Franco y Abdelkrim, por Salvador Fontenla

 

Salvador Fontenla Ballesta

Boletín Informativo FNFF Nº 149

 

Franco y Abdelkrim coincidieron en Melilla, durante el tiempo que el primero estuvo destinado en esta plaza, desde el 6 de febrero de 1912 al 16 de junio del siguiente año, que marchó con su unidad, el Grupo de Regulares de Melilla, a la zona de Tetuán. Mientras que, Abdelkrim, muy adicto entonces a la causa española, era cadí (juez) en Melilla, donde tenía su residencia habitual.

Es posible que se vieran alguna vez por la ciudad de muy reducidas dimensiones, pero no se debieron conocer y posiblemente ni saludarse. Además, Franco que sirvió de subteniente y teniente en el Regimiento de Infantería África, estuvo casi siempre destacado, en servicios propios de su empleo militar. El futuro Generalísimo, al poco de llegar a Melilla, fue destacado a la meseta de Tifasor (24 de febrero), de donde paso a la posición de Ras Medua (15 de abril). Regresó a Melilla el 20 de diciembre, hasta el 10 de enero que fue nuevamente destacado a la posición Fuerte de las Minas. El 24 de abril se incorporó a su nuevo destino de Regulares, pasando inmediatamente destacado al campamento de Sebt.

Sin embargo, pocos años después, aunque nunca más se volvieron a ver, suponiendo que lo hubieran hecho alguna vez, Abdelkrim tuvo cada vez más noticias de Franco, y esas referencias eran cada vez peores para sus intereses políticos y militares. Hasta el punto que las noticias de su presencia en los puntos y momentos críticos del campo de batalla, le debieron producir un serio desasosiego, en aumento conforme avanzaban las campañas militares.

 

Las primeras acciones más destacadas como jefe de legionarios.

Los harqueños de Abdelkrim hostigaba diariamente el campamento de Senganga, desde un monte que lo dominaba. Franco observó que los tiradores enemigos solo hostigaban desde el amanecer al atardecer, y por la noche se retiraban dejando las correspondientes guardias.  Fuerzas legionarias al mando de Franco, durante la noche del 17 de noviembre de 1922, en una operación nocturna, rápida, por sorpresa y sin combate, ocuparon la cima del abrupto monte. Los rifeños, al llegar el nuevo día, vieron impotentes ondear la Bandera de España sobre la cumbre del monte. Fue la primera vez que Abdelkrim recibió un revés por la actuación personal y directa de Franco.

El Tercio de Extranjeros, en junio de 1923, era ya una unidad de choque muy valorada, por sus capacidades de combate y su eficacia, en gran medida gracias a Franco, su jefe táctico. El teniente coronel Franco, el día 18 de ese mes., se hizo cargo de su mando, y es manifiesto que potenció, aún más, sus capacidades y eficacia. Es indudable que ya Abdelkrim tuviera conocimiento de la figura militar que tenía delante, al frente de tan temible fuerza.

 

Los difíciles socorros a las posiciones avanzadas asediadas,

El líder rifeño, autoproclamado sultán del Rif, se veía impotente para hacer frente en campo abierto a las tropas españolas que, inexorablemente, iban ganado terreno. La única posibilidad que entendió para evitar una derrota segura fue tratar de repetir la acción de Igueriben y Annual. Es decir, cercar una posición avanzada, de difícil acceso, para impedir la llegada de las columnas de socorro y causar cuantiosas bajas a las tropas españolas, inasumibles para el gobierno español. Citaremos las operaciones de ruptura de cercos más sobresalientes.

 

Tifarauín.

La posición de Tifarauín fue asediado para impedir que fuera abastecida. Las columnas españolas de socorro fracasaron los días 17 y 18 de agosto de 1923. La situación comenzaba a ser desesperada para la guarnición de la posición, escasa de agua, bajo un sol inclemente.

El mando español tomó la resolución que, para salvar Tifarauín, Franco se desplazara urgentemente a la zona de operaciones, y para elevar la moral de los asediados les comunicó que Franco iría en su socorro, a lo que el capitán jefe de los sitiados contestó: “Haremos lo que podamos. Si viene Franco aguantaremos hasta que llegue”. Además, un pilotó les lanzó un mensaje escrito: “Ya ha llegado Franco de Tetuán”.

La posición de Tifarauín fue liberada el 22 de agosto gracias a una maniobra audaz, con un rápido movimiento envolvente. Las operaciones anteriores habían sido muy costosas para los españoles, con 142 bajas, y esta operación liberadora sólo costó 15 bajas; mientras que el enemigo dejó numerosísimos cadáveres y heridos sobre el campo, además de los que pudieron retirar.

 

Tizzi Azza.

La posición de Tizzi Azza era muy difícil de abastecer por las continuas y fuertes agresiones a los convoyes de abastecimiento. Se planeó una operación de castigo contra el enemigo, para dejar expedito el paso. Recordemos que el teniente coronel Valenzuela, anterior jefe del Tercio de Extranjeros, fue muerto en combate al tratar de socorrer esta posición.

Franco condujo, en enero de 1924, una fuerte vanguardia de la columna de operaciones y, una vez más, brilló su genio táctico, que facilitó el éxito de la operación, con gran quebranto del enemigo y otro grave fracaso de Abdelkrim.

 

Sidi Mesaud.

La posición de Sidi Mesaud, muy cerca de Annual, también fue cercada por Abdelkrim y con las mismas intenciones que con las anteriores, en mayo de 1924, y nuevamente fue Franco el encargado de romper el cerco, con fuerzas del Tercio de Extranjeros.

 

Cobba Darsa.

La posición de Cobba Darsa, en la zona de Wad Lau, fue atacada y cercada por el Jeriro, partidario de Abdelkrim. Todos los intentos de introducir un convoy habían fracasado y sólo se podía abastecer precariamente con lo que podían lanzar los aviones.

El jefe del sector de Tetuán recurrió nuevamente a Franco, que lo consiguió mediante un estudio concienzudo del terreno y un sorprendente cambio en la dirección de avance. Franco triunfó, con muy pocas bajas, donde antes habían fracasado cuatro intentos, con numerosas bajas, frustrando, una vez más, los planes de Abdelkrim.

 

La retirada de Xauen.

El gobierno de España ordenó, en el sector oriental, la retirada estratégica de las posiciones a la Línea Estella. Este repliegue tenía el punto vulnerable de la ciudad santa de Xauen, que estaba profundamente incrustada en territorio hostil, y rodeada de montes que la dominaban.

Esta difícil misión, de mandar la extrema retaguardia de la retirada, fue encomendada a Franco con sus legionarios. La retirada se hizo de noche, con el máximo sigilo y sorpresa. Los avezados observadores harqueños enemigos no se percataron, hasta que clareó el día, que los españoles habían abandonado Xauen. La presa era fácil y codiciosa, nada menos que atrapar a los odiados legionarios en una trampa mortal; pero, se le escapó entre los dientes a Abdelkrim.

 

El desembarco de Alhucemas.

El desembarco de Alhucemas fue el principio del fin de Abdelkrim, y el principal responsable de su éxito fue de Franco, como jefe de la vanguardia de desembarco.

Solamente la serenidad, amor a la responsabilidad y perfecto conocimiento de una situación táctica imprevista, decidió a Franco dar la orden de desembarco, cuando ya el jefe supremo de la operación y jefe del gobierno español había ordenado suspender la operación, porque la lámina de agua era superior a la esperada y recomendable.

El desembarco fue un total éxito, y las tropas españolas, en estrecha colaboración con muchos marroquíes y rifeños. hollaron el corazón de la resistencia rifeña y el feudo de Abdelkrim. La suspensión hubiera producido unos efectos tácticos y estratégico imprevisibles, pero muy desfavorables a los intereses españoles.

 

Colofón.

Franco fue el militar español, al mando de fuerzas legionarias, el principal enemigo táctico de Abdelkrim. El que más derrotas le produjo, batiéndole siempre en su propio campo y desbaratando sus planes operativos.

Franco fue un caudillo militar que por sus acciones guerreras africanas ahorró muchas vidas, mutilaciones y heridas de compatriotas, y muchas lágrimas a muchas madres. Los éxitos de Franco se debieron exclusivamente a su abnegación, valor personal, sentido de la responsabilidad y habilidades tácticas. Por tanto, y solamente por todo lo anterior, es incuestionablemente merecedor de la estima y consideración, como héroe nacional, de todos los buenos españoles.

 


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