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Mi querido Presidente:
Ante todo, quiero agradeceros los sacrificios y esfuerzos que venís haciendo para asistir a nuestro mundo occidental y conducirnos por el camino de la paz y la concordia, y en particular por las ayudas y beneficios que, bajo vuestro mando, viene recibiendo España de los Estados Unidos.
Son muchos los hombres civiles que desconocen, en una situación como la presente, que la falta de acción, el inmovilismo y el mantenerse a la defensiva conducirían en corto plazo a la derrota y que, en una situación como la planteada, todo contacto es útil para descubrir los propósitos inmediatos del adversario, pues los generales y permanentes de dominio universal que los soviets persiguen han de estar siempre presentes en tan gran soldado y estratega. Por ello, yo rechazo la opinión de los que, olvidando vuestra historia, temen de vuestra entrevista con Kruschef.
No dudo que. así como durante la visita de vuestro llorado secretario de Estado Foster Dulles logramos con él una completa coincidencia en la estimación de ]as líneas fundamentales de situación general y necesidades de entonces, igualmente acontecerá ahora en las entrevistas que con Vuestra Excelencia mantenga nuestro Ministro de Asuntos superioridad occidental, basada en el poderío industrial de los Estados Unidos y su capacidad para transformarlo en máquina de guerra, podría sufrir menoscabo si, al tiempo que la Unión Soviética desarrolla completamente todos sus recursos potenciales. no reforzase la Europa occidental su unidad y su preparación. Por ello considero utilísima vuestra presencia y vuestra autoridad, que una y estreche en nuestro continente a los que tan fácilmente propenden a la desunión.
Yo abrigo la esperanza, mi querido General, que cuando la situación internacional pudiera permitíroslo, en alguno de vuestros viajes, quisierais, con vuestra esposa, deteneros en nuestra Nación.
Con mi confianza y sinceros votos por el éxito de vuestra vasta empresa, os ofrezco el testimonio de mi consideración y afecto.
Firmado: Francisco FRANCO