referencia a S.M. Alfonso XIII cuando tuvo que exiliarse a París: A mí este tío no me borbonea. Si al finalizar la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los Aliados, Franco hubiera cometido el craso error de facilitar la llegada al Trono de D. Juan, hubiera terminado como Porlier o tantos héroes de la Guerra de la Independencia que habían hecho posible el retorno de Fernando VII. Pero Franco conocía bien la historia de España y por ello no cometió tan fatal error.

Es cierto que al final ha sido borboneado tras su muerte. Pero la muerte, que es la suprema y final derrota de toda vida, cuando llega por causas naturales y no por la acción del enemigo -como es el caso del Caudillo- supone la definitiva victoria para un soldado.

Se concluyen estas líneas a propio intento el 18 de agosto del 2023 cuando solo falta un año para el centenario del inicio de la retirada estratégica de Xauen. En la que, gracias a Franco, como ha quedado más que acreditado, lo que pudo ser más terrible que el desastre de Annual, se transformó finalmente en un definitivo éxito. Pues la retirada, continuada posteriormente con el desembarco de Alhucemas, culminó en el cumplimiento de la Misión. La pacificación del Protectorado de Marruecos.

Esta gran victoria, en la que Franco tuvo un papel determinante, fue el preludio de otras como la alcanzada sobre la insurrección armada del PSOE contra la Segunda República. Y posteriormente, ya como protagonista indiscutible, en la Victoria de la Cruzada 1936-1939.


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