101 kilómetros: la marcha forzada de la Legión, por Luis E. Togores

Luis E. Togores

La Razón

 

El teniente coronel Millán Astray, cuando ya sus tropas están a punto de entrar en Tazarut y terminar con la revuelta de El Raisuni en la zona occidental, recuerda: “(…) el día 22 de julio, a las cuatro de la madrugada nos llama a su tienda el general Álvarez del Manzano y nos da la orden de salir inmediatamente con una Bandera hacia Tetuán; en el camino recibiremos órdenes. ¿Qué sucede? Nada sabemos. Llamamos a los comandantes, sortean para quedarse o salir. Le toca a Franco marchar… Emprendemos el viaje… ¡Era que Melilla nos llamaba!”. El comandante Franco cuenta en “Diario de una Bandera”: “Son las dos de la mañana; en el silencio de la noche escucho la voz del teniente coronel que ordena que llamen al comandante Franco; no era preciso, salí de la tienda y me uní a él. ¿Sucede algo? ¿Hay que salir? -le pregunto-. Tiene que partir lo antes posible una Bandera para el Fondak; como no sabemos para qué es ni a dónde va, sortear entre vosotros. Lo mismo podéis ir a una empresa de guerra que a guarnecer preventivamente cualquier puesto a retaguardia”.

La I Bandera inicia la marcha desde Rokba Gozal hacia Ceuta antes de amanecer. Van andando. Millán Astray viaja en el coche del general Álvarez del Manzano. En 17 horas llegan al Fondak por caminos montañosos. Duermen 3 horas en el suelo, para lograr llegar a Tetuán a las 10 de la mañana del 22. Recuerda el legionario Piris Berrocal: “Al final del primer tiempo se nos da un rancho caliente y una hora de descanso con el fin de que nos refresquemos los pies que se encuentran llenos de ampollas, por la dureza de la marcha y naturaleza del terreno. Bajo un sol abrasador continuamos hacia el Fondak que se encuentra a una distancia considerable, distancia que se ve aumentada por un despiste de la cabeza que produce una propina de unos veinte kilómetros. La marcha se va haciendo insoportable, pues llevamos andando desde las 3 de la madrugada con sólo dos horas de descanso y las plantas de los pies son una pura llaga. Por fin, llenos de fatiga, con grandes alargamientos de la columna y muchos agotados, llegamos al Fondak sobre las 12 de la noche, después de una marcha de 17 horas sin parar. Cuando llegamos al campamento se nos ordena montar las tiendas y se nos da un rancho caliente que nadie recoge de cansados que estamos. El mando llama desde Tetuán apremiando para continuar la marcha, pero nuestro Teniente Coronel expone la situación en que nos encontramos y la marcha que llevamos, por lo que le dan un plazo hasta las cuatro de la madrugada del día 23 para que la reanude.(…) A las cuatro de la madrugada como se había prometido, se emprende la marcha con grandes dificultades por el estado de los pies y hasta que no se calientan, los tormentos son insufribles, pero pronto, con el andar, nos olvidamos de ellos. Los oficiales nos animan y nos jalean para levantarnos el ánimo y pronto surgen las canciones, los chistes y las bromas que van alegrando el camino y permiten aumentar el ritmo de la marcha”.

Al socorro de Melilla

Han recorrido 101 km. a pie, con todo el equipo, en día y medio. Ahora es cuando se enteran de lo que ha ocurrido en Annual. Tienen que llegar lo antes posible a Ceuta para embarcar rumbo a la indefensa Melilla. Es necesario que La Legión entre en combate lo antes posible. El comandante Fontanés acude también a la carrera con su II Bandera desde el Zoco de Beni Arós. Al llegar a Ceuta los legionarios, Sanjurjo le dice al jefe del Tercio: “Salimos con una columna de socorro a Melilla; venís Santiago y los legionarios con dos Banderas, una batería, ingenieros, transportes de Intendencia… Silvestre se ha suicidado”. En el cuartel ceutí de El Rey, Millán Astray arenga a sus legionarios:

“-¡Legionarios! De Melilla nos llaman en su socorro. Ha llegado la hora de los legionarios. La situación allá es grave; quizá en esta empresa tengamos todos que morir. ¡Legionarios!, si hay alguno que no quiere venir con nosotros, que salga de la fila, que se marche; queda licenciado ahora mismo… Legionarios. Ahora jurad: ¿Juráis todos morir, si es preciso, en socorro de Melilla?

– Sí, juramos.

– ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!”

La tropa embarca en el vapor “Ciudad de Cádiz”. Con ellos suben los generales Álvarez del Manzano y Sanjurjo. En el barco van los legionarios apiñados en la bodega y en cubierta. A las 8 de la tarde del 23 de julio salían de Ceuta rumbo a Melilla.


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