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Franco visto por sus ministros.
Coord. Ángel Bayod
Página 437
Franco era consciente de que su poder personal era algo excepcional e irrepetible y de que, dada nuestra posición geográfica e histórica y nuestro nivel de desarrollo,
España tenía necesariamente que incorporarse a las fórmulas democráticas del mundo occidental al que pertenecemos.
Diplomático. Ministro de Comercio del 4 marzo 1975 al 11 diciembre 1975. Nació el 13 de noviembre de 1924. Es licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y Económicas. Ingresó en la carrera diplomática en 1947 y en el cuerpo de agregados y consejeros de Economía Exterior en 1955. Ha desempeñado puestos en el consulado de España en Montreal y en la Embajada en Ottawa. A partir de 1958 fue miembro de la delegación permanente de España ante la OECE participando en las negociaciones que condujeron a la entrada de nuestro país en dicho organismo y a la preparación y puesta en aplicación del Plan de Estabilización. Fue elegido presidente de varios comités de dicha Organización internacional. Al iniciarse las negociaciones con el Mercado Común fue trasladado a Madrid para ocuparse de las mismas en su calidad de subdirector general de Relaciones con las Comunidades Europeas y de secretario general de la delegación negociadora con el Mercado Común. Casado y con tres hijos. Fallece el 7 de junio de 2009, en Madrid.
¿Cuál es su visión personal del anterior Jefe de Estado?
Mi visión directa del anterior Jefe de Estado empieza antes de mi etapa de ministro. En efecto, yo había tenido ya contactos con él durante mi época de director general en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de subsecretario en el de Hacienda. Porque Franco no era un hombre que se encerrara ni se enclaustrara. Al contrario, a través de sus audiencias semanales veía a muchas personas y entre ellas a aquellas que ocupábamos puestos de dirección en la Administración española. Y estas entrevistas no eran meramente protocolarias. A Franco le gustaba oír y conocer no sólo las opiniones de sus ministros, sino también las de todos aquellos a los que recibía.
Sin embargo, es evidente que estos contactos episódicos no tenían la intensidad de relación que podía existir entre Franco y sus ministros.
Yo fui ministro de Franco en su último Gabinete. Y lógicamente yo tuve que conocer a un Franco muy diferente, aunque sólo fuera por razones de edad, al que conocieron otros compañeros de Gabinete de épocas preceden-tes. Por otra parte, en mi fase de ministro, Franco ya no actuaba de presidente del Gobierno, sino sólo como Jefe de Estado aunque continuara presidiendo periódicamente los Consejos de Ministros.
Mi etapa de ministro no fue muy larga, pero sí muy intensa ya que durante ella, aparte de los temas del terrorismo, que ya existían aunque hoy parezcan baladíes en comparación con la situación actual, tuvimos que so-portar la Marcha Verde sobre el Sahara en los momentos más críticos de la enfermedad de Franco y las negociaciones con Marruecos que permitieron a España salirse del atolladero en que estábamos metidos, de una manera relativamente satisfactoria y sin dejar este dardo envenenado al nuevo régimen de la Monarquía. Y como punto culminante de todo ello, la larga y penosa enfermedad del Caudillo con todos las problemas que la misma planteó.
Fue por consiguiente un período breve pero al mismo tiempo intenso, histórico y en ocasiones alucinante. Valga como anécdota el señalar que el Gobierno del que formé parte, fue en poco tiempo Gobierno de Franco, Gobierno del Príncipe de España en funciones de Jefe de Estado, Gobierno del Consejo de Regencia durante los días en que éste interinó la Jefatura del país y Gobierno del Rey Juan Carlos.