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Salvador Fontenla Ballesta
General de Brigada de Infantería (R)
Los denigradores de la figura de Franco, ante la evidencia de sus éxitos profesionales en los campos de batalla de Marruecos y España, tratan de restarles méritos, y desmerecer su brillante carrera militar, pregonando, el típico tópico, de que era un héroe mediocre, poco capacitado para el estudio y, en consecuencia, con una baja cultura. Sin embargo, su extensa y profunda obra bibliográfica, entre otras cosas, lo desmiente de forma rotunda.
La figura militar de Franco ha sido, sin lugar a dudas, la más cuestionada y debatida en la historia de España. Asunto incompresible, porque no perdió ninguna batalla y ni siquiera combate, y porque cuánto más se analiza y se debate, su figura sale más reforzada, acrecentando sus virtudes como soldado y su genio militar.
Toda la bibliografía del Generalísimo ha estado relacionada con la milicia, bien en forma de documentos técnicos, diarios de campaña, artículos en revistas especializadas, e incluso en la parte más literaria como la novela histórica Raza (1942) que, firmada con el seudónimo de Juan de Andrade, y ambientada en la recientemente terminada guerra civil, presenta un compendio de las virtudes militares. También, en su relato histórico de la batalla de San Quintín contra los franceses (1557), con motivo de su IV centenario, trata los problemas estratégicos, la evolución del armamento de los contendientes y, en consecuencia, de la táctica seguida por ambos.
Podemos clasificar la obra bibliográfica de Franco, para su mejor comprensión, en diarios de operaciones, publicaciones tácticas, escritos técnicos y administrativos, textos morales y testamento.
“Diario de una Bandera”, su primer libro, cuenta su mando al frente de la I Bandera, de la que fue fundador. Es una fuente histórica imprescindible para conocer los inicios del Tercio de Extranjeros y su peculiar espíritu militar.
“Xauen la triste”, publicado en la Revista de Tropas Coloniales (núm. 19, 1926). Narra sus impresiones sobre la retirada de Xauen, en el otoño de 1924, en la que fue protagonista principal, y conseguir la hazaña de mandar la extrema retaguardia, con sus legionarios, sin tener ninguna baja. Refleja de la honda desazón de abandonar la emblemática ciudad de Xauen a los rifeños, que tantos sacrificios había constado ocuparla y mantenerla.
“Diario de Alhucemas” es un relato, directo y espontáneo, de los días cruciales del famoso desembarco de Alhucemas (del 6 de septiembre al 2 de octubre 1925), escrito por uno de sus principales protagonistas y jefe de la vanguardia de desembarco. Fue publicado en cuatro partes en la Revista de Tropas Coloniales (núm. 14 – 17, 1925).
Todas estas obras muestran un profundo conocimiento del terreno, del ambiente y de la idiosincrasia de los cabileños, que sólo pueden deberse a un reflexivo estudio de los mismos.
Todas sus publicaciones sobre táctica son de carácter didáctico, con adaptación de conceptos y procedimientos a la nueva situación y evolución del armamento. Resalta, en ellos, errores del ejército español y de otros extranjeros. Las principales obras fueron las siguientes:
“Comentarios al reglamento para el empleo táctico de las Grandes Unidades”. Escrito en 1938, en plena guerra civil, sobre Reglamento editado en 1925.
“ABC de la batalla defensiva”, escrita en 1944 que, con fines didácticos, critica los sistemas defensivos francés, belga y griego, por su vulnerabilidad ante la artillería bombardeos aéreos. Advierte, además, que el necesario espíritu ofensivo no debe descuidar la defensiva, y que ya existían armas contracarros eficaces y sólo faltaba definir sus procedimientos tácticos.
Sus 29 artículos publicados en la Revista de Tropas Coloniales, de la que fue uno de sus fundadores y llegó a ser director en 1925, recogieron sus conceptos sobre las campañas militares que se estaban realizando para pacificar el protectorado español de Marruecos. Especialmente abogó por valorar las características de la guerra irregular en Marruecos (minusvalorada por los estados mayores centrales) por el aumento de las armas automáticas, morteros y carros de combate, estos últimos entonces cuestionados por algunos “expertos”. Sus principales artículos fueron:
Redactó la memoria para la defensa de las islas Baleares (1935) que por su privilegiada situación estratégica en el Mediterráneo Occidental eran codiciadas, como antaño, por Gran Bretaña y Francia, y por Italia. El informe fue hecho por encargo de Manuel Azaña (muestra de su reconocida competencia militar) y partiendo de la base de una inferioridad de medios ante un desembarco hostil. Su aplicación fue la clave del éxito ante el desembarco del denominado ejército de Cataluña que, en agosto de 1936, como preconizaba fue contenido y rechazado en su cabeza de playa.
Franco no solamente fue un excelente organizador y táctico, que no perdió ninguna acción bélica en la que participó, sino que, además, como buen jefe y con espíritu didáctico, sus experiencias y reflexiones las supo transmitir a sus subordinados.
Redactados durante su mando del Tercio de Extranjeros, en 1923, son consejos prácticos de campaña y normas administrativas minuciosas, precisas y muy didácticas, para el cumplimiento de sus unidades subordinadas:
Redactó un detallado informe sobre su visita a la escuela de infantería alemana de Dresde (1928) que sirvió de base para el sistema de enseñanza de la Academia General de Zaragoza, basada principalmente en la combinación de la teórica con la práctica.
El Decálogo del Cadete, el código ético y moral que Franco instituyó en la Academia General Militar, moderno y modélico centro de enseñanza del que fue fundador, primer y único director. El decálogo es un sabio extracto de las seculares ordenanzas militares del Ejército español y es, también, deudor del Credo de la Legión, a cuyo espíritu militar y eficacia tanto Franco. Contribuyó. El “Espíritu de la General”, como espíritu de patriotismo, servicio y compañerismo, pese a quien pese, bebe directamente del Decálogo del Cadete.
Al disolverse la Academia General Militar, el 14 de julio de 1931, dio la última lección de moral militar a los cadetes en un memorable discurso, que podíamos titular: “¡Disciplina! ¡Disciplina!”
Redactó de su puño y letra el último parte de guerra, el 1 de abril de 1939, modelo de estilo militar: lacónico, claro, concreto y con fuerza emotiva.
La clarividencia geopolítica y de estrategia militar de Franco se evidencian en su faceta epistolar, siendo jefe de estado de España, en la que, contradiciendo a afamados estadistas, el tiempo le fue dando la razón:
El escrito póstumo de Franco fue su testamento en el que, una vez más, se mostró clarividente en prevenir sobre los enemigos de España y la civilización cristiana. En el que, por ejemplo, hizo hincapié, en tan parco documento, por dos veces, en la unidad de España.
Conclusiones: la pluma no embotó la lanza y viceversa.
¿Qué español ha estado guerreando desde la primera juventud hasta ser jefe de gobierno y de estado?: desde Franco tendríamos que remontarnos hasta Carlos I y Fernando el Católico.
Además, con la brillante hoja de servicios de Franco: ¿Cuántos pueden exhibir una bibliografía tan extensa y variada?