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Eduardo Palomar Baró
Sobre el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat
Sin ningún género de dudas constituyó la agrupación más numerosa de combatientes catalanes que lucharon en el Ejército Nacional. Las primeras gestiones para la fundación de esta unidad fueron llevadas a cabo por el Jefe Regional del Requeté Catalán, José María Cunill Postius el cual acordó con el Delegado Nacional de la Comunión Tradicionalista, Manuel Fal Conde darle el nombre de Nuestra Señora de Montserrat al primer Tercio de Requetés de Cataluña.
Su alistamiento se produjo en un lento goteo desde Zaragoza, adonde iban siendo enviados según se presentaban a las autoridades nacionales.
El 15 de agosto de 1936, se alistaron voluntarios los primeros requetés: Juan Sopena, José Mañé, Pedro Pérez, Joaquín Isern y Eduardo Puig Güeri. En diciembre del 36, el Tercio fue trasladado a Belchite distinguiéndose en dicha terrible batalla, donde las bajas que sufrieron llevaron casi a la disolución de la Unidad. El día 1 de enero de 1937 pasó a Codo, donde le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando por su heroico comportamiento.
El 21 de febrero de 1938, el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, los requetés catalanes, renovaron su promesa solemne de ofrecer, una vez terminada la guerra, la Bandera del Tercio, a la Santísima Virgen de Montserrat, así como eregir un mausoleo y monumento en memoria de los muertos del Requeté, en la Santa Montaña y acudir anualmente como romeros renovando el acto de Consagración a la Virgen de Montserrat.
Posteriormente fueron destinados a Extremadura efectuando labores de limpieza en la ofensiva que permitió a las tropas de los generales Gonzalo Queipo de Llano y Andrés Saliquet Zumeta, tomar una buena parte de Extremadura, El día 24 de agosto habían cerrado la bolsa donde quedaron encerrados Don Benito, Zalamea, Castuela y otras poblaciones de la comarca de La Serena, en Badajoz. Al día siguiente, festividad del Apóstol Santiago, tras una ceremonia religiosa, descansaron de las marchas interminables por un terreno áspero y batido por el sol hasta alcanzar los 38 grados. Los requetés combaten el calor sofocante tirándose al agua del río Guadiana.
En estos días el Tercio estaba compuesto por cuatro compañías de fusileros, una de ametralladoras y las secciones de morteros y transmisiones, además de un cuerpo de tren, formando parte de la Brigada de Reserva del Ejército del Centro, integrado en la 74 División al mando del coronel Pablo Arias.
Del Guadiana al Ebro
De pronto, un clamor jubiloso se dejó oír en el campamento: ¡A Cataluña! ¡Vamos a Cataluña! ¡Ahora va en serio! Había llegado la orden de partir inmediatamente toda la 74 División, y con ello llegaba también la hora, tan anhelada por el Tercio de Montserrat, ya que les parecía a los requetés que de esa forma iban a cooperar más directamente a la liberación de su amada tierra, en poder de Frente Popular y por ende del marxismo.El día 25 de julio de 1938, festividad de Santiago, patrón de España, el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat se encontraba pues, a unos ochocientos kilómetros del frente del Ebro, a orillas del río Guadiana. Todos sus componentes son de origen catalán, prófugos de su tierra, que desde los primeros días del Alzamiento quedó en territorio rojo.
A las seis de la tarde parten los camiones para Cáceres, llegando al amanecer para tomar el tren, que seguirá la ruta Valladolid-Zaragoza. En Plasencia recogen la noticia de que los rojos han pasado el Ebro por el sector de Tortosa, abriendo así un nuevo frente. Se suceden días y noches, quedando atrás Salamanca, Aranda de Duero, Ariza, Calatayud, Zaragoza. En Alcañiz, se cruzan con un tren que venía de las tierras del bajo Ebro, en cuyos vagones iban mujeres, niños y ancianos, con caras de espanto, y portando colchones, bultos y ajuares del hogar, en una trágica huida.
El Tercio de Nuestra Señora de Montserrat en la batalla del Ebro.
En la madrugada del 30 de julio, el Tercio entra en fuego en Villalba de los Arcos. La unidad constaba para la defensa de dicha población con 850 requetés, al mando de un comandante, 22 oficiales y 33 sargentos. El «Diario de Operaciones del Tercio» indicó que el consumo de municiones hecho por la unidad en la defensa de Villalba de los Arcos fue de 700 bombas de mano, 80 granadas de mortero de 81 mm.; 120 granadas de mortero de 50 mm. y se dispararon 70.000 cartuchos, perdiéndose 50 fusiles Mauser y un fusil ametrallador.El 28 de julio, a las 8 horas llegan a la estación de Bot (Tarragona) el primer pueblo catalán, formando una completísima Unidad de unos mil hombres, mandados por el comandante Manuel Martínez Millán de Priego. A la salida del túnel, el convoy es ametrallado por la aviación roja, sin consecuencias. El Tercio inicia la marcha a pie por la carretera de Batea, y al cabo de un rato, llegan unos camiones sobre los cuales, cantando con entusiasmo “El Virolai”, atraviesan el pueblo en dirección a Villalba de los Arcos. El vecindario de Batea, aplaude y vitorea a los requetés catalanes, entre los cuales se hallan varios paisanos.
Se contiene el avance enemigo iniciado el día 25 con el paso del Ebro. La actuación del Tercio de Montserrat es brillantísima, manteniendo intacta la línea defensiva; ello cuesta al Tercio más de 250 bajas en cinco días, pero la Brigada roja, queda completamente deshecha ante las posiciones de los requetés catalanes. El General Fernando Barrón Ortiz, que manda el Sector, los felicita entusiasmado, y les promete proponerlos para la Medalla Militar.
El 9 de agosto, el Tercio de Montserrat es relevado por fuerzas de la 13 División, saliendo para Gandesa, donde vivaquea en el kilómetro 305 de la carretera de Alcolea del Pinar a Tarragona. A los cuatro días la Unidad se traslada al pueblo de Prat de Compte, en la sierra de Pándols, para atacar por este sector, pero el Mando suspende la operación, trasladándose posteriormente a las inmediaciones de Batea, vivaqueando el día 18 cerca de Villalba de los Arcos.
El día 19 de agosto de 1938, por orden del Cuartel General de la División 74, el Tercio de Montserrat tiene la misión de asaltar frontalmente los parapetos de la posición Targa, en el vértice Gaeta, la cota 481, frente a Cuatro Caminos, para lo que hay que superar dos hileras de alambradas, las propias y las tendidas por el enemigo, y cruzar un centenar de metros de viñedos, que les dejan casi al descubierto.
El Tercio comienza el asalto precedido por la sección de choque, de cuarenta hombres, al mando del alférez Miguel Regás, secundado el Tercio por el Batallón B de Ceuta núm. 7 y el Batallón de Bailén 131 con mando accidental por aquel entonces del comandante del Tercio de Burgos-Sangüesa, Fermín Cabestré. El escenario estaba comprendido aproximadamente entre Villalba de los Arcos, Corbera de Ebro y el Puig Gaeta, uno de los puntos más elevados del sector. Las bajas de soldados fueron también muy elevadas. Uno de los sitios donde tuvo lugar la lucha más feroz fue en el conocido como Cuatro Caminos, situado a unos dos kilómetros de Villalba de los Arcos en donde confluyen las carreteras hacia la Fatarella, la Pobla de Masaluca, Batea y Gandesa. Pasa también por este punto, el camino que lleva a Corbera de Ebro por la Vall de Canyelles. Encima de este cruce destacan dos montículos de poca importancia pero que dominan estas rutas. El uno, Cuatro Caminos y el otro Punta Targa. Entre una posición y la otra la distancia es mínima, de unos 300 metros escasos. Fue en este lugar precisamente donde perdieron más vidas los componentes del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat y donde se produjo uno de los hechos más dramáticos de esta batalla. A la una de la madrugada, el Tercio salió de sus posiciones para dirigirse a la cota 481 Punta Targa, cota defendida por las tropas del Ejército Popular de la 3ª División. Tal como apuntamos más arriba, tenían que apoyar en la operación de ruptura, el Batallón B. de Ceuta núm. 7 y el Batallón Bailén 131, pero ninguna de esta Unidades se movió, al comprobar la granizada de balas que caían en un terreno que no ofrecía protección alguna, quedándose parapetadas en sus trincheras, dejando solos al Tercio que ya había empezado el ataque. Los frentepopulistas, muy bien fortificados, se defendieron violentamente y los soldados del Tercio quedaron inmovilizados sin poder avanzar ni retroceder, tirados entre las viñas, cada uno escondido detrás de una cepa, fingiendo que estaban muertos. Tuvieron que soportar el ataque continuo de los rojos, prácticamente enganchados en el suelo, desde las doce del mediodía hasta las nueve de la noche. El heroísmo de los requetés quedó una vez más patente en esta acción, como en todas las otras anteriores, y que dio por resultado un balance de 58 muertos y 170 heridos. De los 40 hombres que formaban la sección de choque mandada por el joven alférez Miguel Regás Castells murieron 23 entre éstos su comandante y 14 quedaron heridos. Sólo tres resultaron ilesos.
Parte oficial al finalizar la jornada del 19 de agosto.
«Al pasar de la defensiva a la ofensiva en la batalla del Ebro, se designó a la Cuarta Media Brigada de la División 74 para romper el frente por la derecha de “Cuatro Caminos”, al mismo tiempo que otras fuerzas debían hacerlo por la izquierda. El enemigo tenía su línea densamente guarnecida y muy fortificada. Era, por tanto, empresa dura y difícil iniciar las operaciones de avance en esta batalla, que ha sido la más cruenta de la guerra. Tan valerosa empresa la llevó a cabo la citada Media Brigada, después de vencer una fuerte y tenaz resistencia del enemigo, distinguiéndose notablemente el Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, que hizo alarde de su irresistible acometividad y extraordinario valor, lanzándose al asalto con granadas de mano y pasando las alambradas y trincheras enemigas, sin que el nutrido fuego de las armas automáticas enemigas pudieran detenerle. Lo que de orden de S.S. se publica en la general de hoy, para conocimiento y satisfacción. El Teniente Coronel Jefe de E.M., Luis Durango».
De las Memorias del teniente José Mª Molinet Calverol
De gran interés resultan las “Memorias” del teniente Molinet en lo que hace referencia a ese fatal 19 de agosto de 1938, “Día de sangre y sacrificios”. El ataque a Punta Targa, la Cota 481. Transcribiremos algunos de los párrafos más relevantes:
«A la una de la madrugada, el Tercio emprende la marcha para situarse en el punto de partida e iniciar el ataque que el mando nos ha señalado. Se trata de ocupar la Cota 481, Punta Targa, que desde el 24, ocupan nuestros enemigos. Está situada en frente de nuestras antiguas posiciones, dominando los Cuatro Caminos. Cota elevada, recubierta de bosque. Es una fortificación muy peligrosa que por su situación avanzada, podría en cualquier momento originar un ataque en masa que rompiera nuestro frente. A su izquierda, al otro lado de la carretera, se elevan unas cotas más bajas, cubiertas de bosque, fortificaciones defendidas por menor número de fuerzas.
El Tercio de Montserrat al que se nota un gran vacío por las muchísimas bajas habidas en los últimos combates: 8 Oficiales, 18 Sargentos y 250 Requetés, deberá operar, en coordinación con los Batallones de Ceuta nº 7 y el de Bailén nº 131. Las Compañías del Tercio, están mandadas: la 1ª por el alférez José Dafnis Muntadas: la 2ª por el teniente José Pariza Escurdia; la 3ª por el teniente Francisco Llach Sallés; la 4ª por José Mª Molinet Calverol, y la sección de choque por el alférez Miguel Regás Castells.
A media mañana, los Oficiales son llamados al puesto de mando, donde el Comandante Millán de Priego, les da las últimas instrucciones. Aquí reina el mayor desconcierto. Después de explicar las distintas fases de la preparación, en donde actuarán la artillería, aviación y fuego de castigo y protección de ametralladoras y morteros, las Unidades de Infantería, señaladas para el ataque, al llegar la hora H, deberán asaltar las posiciones enemigas. A nuestro Tercio, le corresponde atacar y apoderarse de la cota 481, Punta Targa. Operarán todas las Compañías menos la 4ª que se quedará de reserva en la posición donde se encuentra enfrente de la Cota 481 en alerta de protección, por si tuviera que repelerse un contraataque. Las Compañías de Ametralladoras y de Morteros, recibirán la orden de colocación según las indicaciones del Mando y necesidades del ataque.
Los Oficiales hacen algunas preguntas aclaratorias, por ejemplo: el orden de actuación en el ataque, si primero los Batallones y luego el Tercio o si los tres Batallones a la vez y desde la misma hora H. Si el ataque debe ser frontal, o si los Batallones los harán iniciando la rotura por la izquierda y seguirán luego con movimientos envolventes, si les entregarán alicates u otras herramientas para facilitar el corte de las alambradas, si tendrán protección de tanques, etc. El Comandante se pone cada vez más nervioso, eludiendo cualquier contestación definitiva y les contesta a gritos: “Ya se les ha dicho lo que tienen que atacar. Las operaciones las dirigen el mando sobre la marcha. El orden de ataque ya está previsto. Para romper las alambradas, utilicen los machetes y los puños. En cuanto a los tanques, ya los verán cuando estén allí”.
De nuevo nuestro Comandante nos ha dado una prueba de incapacidad y desorientación. Lo lógico es que estuviera enterado de los detalles de la operación y en especial que ésta se llevara a la práctica en completa sincronización con los otros dos Batallones y la maniobra más acertada era la que al final tuvieron que realizar: ataque y rotura por la izquierda; envolvimiento de las posiciones enemigas y ataque final a la posición clave: Punta Targa. Esto, por desgracia, no se realizó en los primeros momentos y como se verá, ocasionó un verdadero desastre en nuestro Tercio.
Se inicia la preparación artillera, que en nuestro sector es ineficaz, por cuanto el ángulo de tiro no les permite que los proyectiles caigan sobre la posición enemiga. Nuestra aviación bombardea y ataca en cadena la Cota, con gran eficacia y heroísmo. Terminadas estas operaciones debía intervenir la Compañía de la media Brigada de Ametralladoras, pero de momento no se ha movido. Las máquinas de nuestro Tercio continuaban sobre los mulos, esperando que el Comandante se decidiera a indicar el lugar propicio para operar. Las fuerzas enemigas, que se hallaban resguardadas en sus cuevas opuestas, van saliendo de sus escondrijos y situándose para hacer frente al ataque de nuestra Unidad.
Llega la hora H. Las 12 del mediodía. Es el momento en que se ponen a prueba el temple, la moral, la valentía y el honor de nuestros valientes requetés, atacando una posición con muy escasas posibilidades de éxito, y demostrarán, que antes de ceder un paso, se dejarán acribillar por el fuego enemigo. El alférez Regás, con la Sección de choque, sale en cabeza, pero antes, ejecuta un acto de caballero y de nobleza. Se arranca y manda arrancar a sus muchachos, el emblema de la Sección de choque, por cuanto les dijo: “Hoy este emblema, no nos corresponde sólo a nosotros. Todo el Tercio de Montserrat es la sección de Choque. Poco después le mataban”.
Las demás Compañías salen en forma de media luna y escalonados. Tienen que arrancar primero sus propias alambradas. Después deben atravesar, corriendo en zig-zag, atravesando un viñedo y una carretera para después enfrentarse con las alambradas y fortificaciones enemigas, precisamente muy perfeccionadas en estos últimos días de descanso. Poseen nidos de ametralladoras y de tirador muy bien situados que cruzan con su fuego todo el frente por donde deben avanzar los nuestros.
Los requetés tiran con arrojo sobre las trincheras enemigas. Sólo un par de tanques aparecen para apoyar la maniobra de asalto, pero se retiran ante la granizada de balas que reciben. Los que han llegado a las alambradas, procuran arrancarlas, mientras intentan cubrirse con fuego propio. Las bombas de mano, salen disparadas por los dos bandos. Nuestras ametralladoras, continúan en silencio. Nuestros bravos requetés sufren en sus carnes la intensidad del fuego enemigo. Al poco rato, la vaguada ha quedado cubierta de cuerpos, unos heridos y otros muertos. No se puede avanzar un paso más.
Nuestros hombres luchan completamente solos, sin la ayuda de los otros dos Batallones y del fuego de protección prometido por nuestro Comandante. Estas Fuerzas continúan en sus trincheras, esperando las órdenes para actuar.
Los Oficiales supervivientes procuran enviar al Comandante, sus partes, explicando su desesperada situación. Algunos de estos enlaces no llegan a su destino, cayendo heridos o muertos. Por fin, uno de ellos, Videncio Veciana, atraviesa corriendo la vaguada y sube a nuestra posición, llevando el parte agarrado entre los dientes. Se transmite el parte a la Comandancia, que brilla por su ausencia. El alférez Llansa, valiente, con experiencia y sentido común, superviviente de Codo, ordena a sus requetés, que cesen en sus esfuerzos y se retiren con cuidado, todos los que puedan y se pongan a cubierto, detrás de algún árbol o roca, pero con la orden de no abandonar el campo de batalla, pues espera la ayuda de los Batallones que deben operar o bien que llegue la noche para efectuar una retirada segura.
El Comandante Millán de Priego, ante los partes desoladores que recibe y no atreviéndose a ponerlos en conocimiento de sus superiores, decide resolver a su manera la situación y me manda a mí como Teniente en Jefe de la 4ª Compañía, un parte, en el que escuetamente me dice: “Prepare la Cuarta Compañía y salga a apoyar el ataque del resto del Tercio, hasta que se haya conseguido el objetivo: Ocupación de la Cota 481”. El enlace del Comandante, está aguardando mi respuesta. Le hago aguardar unos minutos y redacto un parte en el que resumo la situación difícil en que se encuentran nuestras fuerzas y la necesidad de que operen de inmediato los otros Batallones que se hallan inoperantes. Insisto en el peligro de un contraataque enemigo. Le indico que es necesario que se ponga en contacto con el mando superior, para que ordene lo más adecuado y que quedo aguardando nuevas instrucciones.
El enlace del Comandante se queda algo extrañado de que no salga al ataque. Por fin, al cabo de un tiempo, se oye un crepitar de ametralladoras, mezclado con explosiones de bombas de mano, e intenso fuego de fusilería. Los Batallones de Ceuta y de Bailén se han puesto en marcha y utilizando todos los medios que a nosotros nos faltaban: ametralladoras, morteros, etc. han roto el frente enemigo y asaltando las posiciones, les desalojan de las mismas, ya que además de atacarles de frente, utilizan un movimiento envolvente por su espalda. El enemigo se retira.
Es casi de noche. Llegan las fuerzas de la Media Brigada y sin ningún esfuerzo, penetran en Punta Targa. El Oficial que manda dichas fuerzas, muy caballero, me indica que la ocupemos nosotros, por cuanto nos lo merecemos por el sacrificio sufrido y por el espíritu combativo demostrado. Con el grupo de mi Compañía subimos y se monta un servicio de guardia y defensa, por la parte contraria y de cara a las nuevas posiciones enemigas.
Mientras tanto, los requetés, encabezados por el Pater Mosén Dausá y con asistencia del Comandante, que por fin ha aparecido, recogen a los heridos y recuentan los muertos. Se han perdido las tres cuartas partes de los requetés atacantes: 170 heridos y 58 muertos. Prácticamente, el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, ha quedado deshecho por segunda vez. Con los restos de todas las Compañías, se ha podido organizar una sola, que pasa a ser la primera y no se habla de las demás. El Comandante me entrega a mí el mando de esta nueva Compañía.
El Tercio ha quedado en cuadro y entrará en un nuevo período o etapa de reorganización. Los elementos mejores de la Unidad han desaparecido. Llegaron al Ebro 850 hombres. Si sumamos las 235 bajas de ayer, a las 225 de los primeros días, vemos que nos faltan 460 hombres».
El Tercio sigue combatiendo.
El día 22 de agosto se ocupa con el regimiento las cotas 488, 463 y 461. Al día siguiente se apodera de la casa situada entre la cota 471 y la 480, copando una compañía enemiga que se entrega prisionera. El 27, ayuda el Tercio a ocupar las cotas 409 y 421.Con el resto, el Tercio seguirá combatiendo, en espera del regreso de heridos y enfermos y con la aportación de nuevos voluntarios catalanes, que ingresan en sus filas.
El día 29, es herido el Jefe del Tercio, Comandante Millán de Priego, al tomarse la cota 441. Es la culminación de la agonía del Tercio de Montserrat, durante estos últimos días, en que ha quedado prácticamente destruido.
De aquellos 850 requetés, que al mando de un comandante, 22 oficiales y 33 sargentos llegaron para defender Villalba de los Arcos, el 28 de agosto quedaban sólo en pie 109 requetés y 3 alféreces En la orden del día de la 74 División, el Tercio de Montserrat, obtiene varias citaciones honrosas.
Toma el mando de los restos de aquella brillante Unidad, el alférez José Dafnis Montada. El Tercio de Nuestra Señora de Montserrat deshecho por tres veces en su historial combativo, fue retirado después de la toma de la cota 441, a una vaguada situada detrás del vértice Gaeta.
Terribles meses, los de septiembre y octubre de 1938. No hubo día ni noche sin combate; se fue reconquistando el terreno palmo a palmo. Docenas de miles de toneladas de bombas cayeron sobre el martirizado campo de Gandesa, Corbera de Ebro y Villalba de los Arcos. Las sierras de Cavalls y Pándols fueron removidas por explosiones estremecedoras, como si una enorme convulsión subterránea amenazara con destruir aquella porción de tierra catalana.
El 27 de octubre, en la cota 481, también llamada Puig de l’Àliga o el “Pico de la Muerte” están los del Tercio de Ntra. Sra. de Montserrat, tomando posiciones. En el ambiente se respira que se está preparando algo muy especial. La acción es inminente. Hay un constante ir y venir de jefes que observan con gravedad el entorno, mirándoles con una mezcla de aprecio y lástima. Ello quiere decir que van a seguir entrando en acción en los primeros lugares.
El día 31 de octubre de 1938, el general Juan Vigón Suerodíaz se presenta en el Puig de l’Àliga, donde está concentrado lo que queda del Tercio de Montserrat, destinado desde su aniquilación en Cuatro Caminos a tareas de apoyo. Al general Vigón le parece que esas tropas son suficientes para conseguir el objetivo más importante del día: el cerro de San Marcos, una posición situada entre Pándols y Cavalls, desde la que se domina el desfiladero por el que discurre la carretera que lleva de Gandesa al Pinell. A primeras horas de la tarde, el Tercio se despliega en tres grupos. La primera compañía, al mando del teniente José María Molinet Calverol, asciende por la izquierda. Por el centro lo hace la nueva sección de choque, de Martínez Pardo. Por la derecha, el alférez Altaba dirigiendo la segunda compañía. Les apoya una sección de ametralladoras dirigida por el alférez Llanza.
Altaba corta la primera alambrada y Llanza abre un fuego intenso sobre los defensores de la cumbre, mientras los de choque ascienden con gran rapidez. En pocos minutos, la cumbre ha sido tomada.
Masas de hombres chocaron entre ellos durante ocho semanas: solamente los días 29 y 30 de octubre se calcula que se tiraron 9.000 toneladas en proyectiles de artillería y 8.000 toneladas en bombas de aviación. La acción artillera que precedió al ataque franquista duró cuatro horas, con un fuego intenso a cargo de 76 baterías ayudadas por la acción de 30 bombarderos. El frente se hundió pronto y al día siguiente ya sucumbía Corbera de Ebro, pero Camposines aun resistió, tardando el Ejército Nacional todavía 36 días para avanzar 6 kilómetros. Progresivamente, las tropas nacionales fueron recuperando todas las poblaciones perdidas en julio.
El 2 de noviembre el Tercio sigue la marcha hasta el pueblo de Pinell, ocupándose todas las posiciones enemigas de la ruta de Gandesa a Tortosa. Prosiguiendo el brillante avance ocupan las cotas 221, 222, 254, 231 y 204, liberando el pueblo de Pinell de Bray.
El 4 de noviembre, a los requetés del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat les cabe el honor de poner la bandera que marca la vuelta del Ejército Nacional a la orilla de la que fue desalojado el 25 de julio. Es la primera Unidad Nacional que llegó al Ebro. Ya se encuentran en casa, de donde salieron huyendo de la represión republicana y, sobre todo, de la sangrienta venganza de las partidas de la FAI. Son combatientes catalanes los que están liberando Cataluña de la ocupación separatista y roja.
En ese triunfal día, resulta herido el comandante Baturones, tomando el mando del Tercio el veterano capitán de la 1ª Compañía, José María Molinet. El día 6 de noviembre, el Tercio de Montserrat guarnece las posiciones junto al pueblo de Benisanet, donde sufre numerosas bajas, por tener el enemigo sus posiciones en sitios dominantes al otro lado del río Ebro.
El 11 de diciembre de 1938, el Tercio es relevado por fuerzas del Batallón de Palma, trasladándose a las inmediaciones de La Fatarella, y acampando al lado de la pista que conduce a Ribarroja y Flix.
El 21 de diciembre de 1938, el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat deja el frente del Ebro. A las 16 horas, emprende en camiones la marcha hacia Castilla, por la ruta de Zaragoza, Soria, hasta Alba de Tormes (Salamanca), donde queda acantonado en situación de descanso, que se acaba el 6 de enero de 1939 para proseguir nuevas operaciones en el frente de Monterrubio (Badajoz). La brillante actuación del Tercio de Montserrat, es felicitada por los generales Gonzalo Queipo de Llano y Sierra y Francisco García Escámez e Iniesta, y citado varias veces en la orden del día de la 74 División. Ha costado unos 20 muertos y un centenar de heridos.
El frente rojo totalmente desplomado, comenzó la retirada en franco desorden, con el sólo objeto de trasponer el Ebro y conseguir salvarse en la otra orilla. Los batallones, en su retirada en masa, se habían agrupado desordenada y ansiosamente en torno a la pasarela establecida en Vinebre y Ascó, así como también en la boca del puente de García, el cual fue volado por la aviación nacional el día 11 de noviembre. Se agruparon también, en la entrada del puente de Flix y por la presa de la Electroquímica con objeto de alcanzar la otra orilla. Transcurrían camiones cargados de soldados, mezclados entre el río humano que se apresuraba a cruzar los pasos, por los puentes de hierro y por las estrechas y frágiles pasarelas de tablas.
El día 14 de noviembre las tropas nacionales ocupaban la loma denominada “Ametralladoras”. Alrededor de las 10 de la mañana del miércoles 16 de noviembre entraban en Flix las primeras tropas y tanques nacionales. La batalla del Ebro había tocado a su fin.
Atrás quedaban 116 días de la más dura, larga, cruenta, encarnizada y sangrienta batalla de toda la Guerra Civil, la batalla del Ebro. Muchas toneladas de material bélico, pueblos devastados… pero sobre todo 100.000 hombres muertos, de uno y otro Ejército.
Llegada a Barcelona del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat
El 19 de mayo de 1939, el Tercio de Montserrat, asiste en Madrid al Desfile de la Victoria. Después se traslada a Cebreros (Ávila), empezando los licenciamientos y la desmovilización de los requetés.El 2 de abril de 1939, la noticia de que la guerra ha terminado la trae a los requetés catalanes, el propio Jefe de la 74 División, el Coronel Arias.
El 30 de julio de 1939, el Tercio de Montserrat se traslada en camiones a Barcelona, para recibir el homenaje de Cataluña. Misa de Campaña, desfile por el Paseo de Gracia, y comida de honor en el Palacio de la Diputación Provincial. Presiden los actos el Teniente General Luis Orgaz Yoldi, Capitán General de Cataluña y las primeras Autoridades de la Región.
El 8 de octubre de 1939 el Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, sube la Santa Montaña para hacer ofrenda de su Bandera a la “Moreneta” su celestial Patrona, y para darle gracias por el fin de la Cruzada. Hace la entrega el Comandante-Jefe, Antonio Miranda Guerra y la recibe el abad Mitrado Rdmo. Padre Antonio María Marcel, el cual bendice después la primera piedra del monumento-mausoleo a los requetés muertos en campaña.
La Cruz Laureada al Tercio de Nuestra Señora de Montserrat.
El día 12 de noviembre de 1943, Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Francisco Franco Bahamonde, se digna conceder al Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, la Cruz Laureada de San Fernando Colectiva. La ceremonia de su colocación a la Bandera, depositada en la Basílica del Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, la verifica el Teniente General José Moscardó Ituarte durante un solemne acto celebrado en Barcelona.
El Ministerio del Ejército, Dirección General de Reclutamiento y Personal, en el apartado “Recompensas”, manifiesta:
«Como resultado del expediente de juicio contradictorio instruido al efecto y de conformidad con lo propuesto por la Asamblea de la Real y Militar Orden de San Fernando, y por el Ministro del Ejército, a Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Nacionales se ha dignado conceder la Cruz Laureada de San Fernando, colectiva, como comprendidas en el artículo 76 del Reglamento de la Orden, a la primera y segunda compañías del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, y a las 18 y 21 falanges de la 2ª Bandera de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S de Aragón, por su heroico comportamiento en la defensa de la posición de codo, durante los días 23 al 25 de agosto de 1937, cuyos méritos se relatan sucintamente a continuación».
Madrid, 12 de noviembre de 1943. Ministro del Ejército. ASENSIO CABANILLAS.
Méritos que se citan.
«El 23 de agosto de 1937, la 1ª y 2ª Compañías del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, en período de organización, con efectivos de 182 hombres, dos ametralladoras, cinco fusiles ametralladores, 50 granadas de mano, 120 fusiles, y sin más obras de fortificación que las hechas por la guarnición, se hallaba ocupando el pueblo de Codo. En la mañana del 24, el enemigo, que en su ofensiva contra Belchite había rodeado la posición con efectivos de unos 15.000 hombres, apoyados por carros de combate, con gran alarde de medios y después de fuerte preparación artillera, inicia el ataque contra el pueblo, que es rechazado con gran energía por los defensores.
Prosigue la guarnición sin más refuerzos que las falanges 18 y 21 de la 2ª Bandera de F.E.T. y de las J.O.N.S. de Aragón, con efectivos de 50 hombres, y que, en cumplimiento de la orden recibida se abren paso combatiendo para reforzar la guarnición, rechazando con gran valor y espíritu los continuados asaltos, llegando en ocasiones al cuerpo a cuerpo y habiendo perdido al llegar la noche más de la mitad de sus efectivos, sin apoyo de artillería propia, desde media mañana, por falta de enlace.
El día 25 continúa el enemigo el ataque a la posición, cuyas fuerzas con municiones escasas, hasta el punto de que en algunos puestos es preciso combatir al arma blanca en lucha cuerpo a cuerpo, ha de retirarse a la Iglesia y a la Casa del Cura, donde continúa heroicamente la defensa, rechazando con energía toda propuesta de rendición. La noche del 25, en cumplimiento de órdenes recibidas, y casi agotadas las municiones, los restos de la guarnición, que ha tenido 180 bajas, se abren paso a la bayoneta, y, atacados en su ordenado repliegue por la Caballería enemiga, la hacen frente, rechazándola, y llegan a Zaragoza solamente un alférez, dos cabos y 41 hombres, varios de ellos heridos».
Asimismo, la máxima condecoración militar española fue concedida con carácter individual al requeté Jaime Bofill Gasset-Amil, que voluntariamente salió de Codo para llevar un parte a Belchite, donde estaba el Jefe del Sector, atravesó las líneas enemigas, cumplió su cometido y se agregó a los defensores de aquel pueblo, en cuya defensa resultó herido tres veces, una de ellas gravemente, sin querer evacuarse, continuando lanzando granadas de mano hasta ser hecho prisionero por los rojos al ocupar el pueblo. Condenado a muerte y después indultado, fue llevado a un campo de concentración a Francia, regresando a España en los primeros meses del año 1939, incorporándose a su Tercio.
Epílogo.
Tras las brumas del Ebro, junto a los peñascos de la sierra de Pándols. Monolito pétreo de la gran fosa de Villalba de los Arcos, tumba gloriosa de los cruzados carlistas catalanes, quedaron para siempre los cadáveres de unas compañías, para eterno ejemplo de cómo murieron por su Dios, su Patria y su Rey, los requetés de España en las jornadas de la gran batalla que Franco calificó: «La más áspera y la más “fea” de la guerra».
Sobre todos los recuerdos de la campaña, los requetés catalanes dejaron el del permanente amor filial a la Santísima Virgen en su advocación de Montserrat. Así decía la jota:
«El Tercio de Montserrat
Sólo tiene una bandera.
Pero en ella está la Virgen
de todas la más morena».