Lo que la prensa nacional dijo del legionario Francisco Franco, 1921-1925 (I), por Francisco Torres

 

  Francisco Torres García

                                                                       Historiador. Catedrático de Secundaria

Boletín FNFF Nº152

 

Situándonos en el tiempo, cabría preguntarse sobre la imagen que los medios de comunicación, fundamentalmente la prensa, transmitieron a los españoles de los años veinte sobre Francisco Franco. Lo hicieron con una notoria unanimidad con clara ausencia de negatividad, y eso que entre los cronistas de guerra en 1921 figuraba Indalecio Prieto, quien no regateó elogios al Tercio.

En la primavera de 1936, en no pocas pantallas españolas, se exhibía una película francesa, quizás la mejor de Julien Duvivier, que se abría con una dedicatoria al general Franco, La bandera. En la segunda mitad de los años veinte se llegó a editar un coleccionable de fascículos breves sobre la campaña de Marruecos, uno de los números llevaba en su portada la fotografía de Francisco Franco y a él se hacían no pocas referencias en la serie. Incluso en publicaciones como Páginas Escolares, en noviembre de 1925, aparecía la foto del coronel Francisco Franco como uno de los «españoles de Axdir», en referencia a las últimas operaciones de la guerra, junto con los otros dos protagonistas: los generales Primo de Rivera y Leopoldo Saro.

Entre 1921 y 1925 la prensa militar y la prensa diaria, bien de tipo nacional, bien de tipo regional, una y otra vez, hablaron del comandante de la 1ª Bandera y, tras asumir el mando en 1923, del Jefe del Tercio. Es fácil percibir en la información un in crescendo en la cadencia con que los españoles conocieron la presencia de Franco al frente de operaciones y columnas en las noticias sobre la guerra. En 1922 ya era un militar famoso gracias a las crónicas de unos incipientes corresponsales de guerra.

Es imposible en el corto espacio de un artículo tratar de resumir lo que dijeron de aquel soldado, mientras estuvo en el Tercio, siendo evidente, en medios periodísticos, la progresiva simbiosis entre Franco y La Legión a partir de la campaña de la reconquista tras el desastre de Annual. Dejemos a un lado en nuestro análisis el hecho de que Franco participará en la fundación de la Revista de Tropas Coloniales. Propagadora de Estudios Hispano-Africanos y fuera su director desde diciembre de 1924; en ella firmará 29 artículos, quizás alguno más sin su nombre. Entre ellos las páginas de su Diario de Alhucemas; prescindamos conscientemente de algún periódico como La  Correspondencia militar por su propia naturaleza. Vamos a centrarnos en el resto de la prensa.

El hecho incuestionable es que Franco se convirtió en un «héroe» en las páginas de gran parte de la prensa e incluso, como testimonia Juan Ferragut (pseudónimo del escritor Julián Fernández Piñero), fue la inspiración para sus popularísimas Memorias de un legionario, que se cerraron con un capítulo dedicado a una acción real en la que participa Franco como personaje, que no se incluyó en la recapitulación de los artículos en forma de libro (con varias decenas de miles de ejemplares vendidos). Y hubo poesías y novelas dedicadas al jefe legionario. El propio Ferragut, en una entrevista realizada en 1923 en la revista Nuevo Mundo, lo presentará como «el héroe de la campaña marroquí». Si evidentemente era una exageración, lo cierto, como veremos es que el calificativo de héroe fue recurrente al referirse a Franco.

Como comandante de la 1ª Bandera se transformó en el héroe y el mito del Tercio, algo que también se percibe en las crónicas. Valga como muestra de ello este artículo publicado en La libertad (13-9-1921), que vamos a extractar, sobre el combates en el zoco del Had de Benisicar en los difíciles días de Casabona:

«La figura del comandante Franco, del Tercio de Extranjeros, se está agrandando de tal forma, que es una de las que más interesan de la campaña.

Siempre sereno, sonriente, aparece sobre sus soldados en el puesto avanzado de mayor peligro.

De Franco se dice que, cuando él mismo de orden de “¡Pie a tierra!”, nunca desciende él del caballo, como si su figura fuese a ser respetada por las balas.

Su valor, rayano en temeridad, no tiene ninguna jactancia. Quizá él mismo ignora que lo tiene. Y si sabe de su valor procura siempre callarlo, como si fuera uno de sus defectos. Tanto es así, que lo peor que se le puede hacer a este comandante de figura de niño, que juega a la guerra como un caballero enamorado de la muerte, es hablarle de sus arrogancias ante el enemigo.

Estas mismas líneas que justamente le dedicamos hoy, porque todos sus soldados y toda Melilla lo ha mirado como a un héroe, sabemos que han de molestarle.

Pero si sufrimos mucho el enojo de los hombres por haberles censurado ¿no vale más sufrirlo por haberlo elogiado?

Franco tiene ahora 28 años […] No es hombre que se haya familiarizado con el fuego por no haber sentido sus efectos. Sabe también lo que es caer en el campo de batalla. Lo que sucede es que es militar por temperamento y devoción, hombre nacido para la guerra, capaz dentro de su carrera de todos los sacrificios.

Cuando se formó el Tercio, fue el primero en solicitar su ingreso, y tiene puestas todas sus ilusiones dentro de esta aguerrida tropa.

Sus soldados le adoran.

En la acción que relatamos, serenamente dio con su ejemplo personal el necesario vigor al ataque del Tercio, hasta el punto que más de una vez sobrepasó la primera línea en su caballo, mandando desde este punto peligrosísimo con una serenidad pasmosa.

Él fue también el que, al mando de sus soldados, desalojó los camiones blindados tumbados desde el otro día en la carretera de Casabona y verdadero fortín de los moros, que al amparo del blindaje tiraban sobre nuestros soldados impunemente.

Vencido el ataque, los legionarios volvieron la vista a su comandante y no pudieron menos de gritar:

-¡Viva nuestro comandante!

Mientras una ovación cerrada de todas las fuerzas llegaba a oírse en el zoco».

 

También por los cronistas de la campaña, aunque no quede registro, sabemos que fue herido de levedad en dos ocasiones: tras el combate «trajo una herida de gumía en la espalda, leve por fortuna, y que en el colmo de la modestia negó él, aunque a nosotros nos consta que se la está curando su ordenanza». Los relatos se suceden en la prensa, desde El Telegrama del Rif a El Imparcial pasando por La Vanguardia por citar algunos, ya que lo que hacen muchos periódicos de provincias es replicar la información. Reflejemos, por ejemplo, la crónica del combate en Dar Bono (El Imparcial, 18-9-1921) donde se le retrata como el «alma de la Legión»:

 

«El tiroteo no cesa. Las baterías hacen fuego contra los barrancos por donde acomete o huye la morisma Y conforme avanzan las tropas, crece la línea de fuego jarqueña. Hay un instante en que abarca desde las proximidades de Tizza hasta las cercanías del zoco. Regulares y terciarios dan fieras embestidas y alejan a los moros por unos instantes; pero al poco vuelven, más osados, más impetuosos.

Desde una casucha, de bajas paredes parduscas, tirotean sin descanso a la bandera del Tercio. El comandante Franco -un héroe, alma de la Legión- corre hacia ella al frente de algunos hombres. Avanzan sin disparar un tiro, entran sin hacer fuego, y ya no se oye nada. La ansiedad es enorme: ¿qué ocurre? Han muerto los dieciocho ruafa que allí se guarecían. Franco se salvó por azar increíble; pues yendo a la cabeza, franqueando el primero la entrada, no poseía otra arma que sus puños. Un rifeño hercúleo le asestó recio golpe de gumía que el comandante pudo parar con el brazo, donde le abrió una herida de seis centímetros de extensión por dos y medio de profundidad. El moro no pudo secundar el golpe: Franco le echó las manos al cuello y le ahogó. Los otros, acribillados a bayonetazos, quedáronse allí para siempre».

 

En muchas ocasiones las noticias son meras referencias al ejercicio del mando en sus operaciones: «Las fuerzas acampadas en Nador nos contaron que los del Tercio, dirigidos por el comandante Franco, habían realizado una marcha por el camino de Zeluán, “razziando” los aduares que hallaron a su paso. Los moros no opusieron resistencia digna de mención y huyeron hacia Beni-bu-Ifrur y Segangan» (El Imparcial, 22-9-1921). La toma del mando tras ser herido Millán (El Cantábrico, 21-9-1921). Y que este, más allá de los «calurosos elogios», habló de la «confianza» que le ofrece (El Progreso, 5-10-1921). La felicitación del general Berenguer a Sanjurjo y a él por sus acciones (Las Provincias, 23-9-1921 ). O, como informaba, La Vanguardia (2-12-1921) mostrando que el enemigo quería abatirle: «El primero en llegar a Tauriat-Háined fue el comandante Franco, que entró seguido de las fuerzas del Tercio. El comandante Franco fue vivamente tiroteado por los «pacos», que se escondían en las barrancadas próximas». El 7 de octubre de 1921 La Vanguardia se hace eco, una vez más, de su posición en la retirada de Ulad-Dau –la retirada tras una operación es una de las maniobras más difíciles en aquella guerra–, ya que «el comandante Franco, jefe accidental del Tercio, conferencia con Sanjurjo para organizar la retirada y la protección artillera de la misma».

La proyección de Franco queda puesta de manifiesto cuando, en una breve estancia en la península, en un paréntesis bélico, está en Madrid, donde, como testimonia la prensa, la gente le reconoce por la calle. Visita el diario ABC y el periodista Gregorio Corrochano escribe un artículo sobre el que designa como «El As de la Legión» indicando lo que está representando:

«¡Qué figura tan evocadora la de Franco! Es el desastre, es la reconquista, es el espíritu militar del Ejército. Gracias a Franco, Millán-Astray pudo reposar tranquilo en la cama del hospital, después del combate de Nador. Luchaba Franco en el Tercio. Es la representación más exacta del jefe que tiene el valor militar más puro. Sereno, reflexivo, atento a la acción, resuelve el problema militar, eliminando el riesgo, mejor dicho, aceptándole como un factor indispensable, pero sin preocuparse demasiado de él; ponderándole para que no sea una sorpresa ni una pesadilla que influya demasiado en el resultado. Relatar sus hechos de armas es imposible en una impresión a vuela pluma. Como dato que ponga el lector en condiciones acerca de la labor de Franco, diremos que en menos de un año lleva próximamente cincuenta combates; que empezó el 18 de abril del año pasado en las operaciones de Gomara, hizo luego las de Xauen, pasó a las de Beni-Arós, luego a Larache y en julio a Melilla, y desde entonces hasta ayer, que le encontramos en la calle de Alcalá, no ha descansado un día».


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