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Parece que Blas de Lezo se ha puesto de moda, y es que nuestra Historia es una gran desconocida desde hace años gracias a ese crimen de lesa Patria llamado Estado de las Autonomías. Sin embargo, los que tuvimos la suerte de estudiar en otras épocas, sabíamos quién era Blas de Lezo, y empezamos a admirarle tratando, además, de ampliar nuestros conocimientos sobre este hombre excepcional.
Cuando nos preparábamos para la Academia General de Zaragoza, nuestro libro de texto para poder superar en Zaragoza el examen de Historia, era el libro de don Ciriaco Pérez Bustamante. Allí conocimos nuestra Historia con un detalle que luego fuimos aumentando con el tiempo. En los años 80 conseguíamos el carnet para poder entrar en los Archivos del Museo Naval de Madrid y pudimos estudiar en sus fondos, todavía no informatizados, muchos capítulos de la Historia Naval española. Mi simpatía por el personaje nos hizo utilizar su nombre como seudónimo en temas literarios, y mucho de lo que lanzamos por internet lleva este glorioso nombre como “seudónimo”.
Se suele hablar mal de los Borbones, de todos los Borbones, incluido Felipe V, el primero de la serie, aquel que vino a suceder al tarado y enfermo Carlos II. Pero nadie puede discutir que el final el de los Habsburgo en la lista de reyes españoles fue un triste final.
También es indiscutible que la España que legó el austriaco estaba a punto de un desastre. Cuando estalló la guerra de Sucesión Española, en España no había ni fábricas de armas, ni canteras navales…, ni barcos. En navíos franceses se tuvo que enlazar la Corona española con los virreinatos americanos. Y en navíos franceses se educaron muchos de nuestros guardiamarinas, entre ellos un chaval de 12 años llamado Blas de Lezo y Olavarrieta, natural de Pasajes. Terminada la guerra sucesoria, España se recuperó de forma que pude ser considerada como admirable, y en ese marco del reinado de Felipe V podemos enmarcar la vida de nuestro héroe vasco que había nacido, tomemos nota, en 1689 en Pasajes (Guipúzcoa).
El 24 de agosto de 1704, frente a Vélez Málaga, pierde una pierna en el combate de la escuadra franco-española contra la anglo-holandesa. Tenía 15 años. En 1705, recuperado de su herida, vuelve a embarcar y a combatir. Lo hace contra los ingleses en el Mediterráneo, y en Tolón pierde un ojo. De Lezo ya tiene 18 años… Siguen sus proezas, una de ellas al mando del navío “San Carlos” con el que rinde al “Stanhope”, que le supera en armamento. Con 21 años es ascendido a Capitán de Fragata, y en 1713, a Capitán de Navío. En 1714, en un bombardeo de Barcelona, pierde el brazo. Ya tiene 25 años.
Después de unas campañas por América a la caza de piratas y corsarios, regresa a España en 1730. De Lezo ya tiene 41 años y es Jefe de la escuadra naval del Mediterráneo. Obliga a Génova a pagar la deuda que tenía con la Corona Española retenida en el Banco de San Jorge, y a rendir honores a la bandera española.
Sigue combatiendo en el Mediterráneo contra piratas berberiscos hasta que en 1734, siendo ya teniente general de la Armada, marcha a América. Es nombrado en 1737 Comandante General de Cartagena de Indias que, para aquel que lo haya olvidado, le recordamos que está en Colombia. Tuvo que defender esta plaza del ataque de Vernon que, con una formidable flota antes nunca vista, atacó la plaza que estaba tan seguro de conquistar que había ordenado grabar unas monedas en las que Blas de Lezo, arrodillado, le entregaba su espada.
La flota británica la formaban 183 navíos y 23.000 marinos y combatientes, entre ellos, unos centenares de americanos del norte, como Lawrence Washington, medio hermano del que sería primer presidente de los EEUU. No consiguió Vernon su propósito y tuvo que retirarse vencido y humillado por el marino español que moriría poco después de resultas de la peste, hermana de la guerra, en la terrible cabalgada de los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Bueno es que, por fin, los españoles sepan quién es Blas de Lezo, personaje admirable que ha dado nombre a varios barcos de nuestra Armada. Y también es bueno seguir investigando, que otros héroes casi desconocidos esperan su turno.