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Francisco Franco Martínez-Bordiú
Señor de Meirás
Una vez más, el gobierno arremete, ahora judicialmente contra los hermanos Martinez-Bordiú Franco, como represalia por no ceder a sus pretensiones en la exhumación de nuestro abuelo.
Todo tiene su explicación: el gobierno, sin apenas coste político -pues sabe que en este terreno nadie le va a toser- se granjea el voto de la izquierda radical, matando dos pájaros de un tiro… con la exhumación, pone además en un compromiso a la jerarquía de la Iglesia -que no quiere mojarse ni aunque llueva- acusándola de apoyar al “fascismo”, y con el Pazo por enésima vez apoya el falso y burdo relato distópico de que mi abuelo se apropiaba de lo que quería de manera ilegal. Más quisiera el gobierno actual ser la mitad de garantista que fue aquel régimen. Otra cosa es que gustasen más o menos sus leyes, por cierto, mucho menos sectarias que la “ley de memoria histórica”.
He observado con sorpresa lo rápida que es nuestra justicia cuando quiere. En tan sólo 24 horas desde la presentación de una demanda de casi 100 páginas y más de 1.000 folios de documentación, un juez dicta un auto de medidas cautelares, y emplaza a los demandados en un plazo récord de 5 días hábiles en pleno mes de julio (3 días antes del debate de investidura) sin enviar antes el consabido telegrama de pase-usted-por-aquí-a-recoger-una-notificación. Todo un récord que todos quisiéramos para nosotros cuando somos demandantes. Aquellos que hayan tenido un procedimiento fuera se su residencia, juzguen comparando tiempos. Entiendo que el impacto mediático del caso sirve de acelerador de la justicia y no me voy a quejar porque como estoy seguro de que acabará por darnos la razón, cuanto antes mejor, pero compadezco al juzgador, sea el que sea en este asunto, porque mucho me temo que se apresta a cursar todo un máster en soportar presiones de todo tipo.
No quiero aburrir, ni voy a entrar en discusiones jurídicas que competen a los abogados pero voy a intentar hacer un corto resumen de la historia del Pazo. Fue en 1938, cuando algunos notables gallegos decidieron que Franco, como gallego de nacimiento, debería tener una residencia de verano en Galicia, con lo que eso tenía de bueno para la región. Fueron miles los gallegos -y no gallegos- que quisieron contribuir de forma simbólica a la compra del Pazo de Meirás. Prescindir de un contexto histórico en el que mi abuelo era considerado por la mayor parte de los españoles como el salvador de la Patria es una manipulación grosera de la realidad. Las “donaciones forzosas” y las amenazas no fueron tales, sino insidias carentes de prueba alguna. Eso sí, una vez muertos los protagonistas, no han faltado descendientes manipulados interesadamente por las bien engrasadas asociaciones de la memoria histórica y nacionalistas separatistas gallegos (BNG), que alimenten tan burda versión. Lo cierto es que la suscripción pública no cubrió apenas el 10% del precio, pues la mayor parte se cubrió por parte de personas relevantes de la sociedad gallega, pero era necesario para que mi abuelo aceptase una ofrenda semejante, que ya había rechazado antes por venir de una sola persona. Posteriormente mis abuelos compraron durante años terrenos aledaños y mi abuela compro hasta un Pazo “el de Doudro”, para traer piedras antiguas y mejorar el Pazo de Meirás.
Posteriormente en 1976, mi abuela pagó el 16% de impuestos por herencia de su marido, en la que incluía el Pazo de Meirás. No rechazó dicho pago el Estado. Después, se lo donó a mi madre pagando de nuevo impuestos, que el Estado cobró y más recientemente hemos heredado sus hijos pagando también los impuestos correspondientes sin que el Estado haya puesto objeción alguna. En mi caso, habiendo transmitido a otra sociedad mi parte, por no tener como persona física, infraestructura para soportar y mantener la propiedad, como le ocurrió a mi madre e intuyendo lo que se venía encima, lo que también se interpretó como maniobras…
Ahora resulta que, en realidad y según el gobierno, mi abuelo poseía el Pazo con la intención de que se lo quedase el Estado, por el hecho de sufragar los gastos de la residencia veraniega del Jefe del Estado. Un Estado que, por cierto, se desentendió absolutamente del Pazo desde que mi abuelo murió y también cuando se quemó por completo en 1978 y mi madre con un esfuerzo enorme decidió reconstruirlo, aunque viendo lo bien que había quedado decidieron declararlo Bien de Interés Cultural… ahora, 44 años después de la muerte de mi abuelo, pretenden expoliar nuestro patrimonio por motivos políticos y demonizarnos haciendo parecer okupas en nuestra propiedad.
Es de vital importancia recordar, que algunos de los que hoy lo reclaman demagógicamente para el pueblo fueron los mismos que lo quemaron en 1978. Digan lo que digan las hemerotecas. Mi madre sufría viendo caerse a pedazos el Pazo y decidió reconstruirlo. Una lenta reconstrucción (4 años), con un inmenso trabajo, costosísimo para mi madre en términos económicos, que a pesar de las grandes difamaciones actuales, no tenía suficientes recursos para ellos, y no recibió una sola peseta de subvenciones de un Estado que ahora presume de ser “propietario” del Pazo ya desde el año 1938…, pero el papel todo lo aguanta y nada de eso importa.
Hasta aquí, todo lo previsible, dentro de un gobierno Frentepopulista, en el que nosotros somos la punta de la lanza, en una lanzada a moro muerto. Pero detrás de nosotros, vendrá la Iglesia, la monarquía, el ejército, los ricos, los independientes liberales…y así hasta la revolución.
Lo más inexplicable viene cuando Feijóo llega a la presidencia de la Xunta. Terminando el plazo inicial del convenio con la Xunta, que negocié en nombre de mi madre con el Sr. Quiroga, quitan la vigilancia de Prosegur que hacia las visitas y obligan a enseñarlo en agosto, para dificultar la estancia de mi madre allí. Eso lleva a que mi madre le ceda la gestión de las visitas a la fundación Francisco Franco, ya que con 88 años se siente incapaz de gestionarlo. Queriendo ser más populista que los populistas, Feijoo a través de un tercero nos hace llegar que si cedemos la gestión de las visitas a la Xunta, el informe del parlamento gallego podría ser contrario a la reclamación… No llegó a amenazar con el voto “por unanimidad” en favor de la reclamación, como posteriormente ha sucedido, para vergüenza de los pesebreros del PP gallego. Allá ellos con su conciencia. El pleito será largo y es posible que Feijoo ya esté en su casa cuando lo pierdan. En cualquier caso, no les ennoblece hacer leña del árbol caído.
Pocos recuerdan hoy que el 1 de diciembre de 1975 el gobierno y S.M. el rey D. Juan Carlos I, firmaron el único Decreto Ley que se ha hecho para conceder un título nobiliario: el título de Señora de Meirás con Grandeza de España a mi abuela, “tan entrañablemente unida a una gloriosa etapa de la historia de nuestra Patria”, título que hoy ostento con enorme orgullo y gratitud.
La incalificable acción iniciada contra nosotros, pone de manifiesto la más absoluta falta de respeto a la propiedad privada, a nuestro sistema registral y a la seguridad jurídica, buscando el rápido impacto de la noticia y el voto fácil de la izquierda populista. Es posible que cuando el Estado pierda el pleito ya nadie se acuerde de su existencia y quién sabe si Pedro Sánchez estará en el gobierno. Pero todo está bien explicado en los manuales de la propaganda comunista. Ellos lo tienen todo, menos la razón y el derecho. El tiempo colocará a cada uno en su sitio.