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La fundación de La Legión, en 1920, era un proyecto largamente acariciado por el entonces comandante de Infantería José Millán-Astray y Terreros, para afrontar las intervenciones militares en Marruecos. Para ello había tenido en cuenta las experiencias coloniales francesas e italianas, pero también las españolas en los siglos XVIII y XIX.
Para hacer realidad su sueño hubo de esperar a la llegada al Ministerio de la Guerra del general Antonio Villalba Riquelme, militar curtido en la última guerra carlista, Puerto Rico y Cuba, quien entre 1912 y 1919 había pasado de coronel del Regimiento África número 68, en Melilla, a general al mando de la Comandancia de Larache en 1914. Fue él quien firmó el decreto de fundación del llamado entonces Tercio de Extranjeros.
Tradicionalmente, el africanismo español había tenido una gran presencia en los medios de comunicación, que había cuidado con estrategias discursivas, textuales y en imagen, verdaderamente modernas. Si el general O’Donnell había entrado en Tetuán en 1860 con Pedro Antonio de Alarcón dispuesto a dar a luz un periódico nada más entrar en la ciudad y la cámara del pionero fotógrafo Enrique Facio; si el general Berenguer no hizo menos en su entrada en Xauen en 1920, con una cohorte de periodistas, escritores, pintores y fotógrafos, para que extendieran la noticia, La Legión no podía hacer menos.
Hay que reconocer, también, que la publicidad, para una unidad de voluntarios como El Tercio era fundamental, dado que era necesario que se alistasen muchos hombres, sin importar su procedencia. También hay que reconocer, que tuvieron un éxito increíble. Los carteles de alistamiento llegaron a todas partes -el que ilustra estas líneas fue recogido en Cuba en 1926-, algunos llegaron a firmarlos pintores prestigiosos como Mariano Bertuchi, y los periódicos y revistas se llenarían de noticias, fotografías, caricaturas y viñetas con La Legión, como protagonista.
La popularidad llegó a interesar a escritores, músicos y cineastas, que centraron muchas de sus obras en El Tercio, mientras que su imagen inundaba el correo con sus postales y llenaba los álbumes de cromos de los niños.
El fenómeno cultural y publicitario de La Legión, principalmente entre 1920 y 1935, año del estreno de la película La Bandera del director francés Julien Duvivier y protagonizada por Jean Gabin y Robert Le Vigan, es digno de estudio.
Bartolomé Ros no fue un fotógrafo de guerra. Él le contó a Antonio de la Cruz, en la entrevista ya mencionada, por qué lo dejó tan pronto: “Me impresionó mucho la muerte de varios amigos míos oficiales de Regulares que cayeron en Uad-Lau, precisamente uno en mis brazos y pedí la baja del frente. Aproveché que en las cercanías estaba el “Victoria Eugenia”, y con él viajé hasta Ceuta. Esto fue providencial para mí, ya que al día siguiente, el enemigo atacaba el cuartel general en Uad-Lau en cuya operación cayeron todos con el general Serrano Orive”.
Tampoco debía verse a sí mismo metido en un estudio toda la vida, por lo que mientras trazaba planes de futuro, se prodigaba en el fotoperiodismo, que le daba dinero y popularidad. Para eso, la autorización de Millán-Astray fue una apuesta de futuro.
En el Archivo Bartolomé Ros se conservan no solo las imágenes de la Jura de Bandera de La Legión de octubre de 1920, sino que también están el reportaje de la entrega del mando entre Franco y Millán-Astray en 1926, la entrega de la Bandera en octubre de 1927 durante la visita de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia a Ceuta y Marruecos, numerosas visitas de personalidades al Acuartelamiento de Riffien, cuyas instalaciones plasmó en un magnífico reportaje publicado en la Revista de Tropas Coloniales en 1929.
A partir de 1929, Bartolomé Ros cada vez haría menos fotografías y dedicaría su tiempo preferentemente a los negocios, pero su testimonio como testigo de aquellos años se mantuvo en las revistas y negativos que conservó toda su vida.
Bartolomé Ros
Nacido en la pedanía cartagenera de Los Dolores en 1906, Bartolomé Ros llega a Ceuta en 1918 con su familia, ante la oportunidad laboral que ofrecía, a su padre y a él mismo, el ferrocarril Ceuta – Tetuán. Pero aquello no era para él y posiblemente antes de acabar el año estuvo ya colaborando con el Estudio Calatayud. En 1920 Bartolomé Ros no tiene más que catorce años, pero en esa época los niños trabajan incluso antes y él ya está haciendo sus pequeños trabajos fotográficos con cierto éxito. En julio de 1920 encontramos fotografías suyas en La Unión Ilustrada de la visita a Ceuta del vizconde de Eza, ministro de la Guerra, y en octubre será uno de los fotógrafos que entren en Xauen acompañando al general Berenguer.
¿Fue idea de Millán-Astray que el fotógrafo más joven de la ciudad -¡16 años nada más!- hiciese las fotos de la Jura de Bandera de los primeros legionarios en ese mismo mes de octubre de 1920? No lo sé. Quizá no, quizá fue a iniciativa propia, pues si hubiera sido un encargo tal vez habría más placas del acontecimiento. El material era caro y más para alguien que empezaba. En una entrevista que le hizo en 1966 Antonio de la Cruz, en El Faro de Ceuta, parece confirmarlo: “Por cierto Millán-Astray me autorizó para que hiciera cuantos reportajes fueran necesarios del Tercio, y me acuerdo aún que comencé a hacerlos cuando todavía La Legión no tenía uniforme.”
Aquellas fotos siguen siendo un tesoro. Siguen provocando debate y siguen aclarando cosas, como lo afirmado por diferentes autores sobre que la primera Jura de Bandera tuvo lugar con la enseña del Regimiento de Infantería de Ceuta, cuando en las imágenes de Ros puede verse, sin ningún género de dudas, que era la del Regimiento Serrallo 69. En ellas Millán-Astray casi parece ajeno a la ceremonia, mientras que los flamantes legionarios van besando la Bandera, que recoge de una punta el comandante Francisco Franco.