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Juan I. Salafranca Álvarez
Coronel de Infantería (Retirado)
Revista FNFF Nº 152
La Academia de Infantería
La vocación de Francisco Franco, siguiendo la tradición familiar era el ingreso en la Armada, a la que pertenecía su padre, que llegaría a ser Intendente y su hermano Nicolás ingresado en la Escuela Naval Militar, pero el cierre de este centro, como consecuencia de la falta de buques tras los desastres de Cuba y Filipinas, hizo que su vocación militar se orientara al Ejército y, más concretamente al Arma de Infantería, en cuya Academia consiguió el ingreso con la XIV promoción de 1907, incorporándose a ella en el Alcázar de Toledo el 29 de agosto de aquel año, con solo 14 años. Obtuvo el número 251 de 382 ingresados, todavía no empezaba a destacar; no obstante, ya resulta un triunfo que, pese a su extrema juventud consiguiera el ingreso, pues los aspirantes superaban los 1.500. El 13 de octubre prestó con sus compañeros el juramento de fidelidad a la Bandera.
En 1909 se dirige por primera vez su atención hacia África, con motivo de las operaciones de la campaña del Rif, que los cadetes siguieron con atención para desarrollar un trabajo que el director de la Academia, Coronel José Villalba Riquelme impuso, con gran acierto.
Finalmente, tras superar el plan de estudios, obtiene el empleo de 2º Teniente, denominación de los Alféreces en aquel momento.
Primeros pasos
Ante la imposibilidad de obtener destino en África, optó por volver a su tierra con su madre, a la que adoraba y, aunque su vida familiar se ajustaba a sus aspiraciones de joven de 17 años, la monotonía de los servicios y trabajos de guarnición no llenaba sus aspiraciones, máxime cuando alguno de sus compañeros ya había caído en tierras africanas, por lo que tan pronto como le fue posible obtuvo un destino en Melilla
Africanista
Destinado como disponible al cuadro de eventualidades de Melilla, enseguida pasó agregado al Regimiento África 68, que mandaba el coronel Villalba, que había sido su coronel en la Academia de Infantería, a cuyas órdenes pronto entró en operaciones en lo que luego se conoció por la campaña del Kert, recibiendo su bautismo de fuego el 22 de marzo de 1912. A partir de entonces su vida es una continua sucesión de operaciones que le permitieron conocer las particularidades de aquella peculiar guerra, bastante alejada de lo que había estudiado en la Academia donde, como es lógico se enseñaba, sobre todo, guerra convencional contra enemigo igualmente convencional.
Su capacidad de observación y su curiosidad por todo lo militar, le permitieron captar esas características, contribuyendo tan tempranamente a la forja de su condición de Oficial africanista, que ya nunca le abandonaría.
Fuerzas Regulares Indígenas
Durante aquella campaña del Kert y. ante el buen resultado que había dado la Policía Indígena creada por el Coronel Larrea, se decide la creación de una nueva Unidad formada por nativos bajo el mando de Oficiales españoles. La crea y organiza el Teniente Coronel Dámaso Berenguer y Fusté, que selecciona Oficiales con conocimiento y experiencia en las operaciones que hasta entonces se habían desarrollado y capaces de adaptar sus dotes de mando a la especial idiosincrasia del soldado rifeño.
Esta Unidad, que llegaría a ser la más condecorada del Ejército Español, inicia su gloriosa andadura el 30 de junio de 1911, con el nombre de Fuerzas Regulares Indígenas, que recoge su carácter regular, por contraposición a las harkas, idalas o gums que irregularmente se constituían para algunas operaciones y la particularidad de que sus componentes fueran indígenas.
Franco, ya ascendido a 1º teniente, enseguida se percata, al verlos combatir de las ventajas que representan su carácter voluntario, su conocimiento del terreno y su fácil adaptación a aquella forma particular de guerra, por lo que, en cuanto puede, solicita una vacante siendo destinado por Real Orden de 15 de abril de 1913.
Mientras tanto, finalizada la campaña del Kert, con la muerte de El Mizzian, en una acción en que un Oficial de Regulares obtiene la primera Cruz Laureada de San Fernando para estas fuerzas, el centro de gravedad de las operaciones se traslada a la zona occidental del Protectorado, donde la rebelión, unas veces encabezada y otras reprimida por el Raisuni, se había generalizado.
Aunque en distinto escenario, la vida del joven Teniente no varía de carácter, sucediéndose las acciones de guerra en las que siempre destaca, llegando a obtener una Cruz de María Cristina y el ascenso a Capitán por méritos de guerra en marzo de 1915, con solo 23 años; este modo de ascenso será una constante el resto de su vida militar, la antigüedad que se le asigna es de 1 de febrero de 1914.
Continúa en el nuevo empleo primero agregado y, luego destinado al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Melilla nº 2, al crearse éste. La Guerra Europea, conocida hoy como Primera Guerra Mundial, obligó a un cierto parón en las operaciones para no comprometer la neutralidad de España en este conflicto, no obstante, todavía el Capitán Franco pudo participar en operaciones y destacar, como siempre, en ellas. Cabe destacar aquella en que recibió la única herida de guerra de toda su vida militar.
El combate del Biutz
En uno de los períodos en que El Raisuni resulta amigo de España, la solicitud de algunas kábilas y la necesidad de asegurar la comunicación entre las comandancias de Ceuta y Larache y de Tetuán, capital del Protectorado con la zona internacional de Tánger, aconseja organizar una operación cuyo objetivo principal es ocupar posiciones y castigar El Biutz, cuya kábila, aunque teóricamente sometida mostraba una clara actitud de rebeldía, especialmente contra el propio Raisuni, al que el Alto comisario había encargado el control, entre otras, de ésta.
La acción se planeó dividida en tres operaciones simultáneas, al mando del propio Alto Comisario General Gómez-Jordana.:
De las tres nos centraremos en la primera, porque cubría la misión principal y porque el Capitán Franco formaba parte de la misma.
El General Milans del Bosch había fraccionado sus fuerzas en cuatro columnas, izquierda, centro, derecha y reserva. El Capitán Franco, al mando de su tercera Compañía del III Tabor del Comandante Muñoz Guiu, formaba parte de la del centro, tanto los Escuadrones de Regulares, como la 2ª Compañía ven detenido su avance por el denso fuego del enemigo, perfectamente atrincherado que les causa numerosas bajas, especialmente de Oficiales. La tercera Compañía, al mando del Capitán Franco se lanza al asalto y consigue ocupar la primera línea de trincheras y, desde allí, ya perdido su Capitán por una grave herida, con el apoyo de la columna de la izquierda, que ya había cubierto sus objetivos completa con éxito la operación. La dureza del combate queda fielmente reflejada en el historial del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla:
“El choque de la Tercera Compañía constituyó la fase más sangrienta del combate, pues en épica lucha cayeron todos revueltos en trincheras y pozos de tirador, encontrando en ella el Jefe del Tabor una muerte tan gloriosa como ejemplar. Así mismo fueron también heridos graves el Capitán y dos Oficiales, perdiendo esta Compañía entre muertos y heridos 56 hombres de los 133 que la componían.”
Como consecuencia de su muy distinguida actuación en este combate Franco sería propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, que no le fue concedida por un excesivo rigor del fiscal en la aplicación del reglamento, sí se le concedió el ascenso a comandante por méritos de guerra.
Pese a no concedérsele la Laureada, no cabe duda de que la actuación del Capitán Franco puede calificarse de heroica, por otra parte es de destacar que a pesar de que a lo largo de su carrera arriesgó su vida en las numerosas acciones de fuego en que intervino, esta fue en la única en que resultó herido y la herida fue de tal gravedad que solo pudo evacuársele al campamento de Kudia federico, próximo al lugar de la acción y tardó más de quince días en poder ser trasladado al hospital militar de Ceuta.
Preparación de La Legión
Ya como comandante, Franco es destinado al Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3 en Oviedo. Como siempre, la vida de guarnición no le llena y solicita el ingreso en la Escuela Superior de Guerra para seguir el Curso de Estado Mayor, pero le es denegado por su empleo de comandante.
No obstante, en este destino se produce un encuentro fundamental, al coincidir con Millán, siendo ambos Comandantes en unos ejercicios en la Escuela Central de Tiro, en la primera quincena de octubre de 1918, siendo los dos designados para la redacción de la memoria. A partir de entonces su amistad será firme y, cuando Millán consigue llevar adelante su proyecto de creación del Tercio de Extranjeros en el primero que piensa para tener a su lado es en Franco.
Aprobado el Real Decreto Fundacional el 28 de enero de 1920, Franco, desde su destino en Oviedo se vuelca en la organización del nuevo cuerpo y, junto a alguno de los Oficiales del Regimiento, prepara todo para que a final de agosto, cuando se pone en marcha el proyecto, su eficacia es tal que cuatro días después del nuevo Real Decreto, el Diario Oficial recoge ya la completa organización del Tercio. Cabe señalar que, de los primeros Oficiales destinados, dos Capitanes, Justo Pardo Ibáñez y Luis Balcázar Crespo han servido con Franco en el Regimiento del Príncipe.
La Legión debe pues en gran parte la eficacia que, desde su creación, ha mostrado siempre a la labor de organización de Millán-Astray, pero también a las acertadas disposiciones del comandante Franco, que refrendaría después en su mando de la primera Bandera al principio y del conjunto del Tercio en los empleos de comandante (tras la herida de Millán), teniente coronel y coronel.
De su visión organizativa es muestra que siempre quiso contar con una Unidad de Caballería, de cuya eficacia en combinación con los infantes había sido testigo en su mando de Regulares y que solo lograría, ya de Coronel en 1925 con la creación del Escuadrón de Lanceros.
Como puede verse en las anteriores líneas Franco fue un magnífico jefe legionario pero su forja para serlo vino prácticamente desde su salida de la Academia y su vocación africanista.
BIBLIOGRAFÍA