Espectacular evolución de la población española con el Generalísimo, por Francisco Bendala

Francisco Bendala

Cuando España se ve azotada por la pandemia del coronavirus, que amenaza con devastar a parte de su población, especialmente la más expuesta sea por edad o por causa de padecer ciertas enfermedades, sobre todo del aparato respiratorio, viene bien volver la vista atrás y observar, con datos precisos, cual fue la evolución de nuestra población durante los años de gobierno del Caudillo, siempre difíciles por razones internas, pero sobre todo externas.
Y como una imagen vale más que mil palabras, baste con analizar, incluso someramente, la siguiente gráfica:

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De ella podemos destacar someramente:
Recién acabada la guerra, prácticamente se habían igualado los nacimientos con los fallecidos, lógicamente por causa de los tres años de contienda.
A pesar de las graves dificultades de todo tipo, especialmente sanitarias y de alimentación, derivadas del conflicto bélico interno, y también del externo, o sea, de la Segunda Guerra Mundial, para 1945 en que finalizaba ésta, España lograba que el numero de nacimientos duplicara al de fallecimientos, toda una hazaña para tan sólo un lustro, máxime durante aquellos años denominados a veces “de hierro”, en los que la propaganda antiespañola de entonces y de ahora –¡parece increíble¡– sólo hablan de hambre, penuria, “represión” y no se sabe ya cuántas cosas más, ninguna de ellas buena, claro.
En 1964, cuando se cumplían los 25 años de paz, se alcanza el punto álgido de aquella tendencia con 697.697 nacimientos por tan sólo 273.955 fallecimientos, producto de muchos factores entre los que cabe destacar el increíble desarrollo de las asistencia social y sanitaria española, su amplísima red hospitalaria tanto pública como privada, así como los frutos de los enormes desvelos del Caudillo, personalmente, y de todas las autoridades e instituciones españolas, por erradicar la pandemia de la tuberculosis y de la mortalidad infantil que venían siendo, desde siempre, azotes de nuestra nación. También, claro está, por los resultados económicos del buen gobierno durante los años pasados que daban ya enormes frutos
Cuando fallece el Caudillo, vemos que lo dicho anteriormente se había mantenido incólume durante toda la década 1965-1975.
Por el contrario, si seguimos observando esta tan esclarecedora gráfica, las cifras posteriores a dicho fallecimiento son escalofriantes por negativas, teniendo mucho que ver en ello la destrucción de la familia como núcleo principal de nuestra sociedad, la implantación del aborto y de otras prácticas sexuales contranatura, así como la degeneración social que en todos los campos se ha prodigado desde incluso las instituciones administrativas de todo tipo, y eso, a pesar de disponer de enormes recursos propios, pero también externos –de la UE, bien que no pocas veces despilfarrados–, es decir, que la debacle poblacional que sufre nuestra patria se ha debido al hecho de implantar todo aquello que el Generalísimo impidió por conocer sus terribles resultados.
Por último, y porque a buen entendedor pocas palabras bastan, echen una ojeada a la siguiente gráfica y vean como el Caudillo dejó en 1975 una nación joven con un casi 40 por ciento de menores de 21 años y tan sólo un 15 por ciento de mayores de 65 años, proporción que ha llegado a invertirse en los años posteriores por esas malas políticas y prácticas que hemos citado brevemente… para qué hablar de la eutanasia que nos espera a la vuelta de la esquina.

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