Franco en los informes secretos del Cardenal Gomá a la Santa Sede, por Monseñor José Guerra Campos

 

Este artículo lo escribió Monseñor Guerra Campos, que fue Patrono de esta Fundación, en el Boletín número 20 de Octubre de 1981. Agradecemos vivamente a Monseñor Guerra Campos, este trabajo en el que con tanto acierto se hace referencia al contenido de la importante obra histórica de la Doctora Mª Luisa Rodríguez Aisa, especialmente en las partes y documentos en que se formulan juicios sobre la personalidad de Franco.

 

Monseñor José Guerra Campos

El Instituto Enrique Flórez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, publicó el verano de 1981, dentro de su serie «Monografías de Historia Eclesiástica», la obra de la doctora María Luisa Rodríguez Aisa: El Cardenal Gomá y la guerra de España. Aspectos de la gestión pública del Primado 1936-1939. Es un volumen copioso de XXIV más 537 páginas, con formato de 24 por 16,5 centímetros. Lleva un enjundioso prólogo del señor Cardenal Arzobispo de Toledo, don Marcelo González Martín.

La autora, profesora en la Cátedra de Relaciones de la Iglesia y el Estado, de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, al presentar su trabajo como tesis doctoral, obtuvo de un tribunal universitario de historiadores la máxima calificación académica. El titular de la Cátedra antes citada, doctor Giménez y Martínez de Carvajal, afirma: «No es un libro de divulgación o de síntesis de otros estudios previos, sino un trabajo original de auténtica investigación en el sentido más riguroso del término… La absoluta objetividad de la investigadora, su capacidad para ordenar los datos, su vigor en el análisis, valoración e interpretación de los documentos, unido a su equilibrio y ponderación de juicio, han dado como fruto una obra seria, rigurosa y profunda de la que no podrá prescindir ningún historiador de la guerra civil española».
La importancia excepcional de la obra proviene de la acertada utilización del archivo secreto del Cardenal Gomá, guardado en Toledo. Los documentos son, en su mayoría, inéditos y desconocidos. Sólo unos pocos habían salido a luz, por ejemplo en la biografía del Cardenal publicada por don Anastasio Granados. En la obra de Rodríguez Aisa, el Apéndice Documental transcribe 76 piezas, cuyo texto ocupa 170 páginas; pero, aunque no se reproduzcan íntegramente, en su estudio la autora maneja otros documentos más, como un «Diario del Cardenal», cartas, etc.

La documentación refleja la gestión pública del Cardenal Primado durante la guerra como cabeza del Episcopado Español; y de modo predominante sus comunicaciones con Roma como Representante confidencial y oficioso de la Santa Sede ante el Gobierno Nacional, cargo que tuvo hasta que en octubre de 1937 vino a España como Encargado de Negocios Monseñor Antoniutti, a quien sucedió en 1938, ya como Nuncio, Monseñor Cicognani. El eje precioso de la documentación está constituido por las frecuentes informaciones que, empezando ya el 13 de agosto de 1936 (es decir, menos de un mes tras el comienzo de la guerra), envió el Cardenal periódicamente al Papa por medio del Cardenal Pacelli, Secretario de Estado y futuro Papa Pío XII, con las consiguientes respuestas. En este intercambio de comunicaciones se tocan todos los problemas relativos al Movimiento y a la guerra desde la Perspectiva de la Iglesia. Como se trata de informes secretos, totalmente alejados de toda publicidad, es evidente que son fuentes históricas de valor definitivo para conocer las actitudes, las intenciones y las razones de la actuación del Episcopado Español y de la Santa Sede ante el Movimiento Nacional y el hecho complejísimo de la guerra de España. Ante estos documentos se desmoronan tantas páginas pseudohistóricas recientes, indocumentadas, inspiradas en la propaganda polémica liberal marxista o en la absurda proyección sobre el pasado de las ideas de ciertos sectores eclesiásticos de nuestros días.

No es posible resumir aquí el con-tenido de la obra. Esto es sólo una invitación a leerla. El lector, de la mano de la autora, hallará información precisa sobre puntos del máximo interés: juicios sobre las causas de la guerra, sobre las fuerzas empeñadas, sobre las distintas tendencias, sobre el sentido religioso del Movimiento Nacional, sobre las posibilidades del futuro político, sobre la situación interna de la Iglesia; gestiones sobre: la derogación de la legislación lesiva en el campo de la enseñanza, la familia, etc.; el reconocimiento del Gobierno Nacional por la Santa Sede y la nueva ordenación de las relaciones Iglesia-Estado; los problemas del clero vasco; el cese en condiciones favorables de la lucha en Vizcaya; entrevistas con Franco; pronunciamientos de Obispos españoles sobre la guerra; gestación de la Carta Colectiva a los Obispos de todo el mundo; desinformación de algunos sectores eclesiásticos en el extranjero; intento frustrado de que un Obispo, desde Francia, atendiese a los asuntos eclesiásticos en la zona del Frente Popular; relaciones difíciles y tensas en torno a la renovación del Concordato, etc., etc. Vea el lector los diez capítulos de la obra.

Aquí, conforme al título que lleva esta nota, después de dar noticia de la aparición de un libro tan valioso, nos limitamos a tomar de los documentos del Archivo Gomá una serie (no completa) de juicios sobre la persona de Franco, enviados en secreto al Papa durante los años de la guerra. Nos parece que este florilegio, tan extraordinariamente significativo, es algo muy acorde con la finalidad de este BOLETIN INFORMATIVO y será muy grato a sus lectores.

El número marginal, que encabeza los párrafos, corresponde a la serie de textos del Apéndice Documental.

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2. Primer informe al Cardenal Pacelli, Secretario de Estado (Pamplona, 13 agosto 1936), acerca del levantamiento cívico-militar. Interesantísimo; ya en la línea de la futura Carta Colectiva, pero con apreciaciones más concretas sobre fuerzas y tendencias. En cuanto a Franco, personalmente, sólo dice: «Como síntesis de los objetivos que se pretenden conseguir en esta lucha por parte de los insurgentes, me refiero a las declaraciones del General Franco, iniciador del movimiento, que van en el anejo núm. 6» (pág. 378).

La Junta Nacional Carlista de Guerra expresa a Franco su disconformidad por una expresión sobre «aconfesionalidad del Estado», de sus declaraciones del 1 de octubre de 19 36 (Carta del 7 de octubre de 1936). Gomá, en carta al Marqués de Magaz en Roma (19 de noviembre de 1936), dice sobre lo de la «aconfesionalidad»: «Queda totalmente cancelado el pequeño incidente producido por la palabreja pronunciada por la alta personalidad que V.E. conoce. Repito que no tiene importancia ninguna por lo que atañe el criterio del Jefe del Estado; tal vez podría tenerla en relación con quienes se la hubiesen puesto en sus labios. Tengo en altísimo concepto al General Franco, a quien creo no sólo un gran militar, sino un gran político), a más de que sé que es fervoroso cristiano. Por lo mismo, no le doy importancia ninguna a la frase consabida mientras él se deje llevar por su sentido político-cristiano, sin injerencias extrañas» (págs. 382-83 y 386).

Actuación ante el Gobierno para la derogación de leyes y obtención de ordenaciones positivas en favor de la Iglesia. «La excelente disposición del Jefe del Estado y de la Junta Técnica de Gobierno con respecto a las cosas de la Iglesia de la religión en general autorizan para hacer gestiones oficiosas en el sentido de reformar la legislación dada en el último quinquenio en lo que tiene de lesivo de los intereses de la Iglesia y es contrario al espíritu del pueblo católico español. En este sentido me atrevo a proponer a Su Santidad conceda autorización para interesar del Gobierno, mientras no se llegue a formular unos pactos de concordia con el mismo, lo siguiente» (pág. 388).

Diecinueve de diciembre de 1936: el Papa encarga a Gomá la representación confidencial y provisional (oficiosa) de la Santa Sede ante Franco… para tratar los asuntos urgentes, y para fomentar «quelle buone relazioni, che si spera diverranno sempre più intime e cordiali per II bene non meno della Chiesa che della cattolica Spagna» (pág. 339).

Carta a Pacelli, 1 de enero de 1937. Refiere dos conversaciones con Franco en Salamanca el 29 de diciembre. «Me afirmo en los conceptos ya expresados a Vuestra Eminencia sobre las condiciones personales del Jefe del Estado español y los propósitos que le animan con respecto a las cosas de la Iglesia en España. Tiene el Generalísimo arraigados sentimientos religiosos, cumple como buen cristiano con los preceptos de la Santa Iglesia y manifiesta decidido em-peño en que se restaure la vida religiosa en el país, empezando por la reforma de nuestra legislación, tan embebida del espíritu laico por obra de los últimos gobiernos»… «Su Excelencia el Jefe del Estado prestó, sin ningún reparo, su conformidad a los deseos de la Santa Sede en este punto» (el de la libertad de la Iglesia).

En la síntesis de la conversación (síntesis concordada por Gomá y Franco) Gomá, después de agradecer el nombramiento del Representante confidencial y oficioso, añade: «El Jefe del Estado ofrece corresponder, con su mejor voluntad y esfuerzo, a fin de que redunden en provecho de la Iglesia y de la España católica, con lo que se realizará un ferviente anhelo del mismo Jefe del Estado Español, que ha puesto todos sus amores al servicio de la Iglesia y de España

«No sólo respetará esta libertad de la Iglesia en el ejercicio de sus funciones propias, sino que la prestará su leal concurso, persuadido de que de la mutua colaboración de ambos poderes, espiritual y temporal, habrán de redundar copiosos bienes para la Iglesia y la misma nación

Aprovechará las coyunturas para modificar o derogar las leyes disconformes con el sentido católico, «y procederá en todo de acuerdo con la Santa Sede o sus representantes, esperando su colaboración para su máxima conformidad con el dogma y moral de la Iglesia y con las cristianas y tradicionales costumbres de nuestra nación». Y espera de la Santa Sede su concurso moral y espiritual para la solución de problemas que, aun siendo de orden político o civil, se rozan con los altos intereses del espíritu (págs. 401-403).

Informe al Card. Pacelli sobre aspectos generales de la vida nacional (8 de abril de 1937). Ha-blando de Mola como posible miembro del Gobierno, al que elogia, añade: «Personalmente, y en el aspecto religioso, no ofrece las garantías del Generalísimo.» Señala las orientaciones favorables del Gobierno en materia de enseñanza, etc.

«El Generalísimo cada vez ha acentuado más y más su sentir netamente católico, en parte porque él es de profundas convicciones religiosas, y en parte también por la presión de la opinión pública, que ha considerado y considera esta guerra como una verdadera Cruzada. Así se ve en sus discursos y declaraciones, en las que categóricamente afirma su firme voluntad de volver a las tradiciones católicas de España. En el discurso con que inauguró la Estación Nacional de Radio en Salamanca dijo: “En el orden religioso, los marxistas perseguían sistemáticamente todo lo que significase una expresión de fe. Nosotros haremos una España católica, con sus santos y sus mártires, con su caridad cristiana. Y con estos sentimientos religiosos, siguiendo nuestra trayectoria histórica, unificaremos todo aquello que pudiera separarnos”

«Es digna de notarse su actitud al rescatarse la reliquia de Santa Teresa, que fue hallada en el equipaje del general rojo señor Villalba, solicitando del señor Obispo de Salamanca se le permitiera tenerla en su despacho unos días para venerarla y pedir la protección de la Santa españolísima en las trágicas horas que vivimos. Es ejemplarísimo en su vida privada y cumple estrictamente con sus deberes religiosos, de suerte que solicitó dispensa de la ley del ayuno al señor Obispo de Salamanca a causa del agobiador trabajo que sobre él pesa. Los días de Semana Santa ha suspendido las audiencias de guerra con su Auditor para que nadie fuera condenado a muerte durante los días santos, al tiempo que, el día de Viernes Santo, ha indultado a numerosos reos de la pena de muerte. Asistió a los Oficios acompañado de su Estado Mayor y de su esposa e hija, y con el mismo Estado Mayor hizo la visita a los Monumentos. Con este motivo recibió sentidísimas muestras de cariño del pueblo de Salamanca, que vela tan alto ejemplo de piedad.»

«En una de mis audiencias me ha dicho textualmente que “está absolutamente identificado con la Iglesia”

Después de reseñar las fuerzas políticas y las tendencias, advierte Gomá que al terminar la guerra «aparecerá la gran dificultad de fundir las tendencias y ordenarlas en el sentido de un Estado fuerte en el orden religioso, social y eco-nómico. La ideología del Generalísimo es sana: falta probar que haya talento y fuerza para traducirla en el hecho de la vida nacional» (págs. 426-431).

Carta al Cardenal Pacelli (24 de abril de 1937) acerca de la Encíclica sobre la situación de la Iglesia en el Reich germánico. Se ha hecho una edición para difundir en los boletines. Gomá estima que por ahora no conviene difundirla por la prensa diaria dada la reciente unificación de las tendencias políticas; podría ser pretexto para dañar esa unidad, tan necesaria en estos momentos críticos.

«No parece que por ahora el General Franco esté dispuesto a secundar. orientaciones dispares con el espíritu nacional. Son garantía de ello las declaraciones reiteradas de catolicismo por su parte…, y el episodio muy significativo siguiente: Con motivo de la reproducción de un cartel de propaganda comunista que apareció en el periódico católico de Salamanca «La Gaceta Regional», un redactor del mismo hacía algunas apreciaciones sobre la conducta del protestantismo, favorable al comunismo. La autoridad local, para evitar, sin duda, molestias a los muchos protestantes alemanes que hay en España con motivo de la guerra, suspendió la publicación del diario; pero el General Franco levantó la suspensión, dando por razón que a lo que se ha de atender aquí es a la religión católica, y que no hay razón para sancionar a un periódico porque censure, conforme al criterio católico, la conducta de los que profesan otras religiones» (pág. 433);

Al Cardenal Pacelli (12 de mayo de 1937). Conversación con Franco en Burgos, llamado por éste. «Se queja duramente el General Franco de que la prensa católica del mundo, especialmente de Europa y, concretando más, de Francia, Inglaterra y Bélgica, esté totalmente disociada del criterio del episcopado y del pueblo español respecto a la naturaleza de nuestro conflicto, y en franca pugna con las conclusiones que derivan de los hechos tremendos que han tenido lugar en España desde julio último. Ni por instinto de conservación, ni por caridad, ni por los mismos postulados de la doctrina católica podía adoptar la prensa extranjera tal actitud con nosotros. El General atribuye el fenómeno a malquerencia tradicional, a miedo a situaciones de dictadura, a la acción neutra del populismo contemporizador, a la influencia del judaísmo y masonería y especialmente al soborno de algunos directores o redactores de periódicos que —es un hecho que consta— han recibido fuertes sumas para la odiosa campaña. El hecho es desgraciadamente cierto…».

«Una declaración interesantísima del General Franco es que no consentirá en España tendencia alguna en que se concrete un sentido de racismo pagano de forma hitleriana

«El General Franco me había dicho que “de la masonería no quiero que queden en España ni las raíces”. Más explícito fue en esta conversación. La masonería cuenta en España con unos veinte mil adeptos

En esta conversación «he podido convencerme una vez más de que el General Franco, a más de su profesión neta de los principios católicos y de su vida ajustada a ellos, es el hombre de talento, justo, de autoridad suave y fuerte que he descrito ya en otras informaciones, a quien juzgo capaz, y con ansia viva, de hacer una España digna de sus glorias antiguas»… (págs. 442-445). 

A Monseñor Pizzardo (24 de mayo de 1937), con quien se había visto en Lourdes. «Respondo… a la insinuación que me hizo V.E., como oída de un antiguo diplomático, de que posiblemente el General Franco abusara de su posición de dictador contra la Iglesia. Rei-tero en este punto mi afirmación, hecha personalmente a V.E., de que hasta ahora nada consiente presagiar esta actitud del Generalísimo para con la Iglesia… No se puede predecir lo que hará un hombre de Estado en una situación futura; pero ni el temperamento, ni la formación religiosa, ni las reiteradas afirmaciones del General, ni los actos realizados en favor de la Iglesia hasta ahora consienten abrigar el más leve temor de un régimen arbitrario en lo que atañe a la Iglesia. Precisamente en la cuestión de nombramientos episcopales, especímen aducido por el aludido diplomático, Franco no ha dejado de repetir que “no quiere ser como los políticos del antiguo régimen monárquico que hacían Obispos”… Tengo ya dada información sobre este punto con fecha 24 de octubre de 1936» (pág. 450).

Al Cardenal Pacelli (8 de mayo de 1937). Al hablar de las condiciones puestas por Mola y Franco para la rendición de Bilbao (entre ellas Franco puso: «En el orden político se concederá a Vizcaya la descentralización administrativa en forma análoga a otras regiones favorecidas»), Gomá comenta: «Con ello ambos generales han dado pruebas de un espíritu magnánimo, especialmente el General Franco, en quien se dibuja cada día con mayor rigor un sentido de justicia y de bondad que tan bien se armonizan en un hombre de gobierno que aspira a la reconstrucción del país por la vía legal y con un régimen de paternidad» (págs. 439-440).

Al Cardenal Pacelli (7 de abril de 1937). Insiste en lo escrito en el 15 de diciembre pasado. «El General Franco ofrece garantías bastantes para la formación de un Estado católico; que el triunfo de sus contrarios sería la definitiva ruina de todo lo que la Iglesia en España; que cuenta con la adhesión de todo el pueblo católico, que tiene en él su única esperanza; y que las máximas probabilidades militan en favor del triunfo de sus armas… La Jerarquía en España se ha adherido entusiasta, desde sus comienzos, al Movimiento, que ha considerado como una verdadera Cruzada en pro de la religión» (págs. 421-422).

Gomá traslada, traducidas, a Franco estas palabras del Papa (por medio del Cardenal Secretario, 21 de julio de 1937): «Que renueve al Excmo. General Franco, cuyos sentimientos católicos le son bien conocidos, la expresión de su viva complacencia por las pruebas de filial devoción dadas a la Santa Sede». «De tales pruebas ha sido particularmente grata al corazón de Su Santidad la acogida rápida y completa del cálido llamamiento hecho recientemente, en nombre del Divino Redentor, a la fe de católico del General Franco en favor de una rápida conclusión de las negociaciones para la rendición de los vascos, que permitiría al mismo tiempo evitar todo ulterior derramamiento de sangre»… «La augusta confianza que el Santo Padre alimenta a los generosos esfuerzos del General en favor de la Iglesia en España, cuyos bienes se convertirán, a su vez, en grandes ventajas para esta cara nación» (págs. 446-467).

Carta de Gomá a Franco (19 de marzo de 1939). Poco después de su coronación, el nuevo Papa (Pío XII) le dijo: «Sírvase transmitir al General Franco mi bendición, con mis mejores afectos, y con los votos que formulo para el pronto triunfo de las armas españolas...» (pág. 510).

Informe del Cardenal Gomá al Nuncio Monseñor Cicognani, 11 septiembre 1938, a propósito de Acuerdos con la Santa Sede:

«El momento actual es sumamente delicado. Por una parte, algunos elementos del Gobierno —cierto que los menos influyentes en el orden diplomático— no se distinguen por su fervor católico y perdura en ellos algún recelo sobre supuestas actitudes pasadas de la Santa Sede, al tiempo que son los impulsores de una tendencia me-nos arraigada en la tradición española (…). Por otra parte, por iniciativa del Jefe del Estado, secundado por los elementos más sanos y valiosos del Gobierno, se intenta una concordia con la Santa Sede» (págs. 49 3-49 4).

Un interesante juicio general sobre Franco, aparte del aspecto religioso, lo expresa el Cardenal Gomá en su informe del 3 de marzo de 1937, que siguió a varias reuniones con Franco habidas en enero y febrero del mismo año:

«Mi convicción es que se trata de un excelente hombre de Gobierno que, cuando esté libre de las preocupaciones de la guerra, podrá rápidamente ajustar la máquina del Estado según las normas de la justicia y las exigencias de la tradición… Sobre su religiosidad ya he informado… Es hombre de talento privilegiado; de comprensión rápida y fácil; justo, natural y sobrio en la expresión. Es ponderadísimo, no viéndose en él, ni en los momentos más graves y que más podrían apasionarle, sino el juicio sereno sin asomo de exaltación» (pág. 148).

Por último, los lectores que estén enterados de lo que algunos escriben acerca del Cardenal Vidal y Barraquer, presentándolo como el anti-Franco y el antiGomá, agradecerán el dato siguiente. Después de informar Gomá a los Obispos sobre su primera entrevista oficial con Franco como Representante de la Santa Sede (celebrada el 29 de diciembre de 1936), el Cardenal de Tarragona refugiado en Italia escribía el 19 de febrero de 19 37 a Gomá suplicándole «que se digne expresar verbal y reservadamente sólo a la persona cerca de la cual ejerce su misión altísima (Franco), mis salutaciones y homenajes de simpatía y afecto y mis sinceros votos de que se logre cuanto antes alcanzar y establecer en nuestra España una paz sincera y perdurable, cimentada en el amor cristiano y en la armónica convivencia de todos los hombres de buena voluntad. Desde este acogedor retiro ruego a Dios por el triunfo de la Iglesia en nuestra patria…» (pág. 98).


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