Franco, espejo de soldados (II), por Carlos de Meer

 

Carlos de Meer 

Boletín Informativo FNFF Nº 37

 

En junio de 1923 el Teniente Coronel Franco llega a Ceuta para hacerse cargo de la Legión, e inmediatamente recibe la orden de marchar hacia Tifa-ruin, puesto cercado por los rifeños, a punto de caer en su poder. Franco, a marchas forzadas, se dirige al puesto, mientras un avión lleva a los cercados el siguiente mensaje: «resistid unas horas, Franco viene en vuestro auxilio»… Desde Tifaruin el heliógrafo envía esta contestación: «si viene Franco, resistiremos. ¡Viva España!». Franco realiza un movimiento envolvente y ataca por la retaguardia a los rifeños. Estos, cogidos entre dos fuegos, huyen despavoridos. La Legión ha liberado el puesto de Tifaruin. Los dos jefes, liberador y liberado, se abrazan.

Tras esta operación, pide permiso para ir a Oviedo, donde, por fin, contrae matrimonio el 16 de octubre de 1923.

El 13 de septiembre de 1923, ante la situación caótica que padece España, el Capitán General de Cataluña, D. Miguel Primo de Rivera, se hace cargo del poder para salvar a España de la anarquía y desintegración en que se encuentra sumida.

1924. En Marruecos la rebelión se extiende a las kábilas de la zona Occidental y recomienza la guerra. Muchos puestos quedan aislados. Uno de estos puestos, colocado en situación desesperada, es Koba-Darsa. El alto Comisario llama a Franco, que estaba operando en Gomara. Franco monta a caballo y cabalga durante toda la noche. Al entrar en Tetuán le espera un coche que le conduce a la Alta Comisaria, donde recibe toda clase de información sobre la acción que debe emprender. Marcha a Uad Lan, donde están sus legionarios, y comienza a dar órdenes para actuar inmediatamente. Son las tres de la tarde de un día tórrido, con una temperatura de cincuenta grados. Alguien le pregunta la hora de comenzar el ataque y con-testa que inmediatamente, sin perder un momento. Se le objeta el tremendo calor y ser la hora de la siesta. Por eso responde: «les sorprenderemos durmiendo».

Dicho y hecho, ataca a la hora, sagrada para los moros, de la siesta. Al iniciarse la operación tiene siete bajas por insolación, pero los moros sor-prendidos son derrotados y Koba-Darsa queda liberada a las 4,30 de la tarde.

Por aquellas fechas el Alto Comisariado en Tetuán, por orden del Dictador estudiaba un plan de abandonar posiciones, que, a causa de su abundancia y dispersión, resultaban casi imposibles de mantener, y diluían excesivamente las fuerzas disponibles. La idea del General Primo de Rivera era replegarse a una línea (línea Estella) más corta, y defendible con menos gastos de vidas.

Franco escribió, por aquellas fechas, un artículo en la Revista de Tropas Coloniales, titulado «Pasividad e Inacción», en el que denunciaba los peligros de renunciar a la explotación del éxito, después de cada operación triunfante de nuestras tropas. Se había demostrado que las tropas españolas podían vencer al enemigo, pero tras cada operación victoriosa se habían paralizado las operaciones, con el resultado de dar tiempo al enemigo para reorganizarse.

Franco, enterado del Plan, se opone con energía razonando que una retirada de este tipo puede originar el pánico y dar lugar a un segundo Annual.
El General Aizpuru, Alto Comisario, le contesta exigiéndole obediencia estricta y disciplina militar rigurosa.

Pero el Teniente Coronel Franco invoca, ante su General un deber más elevado, para evitar un desastre a la Patria.

Aquella situación hace que el Comandante General de Ceuta, General Montero, reúna a los Jefes de Cuerpo, para pedirles su palabra de honor de acatar cualquier orden procedente del Gobierno, fuese la que fuese.

Todos los presentes fueron dando su palabra sucesivamente. Cuando llegó el turno al Teniente Coronel Franco, contestó que era norma de su conducta obedecer a los superiores, pero que él no podía de antemano compro-meterse a obedecer cualquier tipo de orden. Se atendría a las Ordenanzas y en caso de duda a lo que le dictase su honor. El propio Código de Justicia Militar le amparaba en el caso de que se le ordenase una rendición deshonrosa castigada por el propio código.

Tras hablar Franco, todos sus compa-ñeros rectificaron su anterior aceptación y adoptaron la gallarda y patrió-tica postura de Franco.

Otra vez miramos el espejo del sol-dado y Franco nos da, la imagen del CULTO a la PATRIA y al HONOR por encima de toda otra consideración, incluida la disciplina que exige una obediencia ciega, sin valorar las circunstancias.

En 1924, la rebelión de las Kábilas de Yebala, Gomara y Beni Aros es alarmante. El General Aizpuru decide trasladar a la Legión desde Melilla a la zona Occidental. Franco se traslada a Uad-Lau y reconoce todo el territorio de Tetuán a Xauen.

El plan de Primo de Rivera modificado supone el abandono de cerca de doscientas posiciones, aisladas en la zona de Gomara y Yebala y la retirada a la llamada línea Estella, garantizando las comunicaciones de Tetuán con Ceuta, Tánger y Larache. Para ello se organizarán tres columnas, que recogerán los puestos a ceder y deberán retirarse hacia Tetuán, abandonando la ciudad Santa de Xauen.

El 20 de agosto de 1924 se inicia la retirada por la cuenca del Uad-Lau de la columna mandada por el General Serrano Orive, maestro de Franco. En vanguardia marcha la Legión de Franco. Su misión, marchar desde la desembocadura del Lau, aguas arriba, liberando los puestos intermedios, hasta Dar-Akoba defendida por Mola, posición clave, que controla la cuenca de Lau y la carretera de Xauen a Tetuán, y que sufre asaltos continuos de los rifeños. Pero la columna Serrano, con Franco en vanguardia, carece de fortaleza suficiente, y fracasa al intentar liberar los puestos de Solano y Tazza, y ante el peligro de ser envuelta por fuerzas superiores debe retirarse hacia su base de partida.

Dada la gravedad de la situación, Primo de Rivera marcha a África para hacerse cargo de las operaciones. Es uno de esos gestos nobles, valientes y caballerosos propios del General Primo de Rivera, que quiere ser responsable de lo que pueda suceder.

A Franco, con sus banderas, se le traslada por mar hacia Tetuán y llegado allí, bajo el mando directo de Primo de Rivera, se le encarga asaltar la posición Metía del Gorgues, desde donde una batería bombardeaba la propia ciudad de Tetuán.

Franco ejecuta la operación con limpieza y rapidez sorprendentes. 

Se incorpora Franco a la columna del General Castro Girona, que marcha hacia Xauen. La Legión ocupa su lugar en vanguardia.

Los días siguientes se van concentrando en Xauen los puestos dispersos, tal como se había previsto, y se prepara la marcha en retirada hacia Tetuán.

En uno de sus gallardos gestos, Primo de Rivera decide hacerse cargo del Alto Comisariado y la Jefatura del Ejército de Marruecos, para asumir toda la responsabilidad de la difícil retirada de Xauen a Tetuán. El 15 de noviembre de 1924, las dos columnas son mandadas por Serrano y Castro. Franco se encarga de la retaguardia de ambas, con sus cinco banderas. Franco, con sus legionarios, aguanta en Xauen hasta el último momento, protegiendo las salidas de los diez mil hombres allí concentrados. La operación, peligrosa y difícil, se desarrolla en perfecto orden, aunque con muchas bajas. A Franco aquella retirada le deja una profunda tristeza y así en su diario titula, «Xauen la triste».

El citado Barea lo cuenta así: «…la verdad, sin ellos (el Tercio), el resto de nosotros no hubiera salido con vida. Y el tal Franco está más loco que todos ellos juntos. Le he visto en el maldito barranco, más fresco que una lechuga dando gritos… ¡Agacha la cabeza, idiota! ¡Dos hombres detrás de aquella piedra de la derecha Levantaba la nariz un soldado y le tumbaban patas arriba. Un oficial se acercó a él y te mandaron a hacerle compañía; pues bien Franco salió sin un rasguño. A mí me asustaba más verle que las balas…».

Por fin llega Franco, el último, a Ben Karrich con sus legionarios, después de haber protegido la retirada de aquellos diez mil hombres y haber sufrido dolorosísimas bajas. El Alto Comisario le concedía la Medalla Militar señalando que «se había distinguido particularmente a la cabeza de sus Banderas, demostrando que poseía las más brillantes cualidades militares… siempre en primera línea, sabiendo inspirar a las Banderas del Tercio, su espíritu intrépido…».

Es, en las retiradas, donde se de-muestra la calidad de un jefe. Franco, en esta dramática retirada, demuestra su categoría de jefe, su serenidad, su valor, su tranquilidad. Las pérdidas fueron muchas, pero la operación se llevó a cabo como se había proyectado, con orden, con disciplina.

VALOR, SERENIDAD, TRANQUILIDAD ante el peligro, capacidad para discurrir en medio del combate, des-precio a la muerte, esta es la imagen que el Teniente Coronel Franco refleja ante el espejo del soldado. Estas son las cualidades que transmite a sus soldados, que le convierten en el mejor jefe de aquellos dramáticos momentos. Su fama desborda Marruecos y la propia España, empieza a ser un soldado mítico.

El 7 de febrero de 1925, reconociendo sus extraordinarios méritos en la retirada en Xauen, se le asciende a Coro-nel, y se le concede el mando de la Legión. Elevando el rango de jefatura de la Legión, precisamente para permitir su permanencia al frente de aquella Fuerza. Posteriormente, por esta acción, se le concede su segunda Medalla Militar.

No trascurre una semana, desde su ascenso, cuando el Coronel Franco se le encomienda la misión de proteger el ferrocarril del Negrón. Cumple la misión y a continuación solicita del General Primo de Rivera le autorice una operación de desembarco en la playa de Alcázar Seguer, para acabar con la rebelión de Yebala, alimentada desde esta playita con armas europeas.

El 30 de marzo de 1925, Franco, con sus fieles legionarios, navega en seis barcazas K como vanguardia del General Sousa y con ellos desembarca en la playita de Alcázar Seguer. A pesar del nutrido fuego de los rifeños, la operación se desarrolla con éxito. Franco se ocupa de consolidar la zona ocupada y de allí regresa a Ceuta, para dar cuenta al General Primo de Rivera de los detalles de la operación, que deberá ser ensayo menor del pro-yectado desembarco de Alhucemas.

El segundo comandante del guardacostas Arcila que participa en la operación, era el Alférez de Navío Luis Carrero Blanco. Aquí conoció Franco al que, pasados los años, sería su más íntimo colaborador.
El General Primo de Rivera, una vez establecida la línea de defensa proyectada, dirige una proclama al Ejército, felicitándole por el desarrollo de las operaciones y la perfección de la triste pero necesaria retirada. Y pro-mete a sus fuerzas: «dentro de poco seréis un Ejército triunfador».

Por entonces, Abd-el-Krim tenía un Ejército de más de ochenta mil hombres y abundante artillería de origen francés, y cuenta con oficiales y consejeros europeos, entre ellos algunos de la Komintern.

Ensoberbecido por sus triunfos decide atacar al Marruecos francés, pues su proyecto es crear la Republica Rifeña con capitalidad en Fez. Efectivamente tiene una serie de éxitos contra las fuerzas coloniales de Lyautey y pone en peligro las comunicaciones de Fez. Los franceses, que hasta entonces se habían alegrado de las derrotas españolas, empiezan a comprobar que los rifeños son guerreros duros y bravos y que no tienen nada que ver con los pacíficos burgueses del Sur de Marruecos.

El Gobierno Francés llama a Lyautey y envía a Marruecos al Mariscal Petain, héroe de Verdún. Petain pretendió desarrollar una campaña militar de moldes europeos pero pronto comprobó que fracasaba ante los guerrilleros rifeños y que si quería pacificar la zona debería buscar la cooperación con los españoles.

Franco, en su «Diario de una bandera» había preconizado como única solu-ción para pacificar Marruecos el des-embarco en Alhucemas, puerta del Rif base de operaciones de Abd-el-Krim.

«Alhucemas es el foco de la rebelión antiespañola, es el camino de Fez, la salida corta al Mediterráneo y allí está la clave de muchas propagandas que terminarán el día que sentemos el pie en aquella costa».

El día 28 de julio de 1925 se entrevistan en Tetuán, Primo de Rivera y Petain y allí elaboran los planes de cooperación hispano-francés. Petain proponía marchar desde el Sur contra Axdir y Targuist, centros de acción de Abd-el-Krim. Primo de Rivera, mejor conocedor de la región, deseaba ocupar una base de partida en Alhucemas para atacar directamente a Axdir, siguiendo los planes hechos años an-tes por el General Berenguer. Para dominar a los belicosos Beni-Urria-guel se decidió que la operación de desembarco la realizaría el Ejército Español con la flota española y que la marina francesa cooperaría con su artillería de grueso calibre.

La operación se preparó con toda rapidez, gracias a la presencia del Dictador. Primo de Rivera y Sanjurjo elaboraron meticulosamente el plan de desembarco. Se organizaron dos cuerpos de Ejército de diez mil hombres cada uno. Uno en Ceuta, al mando del General Saro; el otro en Melilla, al mando del General Fernández Pérez. El desembarco principal se efectuaría en la playa de la Cebadilla, al Oeste de la mal llamada bahía de Alhucemas.

La vanguardia estaría al mando del Coronel Franco al cual se le concedía completa iniciativa, no sólo en la acción inicial del desembarco sino también en la elección de posiciones. Las fuerzas que se le dan a Franco .son sus dos Banderas Legionarias, más tarde tabores de Regulares al mando del Teniente Coronel Muñoz Grandes, artillería, zapadores, intendencia y sanidad.

Los transportes se concentraron en la bahía de Alhucemas el 8 de septiembre, pero el estado de la mar obligó a retrasar el desembarco para el día siguiente. Por fin, el día 9 a las ocho horas comenzó la flota la preparación artillera. Se tarda en reunir los trans-portes, dispersos por las corrientes, y hasta las doce no se puede iniciar el desembarco. Lo cuenta el Coronel Franco en su Diario… «Remolcadores y Uad muy ligeramente distanciados por lo reducido de la playa, avanzan con sus remolques a toda marcha sobre ella. Las negras barcazas levantadas de proa, con su extraño aspecto de naves primitivas, rompen el mar con grandes espumas. Sus motores, unidos a los de los remolcadores, producen un ruido infernal. Los cañones truenan sobre nuestras cabezas y la costa se cubre entonces con la negrura de las explosiones de la artillería de los buques. El enemigo hace fuego de cañón y ametralladora sobre las barcazas, intentando contener el avance. Estamos ya a unos mil metros de la ribera; suéltanse los remolques y las panzudas barcazas, impelidas por sus propios motores, conducen hacia la tierra de maldición sus enardecidos racimos humanos; ¡la suerte queda echada! Son los momentos de mayor emoción. Ya cae sobre nosotros el fuego de fusilería enemigo… de pronto una sacudida formidable detiene nuestra marcha; hemos tomado tierra; caen las planchas de desembarco pero aún quedan ante nosotros cincuenta metros de agua. La salida de los tanques, que debían preceder a las fuerzas, hócese imposible; los instantes son críticos. Al fin la corneta suena y el toque de ataque del clarín de guerra sigue la arrogante y decidida salida de harqueños y legionarios que con el agua al cuello y en alto los fusiles atraviesan rápidamente la distancia a la playa… Ya se trepa por sus arenosos acantilados y en su amarillo reflejo destacan como un sangriento rasgo los gayos colores de las banderas españolas que llevan las harcas. Es alcanzada la primera firmeza de la arena y en ella se afianzan las ametralladoras y especialistas… hacia la izquierda sigue impetuoso el avance… La disposición en que quedan las barcazas obliga a cambiar el orden de ataque de algunas unidades y vemos a la izquierda a los legionarios avanzar sobre las estribaciones de «El Fraile». Una compañía metida en el agua marcha por las peñas costeras a rodear la barrancada donde se encuentra el enemigo; se rebasa esta primera y se escalan las pedregosas alturas en dirección al Morro; los legionarios y harqueños se apoyan fieramente en la empresa común… ¡Nos hemos apoderado de la primera obra defensiva del enemigo! Un cañón y dos ametralladoras caen en nuestro poder. Se dejan atrás los campos de minas establecidos por el enemigo y se coronan brillantemente la primera y segunda fases previstas del combate… Son las tres de la tarde cuando quedan alcanzados todos los objetivos, con captura de tres cañones que el enemigo tenía en sus baterías de «El Fraile» y Morro Nuevo… La noche nos recoge ya afianzados al terreno. Todo el mundo vigila; las ametralladoras dispuestas con sus frentes repartidos, los morteros cubriendo las contrapendientes y barrancos; los granaderos repartidos en toda la línea y los sostenes dispuestos a reaccionar rápidamente en caso de ataque.

La bahía de Alhucemas, centro de la rebeldía marroquí y eterno fantasma de nuestras más duras campañas africanas, se ha esfumado hoy ante el recio empuje de las columnas españolas…».

Franco no lo dice en su relato, como es natural. Pero el primero en saltar al agua, al frente de sus legionarios, fue su coronel, es decir el coronel Franco.

Esta operación de desembarco fue realizada con tal perfección que se estudia como modelo en las academias militares y años después sería cuidadosamente estudiada por Eisenhower al preparar el desembarco en Normandía.

Abd-el-Krim reacciona furiosamente, atacando con especial dureza el sector defendido por el Coronel Goded. A la vez desarrolla un ataque diversivo sobre Tetuán, detenido en Kudia-Ta-bar.

En los siguientes días empeora el estado de la mar, impidiendo los suministros a las fuerzas desembarcadas. Las municiones excasean y se producen momentos sumamente difíciles.

Al fin el 23 de septiembre se desencadena la ofensiva. El General Saro, llevando en vanguardia al Coronel Franco, debe ocupar Yebel Malmusi alto… Los rifeños, perfectamente fortificados, resisten con brío. El avance de los legionarios es muy difícil. Las harkas marroquíes, ante los campos mina-dos, se aterrorizan e inician la huida. El Coronel Franco, entonces, lanza a sus Banderas legionarias y consigue subir a la cima del Yebel Malmusi. El objetivo ha sido alcanzado.

La segunda fase de la operación tiene lugar el 30 de septiembre. El objetivo designado a la Brigada del General Saro es el Monte de las Palomas o Yebel Buyhiar.

Se inicia el ataque a las siete de la mañana, la resistencia es durísima. El Coronel Goded avanza en primer lugar en el sector central. Las tropas de Franco se lanzan al asalto del Monte de las Palomas y lo coronan triunfalmente. Goded entra victorioso en Axdir.

Tras la operación, el General Saro habla del Coronel Franco en estos términos, dirigiéndose al Alto Mando.

«Quiero hacer una mención especial del Coronel Franco, el cual, por su brillante acción en este combate, ha con-firmado una vez más la idea que tienen todos, sin excepción, de su competencia, de su valor, de su serenidad y de todas las cualidades excepcionales, que hacen de él un jefe digno de todas las alabanzas…».

El jefe de la vanguardia se ha destacado de tal manera, que su nombre resuena en todo el protectorado y en toda España. Franco es ya un mito. Por esta acción es ascendido a Gen-ral el día 3 de febrero de 1926. Tenía 33 años y se convertía en el General más joven de Europa desde Napoleón. Cesa en el mando de! Tercio que entrega a Millán Astray y es destinado a Madrid, donde su vida va a sufrir un cambio trascendental.

El Coronel Franco pone de manifiesto en su actuación que la cualidad primordial del soldado es el Valor. Valor sereno. Audacia sin límite. Desprecio al peligro y a la muerte. Serenidad y capacidad para tomar decisiones en medio del combate.

Cuando Primo de Rivera, en febrero de 1927, decide recrear la Academia General Militar, de la cual él había sido alumno, sólo piensa para director en un hombre, el General Franco.

Franco recorre diversas Academias europeas y elabora un proyecto. Como sede de la Academia propone El Escorial, cargado de significación histórica, pero Primo de Rivera prefirió Zaragoza y allí mandó a Franco, a dirigir la construcción, partiendo de cero, en el campo de San Gregorio.

Su idea matriz es que la Academia debe moldear el espíritu de los futuros oficiales, darles un sentido místico de la profesión del soldado, que convierta al Ejército en un bloque unido, homogéneo sin ninguna clase de fisuras. No acepta profesores meramente técnicos, expertos sólo en tareas científicas; pide, sobre todo, en ellos, espíritu guerrero, ofensivo, amor a la Patria, entrega. Escoge sus colaboradores entre sus compañeros africanos, cargados de Medallas y expertos en la guerra y el sufrimiento por la Patria.

Igual que en el Tercio, Millán Astray condensa su espíritu, en un Credo Legionario. Franco elabora personalmente el Decálogo del Cadete, con idénticos principios, culto al Honor, culto al valor, culto al compañerismo pero, sobre todo, culto a la Patria. Los oficiales que salgan de la A. G. M., de Zaragoza no serán meros profesionales, serán espíritus entregados a unos ideales puros, defensa de la Patria, dentro de unas normas morales y religiosas estrictas.

El 5 de octubre de 1928, en la apertura de la A. G. M., pronuncia Franco el discurso inaugural y dice a los Cadetes: «…recibiréis las enseñanzas de esta brillante oficialidad, que, fundida en un mismo sentido de amor a España y fidelidad al Rey desea imprimir a vuestro carácter el elevado espíritu de los soldados españoles…».

Cuando la República decide cerrar la A. G. M., en mayo de 1931, el General Director pronuncia el discurso de despedida impregnado de tristeza, echando de menos la querida bandera, encerrada en una urna, habla a los Cadetes de caballerosidad e hidalguía y de la elevada espiritualidad, que ha procurado inculcarles. Sus párrafos sobre la disciplina son antológicos:

«…La disciplina, esa excelsa virtud, indispensable en la vida de los Ejércitos. ¡Disciplina!, nunca bien definida y comprendida. ¡Disciplina!, que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!… que reviste su verdadero valor, cuándo el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidas a la acción del mando. Esta es la disciplina qué nos inculcamos. Esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos… Elevad siempre los pensamientos hacia la Patria y a ella sacrificarle todo… Sobre el compañerismo dice: Compañerismo que lleva en sí el socorro al compañero en desgracia, la alegría por su progreso, el aplauso al que destaca y la energía también con el descarriado o perdido, pues vuestros generosos sentimientos han de tener como valladar el alto concepto del honor… Concepto de honor que no es exclusivo de un Regimiento, Arma o Cuerpo; que es patrimonio del Ejército y se sujeta a las reglas tradicionales de la caballerosidad y la hidalguía…» Termina diciendo: «Unamos nuestros sentimientos y anhelos por la grandeza de la Patria».

Acerca de la lealtad a D. Alfonso XIII, ya en el exilio, escribe la siguiente carta al ABC, para desmentir una noticia publicada en este periódico: «Excelentísimo señor Marqués de Luca de Tena… habiendo aparecido en el periódico de su digna dirección un retrato mío con la expresión de haber sido designado para ocupar la Alta Comisaria de España en Marruecos, mucho agradeceré. rectifique tan erró-nea noticia… pues ni yo habría de aceptar ningún puesto renunciable que pudiera por alguien interpretarse como complacencia mía anterior con el régimen recién instaurado o como con-secuencia de haber podido tener la menor tibieza o reserva en el cumplimiento de mis deberes o en la lealtad que debía y guardé a quienes, hasta ayer, encarnaron la representación de la nación en el régimen monárquico…».

En su discurso en la Escuela de Esta-do Mayor en 1946, dice el Generalísimo… «nuestra consigna es lealtad; lealtad al superior, lealtad al compa-ñero, pero lealtad, sobre todo, a España y a nuestros muertos».

Sobre el tema de la patria pronuncia en Sevilla, en 1956, las siguientes palabras:

«Fuimos rebeldes por la Patria desde los primeros años de nuestra vida… Afirmación de fe en los destinos de España… hubimos de entregarnos a una rebeldía santa por una Patria en trance de perderse».

«El Ejército constituye la columna vertebral de la Patria. Los Ejércitos tienen por misión, que les señala su ley constitutiva, la defensa de la paz y el orden interno y la defensa exterior de la Nación. ¿Cómo puede justificarse, si tenemos la obligación de defender a la Nación contra los peligros que la amenazan, que se pueda permitir la anarquía en la Patria o la subversión en su suelo? De los varios frentes de combate, los más peligrosos están hoy en el interior».

En declaraciones al ABC de Sevilla el 19 de julio de 1937 justifica el Alzamiento en que fue secundado por el pueblo:

«…Al Ejército no le es lícito sublevarse contra un partido ni contra una Constitución porque no le gusten, pero tiene el deber de levantarse en armas, para defender a la Patria, cuando está en peligro de muerte».

Hemos recorrido, brevemente, la biografía militar de Francisco Franco. Podemos, pues, relacionar las principales virtudes que adornaron al soldado. Su primera y principal virtud es el «Valor», la audacia. No hay soldado sin valor.

A continuación, pero no menos importante su inconmensurable amor a España, su «Patriotismo» causa y fin de todas sus acciones guerreras.

Además, el CULTO al HONOR, la LEALTAD, SERENIDAD, al COMPAÑERISMO, la DISCIPLINA, la INICIATIVA, el Amor a la responsabilidad y la decisión para resolver.

Estas virtudes guerreras se hallaban sublimadas en el Caudillo, por su profunda fe religiosa, que guio su conducta a lo largo de toda su vida.

Su devoción a la Virgen del Pilar, manifestada en este propósito: «…en el patio central de la Academia quiero colocar un altar de la Virgen del Pilar, para que desde su primera juventud aprendan (los cadetes) a amarla y a forjar en ella la fe, que habrá de conducirles a la victoria…».

Su fe en el bíblico Dios de los Ejércitos se evidencia en este párrafo, de su estudio sobre la Batalla de San Quintín: «…existe, sí, el Dios de las batallas. Sobre la intención y voluntad de los hombres, preside siempre la voluntad de Dios, que otorga las victorias y reparte las derrotas. Dios no suele abandonar las causas justas ni a los que de buena fe le sirven».

En el espejo del guerrero se refleja la imagen del soldado ideal que fue Francisco Franco, caracterizada esencialmente por su Culto a la Patria y al Honor, su Valor, Serenidad, Lealtad, Compañerismo, Disciplina, Iniciativa, Amor a la responsabilidad y Decisión para resolver.

Es, en este viril espejo, donde debe mirarse todo aquel que alguna vez haya pretendido ser un buen soldado de España.


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