FRANCO Y EL ALCÁZAR

 Santiago Marín Relanzón
Presidente de la Hermandad
de Ntra. Sra. Santa María del Alcázar. 
 
 
La Hermandad de Ntra. Sra. Santa María del Alcázar tiene como único Hermano Mayor de Honor al Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado Español y Generalísimo de los Ejércitos. ¿Es éste un nombramiento puramente protocolario u obedece a razones más profundas?  
 
Desde el comienzo del Asedio del Alcázar de Toledo, Francisco Franco tomó la decisión de liberarlo, decisión que algunos historiadores (civiles y militares) aún hoy consideran controvertida pues dicen, lo que de retraso supuso en la marcha sobre Madrid, supuso también de alargamiento innecesario en la Cruzada de Liberación (Guerra Civil a decir por los mismos historiadores). Sin embargo, el propio Franco entendió la trascendencia de su decisión de tal manera que, cuando al día siguiente de su liberación llegó al Alcázar, pronunció la famosa frase de “ahora sí hemos ganado la guerra”. Guerra que acababa de empezar y que evidentemente entonces no se sabía lo que duraría.   

 
Los defensores, los heroicos defensores del Alcázar de Toledo, tenían puestas sus esperanzas en dos personas. Primero en la Inmaculada, Patrona de Infantería (patronazgo que el gobierno de la Segunda República se había encargado de suspender), ante cuya imagen se acogieron y con fe la rezaron durante todo el Asedio. Y también en Francisco Franco. Éste, desde el primer momento y por medio de los mensajes que, junto con algunos víveres, les lanzaba sobre el Alcázar la Aviación Nacional, les comunicó que avanzaba hacia ellos, que resistiesen, que les iba a liberar. Tenían tan claro los defensores que Franco acudiría en su ayuda que, cuando los medios de comunicación republicanos empezaron a difundir la falsa noticia de la rendición del Alcázar, no dudaron en intentar contactar con las tropas nacionales para desmentirla. Y ahí el heroico sacrificio del Capitán Alba, que consiguió su propósito con la entrega de su vida.   

 
Ambos, tanto la Virgen del Alcázar como Francisco Franco, cumplieron con los defensores. Todo el Asedio constituye un continuo milagro, pues sólo reconociéndolo así puede entenderse la resistencia y la defensa. Como ejemplo cabe llamar la atención sobre el hecho de que a pesar de las pésimas condiciones higiénicas en las que vivieron hacinadas casi dos mil personas durante setenta días en los sótanos del Alcázar, no se produjera ninguna muerte por enfermedad, e incluso hasta se dieran dos nacimientos, personas que aún están vivas. Existen muchos detalles, algunos que se recuerdan y otros que desaparecieron en la memoria de los que ya no están con nosotros, que avalan la existencia del milagro durante la defensa, como prueba evidente del continuo amparo maternal ejercido por Santa María del Alcázar.  
 

Y Franco también cumplió. Y cuando llegó al punto donde la marcha de sus tropas debían cambiar de dirección para llegar a Toledo en lugar de seguir para Madrid, incluso contando con la opinión en contra de alguno de sus más allegados colaboradores, obedeciendo a la palabra dada, se dirigió a liberar Toledo y su Alcázar, consiguiendo llegar justo cuando la defensa era ya casi insostenible. Llegó lo que se dice “in extremis”. Lo cual también se puede considerar milagroso. Un par de días más tarde y sabe Dios lo que se hubieran encontrado las primeras fuerzas nacionales que entraron en Toledo. Sin embargo, la llegada puntual, en primer lugar del Teniente Huerta la noche del 27 de septiembre, y la del General Varela en la mañana del día 28, son las que permitieron que el Coronel Moscardó pudiera pronunciar su famosa frase “sin novedad en el Alcázar, mi General”. Llegadas que no se hubieran producido y frase que no se hubiera podido pronunciar si Francisco Franco no hubiera tomado su histórica decisión de liberar el Alcázar de Toledo.  
 
 

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