Los Alféreces Provisionales, por Pilar Pérez García

 
Pilar Pérez García
 Historiadora
 
 
   Durante la Cruzada de Liberación Nacional, dadas las numerosas bajas que se producían entre la Oficialidad, se crearon los denominados Alféreces Provisionales, que venían a cubrir estos puestos. Eran voluntarios que tenían estudios y cultura. Se les pedía tener 18 años cumplidos, ser universitarios o tener el Bachillerato acabado, como mínimo.     
 
   Su figura fue instaurada por la Junta de Defensa Nacional de Burgos, en el Decreto número 94, de septiembre de 1936. Se denominaron “Provisionales” por el hecho de que su compromiso se limitaba a la duración de la contienda. Su distintivo era una estrella de seis puntas, colocada sobre un rectángulo de paño negro en la guerrera o camisa. Este rectángulo fue llamado parche o estampilla. Por eso también se les denominaba “estampillados”.     
 
   El General Luis Orgaz Yoldi, a cuyo mando estuvieron, organizó desde el mes de septiembre de 1936 las Academias de Alféreces Provisionales, que se instalaron en: Burgos, Sevilla, Granada, Fuencaliente, Ávila, Monasterio de Lluch, Pamplona y Dar Riffien (Tánger). Viejos conventos, antiguos palacios y varios cuarteles se utilizaron como academia para las primeras promociones. Tras un corto período de formación, los Alféreces se convertían en Jefes de Sección.     
 
   Entre ellos se pueden destacar a los que formaron la “Quinta del SEU” (el falangista Sindicato Español Universitario), que estaba integrada por estudiantes falangistas y, también, tradicionalistas.      
 
   Se distinguieron por su valentía, lo que produjo un altísimo número de bajas. Se decía: “Alférez Provisional, cadáver efectivo”, debido a la gran cantidad de muertes en combate. Pasaban “de la primera paga a la mortaja”. Por ello ganaron multitud de medallas, entre ellas 11 Cruces Laureadas de San Fernando Individuales y 236 Medallas Militares Individuales. Seis de ellos la lograron en dos ocasiones.
 
   Los 29.065 Alféreces Provisionales, desde Sebastián Camarero hasta Rafael Palenzuela, primero y último de ellos, son un dato expresivo de su contribución a los cuadros de mando de la Cruzada. Con los de los otros Ejércitos, Aire e Infantería de Marina, el número total de unos 30.000 puede darse como definitivo. De ellos 22.000 fueron de Infantería, lo que supone aproximadamente los dos tercios de la Oficialidad de Campaña, casi el completo de los mandos de Sección, la mayor parte de los de Compañía y algunos de Batallón, o Unidades similares en otras armas. Cerca de 8.000 ascendieron a Tenientes Provisionales y casi 500 a Capitanes Provisionales.     
 
   Fueron el armazón de los Combatientes del Ejército Nacional, y el impulso del combate, con la táctica precisa, con escasa técnica, compensada con derroches de valor y sentido común. Sus “¡Adelante!” o su “¡Arriba!”, en muchas ocasiones, fueron resolutivos a la hora de la verdad.     
 
   Se han escrito varios libros sobre ellos, pudiendo destacarse El Alférez Provisional (1939), de Carlos Martel. Igualmente se hizo una película: Un  puente sobre el tiempo (1963), dirigida por José Luis Merino, e interpretada por: Alfredo Mayo, Julio Peña, Maite Blasco, Manuel Gil, Susana Canales y Tomás Blanco. La mayoría de las ciudades de España dedicaron una calle o un monumento en reconocimiento a todos ellos, al Alférez Provisional.     
 
   Hay que agradecer el esfuerzo y la abnegación de todos los Alféreces Provisionales, que ofrendaron su juventud, lucharon y dieron su vida, en muchos casos, por Dios y por España, para hacerla más Unida, más Grande y más Libre, y por evitar que nuestra Patria cayese en manos del marxismo, con las funestas consecuencias que ello hubiera acarreado.