La nueva economía española: La agricultura (III), por Victoria Cachot

Victoria Cachot Martínez

“40 años en la vida de España”

LA REPOBLACIÓN FORESTAL

La restauración forestal de España era una necesidad ineludible dada la escasez de arbolado que se venía notando en nuestra patria desde hacía muchos lustros. De aquella España arbórea de la que hablaban los antiguos historiadores a la de los años 40 hay una diferencia abismal. A partir de la Guerra de la Independencia, con las tremendas talas llevadas a cabo sin que, posteriormente, se realizase algún tipo de repoblación, agravadas por las guerras carlistas y la de Liberación que también incidieron negativamente en el problema, la situación del bosque español era verdaderamente alarmante. El problema lo captó de forma clara el departamento correspondiente y la Dirección General de Montes centró su interés en paliar el abandono forestal en que estaban sumidos nuestros montes. Entre 1940 y 1960, más de un millón y medio de hectáreas han sido cubiertas de diferentes especies arbóreas. En el ámbito internacional, el esfuerzo realizado nos sitúa en el cuarto lugar del mundo en esta tarea repobladora, superado únicamente por Estados Unidos, Rusia y China, es decir, las tres naciones de mayor superficie geográfica del mundo.

España cuenta con algo más de once millones y medio de hectáreas arboladas, de las cuales 4.500.000 corresponden a especies de coníferas (pinos, abetos, alerces, cipreses, enebros, sabinas y tejos) y casi siete millones a frondosas (encinas, alcornoques, robles, castaños, hayas, chopos, eucaliptus, abedul, aliso, fresnos, acebuches, algarrobo y nogal). No obstante, únicamente siete millones y medio estaban cubiertas de verdadero bosque más o menos espeso.

España ha pasado a ser una de las naciones con más experiencia en trabajos de restauración de los montes, colocándose en los primeros puestos de la escala mundial. Los frutos, empezaron a recogerse al final de la década que analizamos.

Porque al bosque no hay que considerarlo tan sólo desde un punto de vista de beneficio directo (producción de maderas, resinas, pastas…) sino por lo que representa en la lucha contra la erosión, en la regulación pluviométrica, en el atenuante que es en cuanto a oscilaciones climáticas, en su influencia sobre la pureza de las aguas, contribuyendo, sin querer, al equilibrio e independencia económica de la población que se asienta en él y que por su causa fortalece el arraigo a las tierras arboladas.

Paralelamente a la labor de repoblación en los montes, el Servicio ha llevado a cabo una serie de trabajos de construcción de caminos para la saca de los productos y de carreteras forestales que han supuesto una cifra de 8.877 km. En la ordenación de montes se alcanzó la cifra de 1.491.000 hectáreas; las fincas adquiridas son 148.221, las construcciones de edificios, 1.037 y los cotos escolares, 377.

En el siguiente cuadro exponemos las repoblaciones forestales realizadas por el Patrimonio Forestal del Estado entre los años 1950-60 y en el cuadro número 2, el costo de esta repoblación. Las cifras son tan elocuentes, que nos evitan el menor comentario:

PATRIMONIO FORESTAL DEL ESTADO
AÑOS Con especies de crecimiento rápido

Ha.

Con especies de crecimiento medio

Ha.

Con especies de crecimiento lento

Ha.

Por otros servicios forestales Totales Ha.

Servicios forestales

1950 10.157 7.431 12.713 8.043 38.344
1951 10.861 11.535 12.332 11.062 45.790
1952 21.046 15.327 27.145 9.267 72.785
1953 22.554 35.138 42.143 12.053 111.888
1954 19.173 25.647 30.405 23.581 108.806
1955 19.611 37.521 57.986 12.300 127.418
1956 16.261 35.471 51.573 26.511 129.816
1957 20.668 31.625 58.527 26.008 136.828
1958 11.643 22.543 33.351 22.756 90.293
1959 18.610 33.427 56.202 15.507 123.746
1960 15.515 21.513 43.198 10.765 105.340
AÑOS Total

millones de ptas.

1950 160,8
1951 184,5
1952 294,6
1953 377,2
1954 434,9
1955 527,3
1956 663,4
1957 715,1
1958 709,9
1959 847,5
1960 778,0

Otro aspecto a señalar lo constituye la lucha contra las plagas. Se puede decir que hasta 1952 el problema de la defensa de nuestros montes frente a las enfermedades de los árboles estaba totalmente abandonada por carecer de medios con que combatirlos con carácter masivo. A partir de ese año, el Servicio de Lucha contra las Plagas Forestales inicia un estudio de la situación que ofrece unos resultados desoladores: más de millón y medio de hectáreas eran atacadas por las plagas. La «viridiana» o plaga de los encinares, ocasionaba unas pérdidas valoradas en mil millones de pesetas. Se iniciaron los trabajos de extinción a base de la fumigación aérea y tan sólo dos años después, se pudo constatar que en los encinares tratados, cuando antes se recogía una cantidad ínfima, se pasó a los casi mil kilos de fruto por hectárea, lo que supuso un aumento progresivo en el peso del ganado porcino que sobrepasó el 200 por 100. En el año 1960, los efectos de la plaga habían quedado reducidos a 200 millones de pesetas de pérdida frente a los mil millones señalados antes.

Otra plaga muy conocida y extendida, la «procesionaria del pino que prácticamente se encuentra ramificada por todo el país y que afecta, fundamentalmente a los pinares de Mallorca, Guadarrama, Ávila y Guadalajara, también ha sido atacada con éxito. Dos fases constituyen el tratamiento, una primera, en verano, mediante escuadrillas de avionetas que fumigan los bosques y otra segunda que consiste en la quema y corta de bolsones que han podido quedar y que se realiza en los meses de otoño e invierno. Esta plaga ha sido reducida al 80 por 100.

Otro grave problema de nuestros bosques, acrecentados desgraciadamente cuando redactamos estas líneas, son los incendios forestales. La magnitud de los mismos es de tal envergadura que, de no atacarlos de manera drástica, toda la labor de años se vendrá abajo en unos pocos meses. En los años 50, el Patrimonio, para luchar contra ese enemigo que, entonces, no revestía la importancia que desgraciadamente va a tener, construyó 16 torres de vigilancia, 35 casetas refugio, 3.088 km. de cortafuegos, adquirió 61 equipos telefónicos, 1.893 extintores, dos vehículos motobombas y formó, en escuelas de capacitación, 2.716 vigilantes forestales.

LA PESCA EN LOS RÍOS

Los ríos españoles constituyen una red fluvial estimada en 70.000 km. y aunque su anchura media no es grande, sí lo es su importancia por la abundancia y variedad de su fauna, lo que hace que se sitúen en un lugar de primer orden en cuanto a la práctica del deporte de la pesca se refiere. De esta red fluvial, veintidós ríos son característicos por su riqueza salmonera, 179 trucheros y 114 de especies diversas. El salmón y la trucha son las especies que da y merecida fama a nuestros ríos y por tanto las más apetecidas por los pescadores nacionales y extranjeros. El Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza, integrado en el Ministerio de Agricultura, ordenó la práctica pesquera creando 196 cotos fluviales, de los que 59 son salmoneros y el resto de especies diversas, aunque la trucha ocupa el primer lugar entre ellas. Estos cotos están vigilados por 330 guardas que son los encargados de cuidar esta riqueza nacional especialmente contra los furtivos y desaprensivos pescadores en épocas de veda. Otras medidas de protección son las que se ejercen contra las redes y obstáculos en estuarios y cauces, para impedir el aniquilamiento de las especies migratorias que necesitan paso franco para su reproducción y desarrollo vital.

Complementan estas medidas las 19 piscifactorías construidas por el Servicio, de las que 15 están dedicadas exclusivamente a salmónidos, que tienen una producción anual de seis millones de huevos embrionados, cinco millones de jaramugos pequeños y tres millones de grandes. Con ello se realiza la repoblación en nuestros días, consistente en el revestimiento de seis millones de alevines al año.

LA CAZA

La caza mayor en España la constituyen ocho especies de importancia: jabalí, rebeco, gamo, cabra montesa, corzo, muflón y oso; la menor que es la que goza de más aceptación — el conejo, la liebre, la perdiz, la codorniz y otras especies de aves —.

Quince Parques Nacionales, Cotos y Reservas, son los lugares donde, preferentemente, se desenvuelve la caza en España de los años 1950-60. El número de licencias de caza es de 286.240 lo que supone unos ingresos de algo más de 286 millones de pesetas ya que el gasto anual medio por cazador viene a ser de unas mil pesetas.

Desde 1949 se han llevado a cabo 80 operaciones de suelta de animales de caza mayor y menor, principalmente en los Parques y Cotos Nacionales. Fueron repoblados, con gamos, los montes del Morrazo (Pontevedra), sierra de los Ancares (León) y montes de Zamora. Las sueltas de ciervos se realizaron en Huesca, Ancares, Morrazo y Albarracín; en Covadonga se repobló con sueltas de cabra montés y en el valle de Ordesa, con faisanes.

Como dato podemos señalar que el número de piezas cobradas de especies de caza mayor es de unas 7.500 y de menor, el número sobrepasa los 14.000.000, lo que da una producción total de caza estimada en unas 7.400 toneladas. Cifras todas ellas que son indicativo de la importancia de esta riqueza en nuestra patria.

LA GANADERÍA

Dentro de la producción agraria, la ganadería tiene una singular importancia ya que supone un 30 por 100 de la misma. No es la ganadería, salvo raras excepciones, una entidad inde-pendiente del agro sino que se inserta totalmente en él, unas veces como antecedente y, las más, como complemento de las labores de cultivo.

Sin poder echar las campanas al vuelo ni por el valor ni por la calidad de nuestros productos ganaderos, sí se puede decir que en los años que median entre la terminación de la Guerra de Liberación y el principio de los 60, el sector ganadero ha experimentado una profunda transformación. Hay que partir del hecho cierto de que la guerra incidió de forma absolutamente negativa en el sector ganadero, especialmente en determinadas especies — ganado de labor — que se emplearon en las necesidades bélicas de ambos contendientes, lo que supuso una pérdida de casi un tercio de la cabaña existente en 1936.

Si comparamos los censos ganaderos de los años 40 y 60, podremos observar que hay un evidente retroceso en gran parte de las especies con excepción de la porcina. Estos descensos tienen su justificación en la mecanización del campo que lleva consigo la desaparición de gran número de animales de trabajo, especialmente en las especies caballar, mular, bovina y asnal. Las cabras, por otra parte, también han sufrido una considerable merma, pero ello significa que han sido sustituidas por otras especies más rentables desde todos los puntos de vista ya que el ganado cabrío resulta antieconómico al desaparecer los espacios que se dedicaban al pastoreo de este ganado debido al fomento forestal que se ha llevado a cabo.

Pero si miramos el conjunto de la ganadería, pese al retroceso, insistimos, de la población ganadera que podemos considerar como no especializada, se nota un incremento progresivo en los censos de población animal de especies selectas y de aptitudes definidas.

Así, al empezar la década disponíamos de un censo de vacas de leche cifradas en escasamente medio millón de cabezas, pertenecientes a las zonas holandesa y suiza, pasando, al inicio de los años 60, a más de un millón de reses. En la especie porcina el aumento fue pasar de 15.000 cabe-zas a 270.000.

En el ganado ovino, los aumentos de población hacen referencia, principalmente, a los tipos entrefino y a la raza merino precoz para los de doble aprovechamiento carne-lana, mientras que las razas de triple aprovechamiento, leche-carne-lana, el aumento se realiza en las manchega, castellana y churra.

Todo ello da como resultado un espectacular aumento en las cifras de producción que, en el caso de la leche, pasa de 2.300 millones de litros en el decenio 40-50 a 3.708 en el 50-60.

En la carne, de una producción media de 278.000 toneladas, se pasa a la de 811.461.

En huevos, de una producción de 266 millones de docenas en el quinquenio 1950-54, se logra, al finalizar la década, una producción de 450 millones de docenas.

Todos estos aumentos tienen su origen no sólo en el cambio operado en la estructura interna de los censos de las distintas especies, sino en la acción de selección y mejora de la ganadería, que nos ha situado en 1960, en una producción media de leche por vaca y de huevos por gallina censadas de 1.800 litros y 147 huevos por año, en contra de los 1.200 litros y 113 huevos de producción media en 1950.

La mejora de la ganadería se debe a la labor desarrollada por las Estaciones Pecuarias y los Centros de Selección Ganadera que se afanaron en importar animales selectos y a generalizar el método de inseminación artificial.

Durante los últimos años, estas estaciones pecuarias han distribuido las siguientes cantidades de animales selectos 1.800 cabezas de vacuno; 15.100 de lanar; 20.600 de porcino; 4.250 de caprino; 5.850 conejos; 512.000 gallinas y 1.275.000 huevos para incubar.

La inseminación artificial se empieza a implantar en España en 1952, alcanzándose el medio millar de Centros insemina-dores. Como ejemplo de la labor desarrollada, señalaremos que mientras en el citado año 52 se efectuó la inseminación de 11.324 vacas, en el 60 se alcanzaba la cifra de las 200.000. En el ganado lanar, de 1.278 ovejas se pasó a superar las 100.000 en el mismo período de tiempo. Estos servicios se realizan a base de ejemplares de calidad inmejorable adquiridos en nuestro país o en las naciones que cuentan con mejores sementales. En los años que nos ocupa este trabajo, los Centros llegaron a disponer de un plantel de sementales compuestos por 311 toros, 397 carneros y 12 excelentes garañones.

Si nos detenemos brevemente a examinar aspectos particulares de la cabaña lanar, vemos que los Servicios de Mejora Ovina han reconocido dos millones y medio de cabezas pertenecientes a 12.500 ganaderías particulares, fijando 360 rebaños con 250.000 cabezas para la selección de ejemplares productores de carne y lana y otros 160 rebaños con 4.000 cabezas para la obtención de animales de alta selección en la producción de leche.

Junto con la selección de especies, la mejora de nuestra ganadería se debe también a la labor sanitaria y las consiguientes campañas de saneamiento ganadero.

Los años 40 presentan un panorama inquietante en cuanto a las ondas epizoóticas se refiere. Durante 20 años, la fiebre aftosa constituyó un duro quebranto para nuestra ganadería. Más de tres millones y medio de invasiones, que afectaron principalmente a las especies bovina, porcina y ovina, se registraron en España. Los daños producidos por esta enfermedad rebasaron los 1.375 millones de pesetas. En 1942 se empieza a luchar, a fondo, contra esta enfermedad y en 1960 se puede decir que está, prácticamente, erradicado el mal.

A veces, una enfermedad animal puede tener repercusiones impensables. Como ejemplo podemos señalar el de la rabia, que aparte de los males ocasionados en la cabaña, fue un arma negativa para el turismo español cuando empezaba a abrirse camino. El número de casos de rabia era de unos 1.000 al año. A partir de 1952 se inician las campañas antirrábicas que dan como resultado que en el 60 sólo se registren 17 casos de animales afectados por esta enfermedad.

Otra plaga detectada en nuestra ganadería y erradicada también fue la conocida con el nombre de «lengua azul» que se produce en 1956 en nuestros rebaños lanares. Fue una enfermedad que en sólo cuatro meses invadió las ganaderías de trescientos municipios correspondientes a 11 provincias. El primer impacto ocasionó la muerte de unas 130.000 cabezas.

Los años 57 y 58 son años de lucha a fondo contra la enfermedad; se vacunaron más de 35 millones de animales y el peligro de la terrible enfermedad, desapareció de nuestras cabañas lanares.

La preocupación sanitaria actual — 1960 — se centra en la llamada «peste porcina» que significa un sensible quebranto en el sector y en el que, todavía, no se han conseguido resultados esperanzadores, pese a los trabajos de investigación que lleva a cabo el Patronato de Biología Animal tratando de encontrar una vacuna preventiva contra dicha enfermedad.

Este Patronato de Biología Animal, fundado en 1952, es el órgano principal de investigación dependiente de la Dirección General de Ganadería. Los Laboratorios Regionales Pecuarios y los Centros de Selección Ganadera, secundan la labor del Patronato, experimentando nuevas técnicas y empleando todos los recursos que habilita la investigación. La importancia de este Patronato queda reflejada en el hecho de haber sido distinguido por los organismos internacionales como centro mundial para el desarrollo de cursos sobre los conocimientos más avanzados en torno a la peste porcina. Este reconocimiento hay que generalizarlo a la totalidad de los trabajos llevados a cabo, a esfera nacional, por cuantos se afanan en conseguir para la ganadería española, el puesto que, como en otras esferas del desarrollo, le corresponde por su capacidad y su entrega ilusionada a la tarea de conseguir una patria mejor para todos los que sienten el orgullo de llamarse españoles.


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