Prieto, Largo, Negrín, Companys, etc., dejaron en octubre del 34 un tremendo balance de sangre y destrucciones, pero fracasaron en toda la línea. En cualquier democracia, sus organizaciones habrían sido disueltas e ilegalizadas mientras no abandonaran su guerracivilismo. Pero en España, los “fascistas” les permitieron continuar a todo trapo, e incluso convertir las cárceles en centros de agitación política.
Y aquellos dirigentes supieron utilizar las facilidades otorgadas por los “fascistas” para ganar la iniciativa política. El método fue una gigantesca campaña nacional e internacional acusando al gobierno “fascista” de una represión feroz y asesina contra los ya vencidos revolucionarios de Asturias. En la campaña participaron también los comunistas, la masonería y gran parte de las izquierdas europeas, useñas e hispanoamericanas.
¿Se trataba de acusaciones veraces o de calumnias? Obviamente hubo algunos abusos represivos, lógicos en tales circunstancias, pero absolutamente lejos de lo que pretendían Prieto, Largo, Negrín y compañía. Esto se demuestra fácilmente: en las elecciones siguientes, de febrero de 1936, el Frente Popular convirtió las denuncias de terror en Asturias en el eje de su campaña electoral, prometiendo investigarlas en cuanto llegara al poder. Que llegó, después de falsificar las elecciones… para olvidarse por completo de su promesa, que ya había cumplido su misión de engañar y soliviantar a las masas.
Así, con una marea de calumnias masivas, los criminales que habían planeado y llevado a cabo una brutal guerra civil, aunque por fortuna breve, saltaban del banquillo de los acusados al estrado del fiscal presentándose nacional e internacionalmente como víctimas de un feroz “fascismo”… que les mantenía legales sus organizaciones y apenas perseguía su agitación.
El método de la calumnia masiva ha sido tradicional no solo en el PSOE de Prieto, Largo y Negrín, sino también en el actual. Y por desgracia les ha dado un gran resultado. La campaña por las supuestas atrocidades de Asturias envenenó la conciencia del país con una marea de odios que estallaría al recomenzar la guerra civil en julio de 1936 en forma de asesinatos, personas quemadas vidas, iglesias y bibliotecas devastadas, etc. Es una lección histórica del máximo valor, si queremos evitar su repetición. En Por qué el Frente popular perdió la guerra y en La Segunda República española, próximo a aparecer, detallo esta historia que ningún español debería ignorar.
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