Notas de mi bloc de periodista, por Enrique de Aguinaga

Enrique de Aguinaga

Catedrático emérito de la Universidad Complutense

 

Próximo a la muerte, ocupado en la trascendencia definitiva y menguado en lo físico, manos amigas  me hacen señal para que, desde la perspectiva del Periodismo, discurra algo sobre el legado de Franco en el siglo XXI. O sea, piden limosna a un pobre.  

Pongo en orden mis ideas, con la máxima naturalidad. No tengo compromiso ni autoridad ni conocimientos especiales. No me considero en posesión de la verdad. No quiero tener la razón. Me limito a comunicar mis vivencias o mis cavilaciones y a practicar mi derecho a la libertad de expresión. Por simple decoro

Por lo menos, soy  testigo del llamado franquismo, día a día, desde su comienzo. Comienzo en las peores condiciones. Niño republicano, a los 15 años, huérfano de un perdedor de la guerra, enterrado en fosa común, hermano de combatiente republicano, también hermano de combatiente nacional, a solas con mi madre, en la pobreza. En 1944, leo una convocatoria de becas para la Escuela Oficial de Periodismo. Me presento a cuerpo limpio. Y hasta ahora, sin ponerme botas altas. Se podría decir, aunque en parte minúscula, que soy yo mismo el legado que me piden.

No soy historiador ni politólogo ni jurista ni sociólogo. Conjugo memoria personal y sentido común para trasmitir  telegráficamente algunas ideas básicas.

El llamado franquismo no es consecuencia de un golpe de Estado, que fracasó, sino consecuencia  de una guerra. Las guerras y  más aún las guerras civiles son fenómenos de instalación histórica. El llamado franquismo no es una ideología que hoy pudiera decantarse en partido político. El llamado franquismo, quiérase o no,  es un periodo histórico que impregna a todos los que lo  vivieron, a sus sucesores y a sus vestigios.

La guerra no terminó en 1939. La guerra sistemáticamente atizada llega hasta nuestros días. En términos bélicos, el enemigo no capituló. Siguió y sigue, en el interior y en el exterior, en la oposición simple o violenta, frente a cualquier intento de reconciliación y apaciguamiento, utilizando cualquier medio, con la obsesión de la acomodación  de la Historia, con la ferocidad de las simplificaciones.

Por si no estuviera claro, lo dice públicamente Dolores Ibárruri, en 1974, en el semanario italiano “Il borghese”: La guerra no ha terminado. Y añade: Hemos esperado durante 39 años y esperaremos algún año más; pero, después,   nuestra venganza durará cuarenta veces 39 años. Se lo prometo.

¿Hasta cuándo los muertos como proyectiles? ¿Para cuándo un censo ecuánime? Desenterremos “Arenga a los muertos”[1] de Sánchez Silva (1945) y alcémosla en todos los colegios, a la altura de las dos eximias oraciones funerarias: la de Pericles, al final de la guerra del Peloponeso, y la de Lincoln en Gerrisburg, en la guerra civil norteamericana

¿Cómo se conjuga el propósito de reconciliación nacional, tan proclamado (véase, por ejemplo el preámbulo de la llamada Ley de la memoria histórica[2]) con la práctica de la condena recalcitrante? Soplar y sorber al miso tiempo.

En definitiva, se trata de examinar el llamado franquismo, no con lente política, sino en la perspectiva  histórica. Ha trascurrido tiempo suficiente para que el franquismo pueda analizarse en perspectiva histórica sin necesidad de beligerancia alguna,  afirma Francisco Bustelo, que fue Rector de la Universidad Complutense[3].

El llamado franquismo no es un sistema transferible, con una ideología determinada, en confrontación con otras ideologías[4]. El llamado franquismo  es un periodo histórico, con su principio y su final, que se propuso la restauración patriótica de España, con la restauración de la monarquía como objetivo subyacente.

La larga marcha hacia la monarquía es objetivo evidentemente logrado, como cierre del periodo designado Era de Franco (Ramón Tamames[5]), Época de Franco (Raymond Carr[6])  o, más propiamente,  Reino de Franco (Joaquín Bardavio[7]), en cuanto que el Estado español, católico, social y representativo, de acuerdo con su tradición,  se declara constituido en Reino[8].

El llamado franquismo se articula, naturalmente, en la Historia,  entre antecedentes y  consecuencias. El franquismo no es, no puede ser, una pieza exenta, desconectada del tiempo anterior y posterior. Como se dice de Natura, Historia non facit saltus. No se puede juzgar al franquismo descoyuntado, sin considerar sus orígenes, como algo inopinadamente sobrevenido; sin considerar sus derivaciones, como si se tratase de un tajo abismal.

Por debajo de todas las alteraciones hay una continuidad histórica, en cuanto  que, con independencia de las vestiduras políticas, el cuerpo social sigue siendo el mismo con sus propios caracteres, desarrollos y evoluciones.

Por todo ello, resulta, al menos, ridícula la obsesión por los vestigios del llamado franquismo y su erradicación que nos llevaría a suprimir el tren Talgo, la Seguridad Social, la Organización Nacional de Ciegos, los embalses, el Plan Badajoz o la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, pongo por ejemplo.

Antes, en la víspera del referéndum sobre la ley Para la Reforma Política,  punto de partida del proceso de la Transición, el presidente del Gobierno, Adolfo Suarez, se había dirigido a todos los españoles en petición del voto afirmativo:

No significa, en absoluto, que ignoremos nuestro inmediato pasado. Significa que lo asumimos, pero que lo asumimos con responsabilidad. Significa que recogemos su herencia, pero la recogemos con la exigencia de perfeccionarla y acomodarla –como cualquiera de nosotros hacemos en nuestras casas– a las demandas actuales de la gran familia nacional (…) Tenemos derecho moral y legal a pedir el “sí”  porque el cambio se efectúa desde la legalidad, por los procedimientos previstos en la Constitución[9].

Resume Ramón Tamames:

Lo que sucede, como dijo Vernon Walters[10], es que Franco tuvo la virtud de crear las condiciones para la transformación. No es que fuera un genio extraordinario. Era un político de talla. No cabe duda. Algunos dirán que Tamames se ha hecho franquista. No, no me he hecho franquista. Lo que pasa es que hay que respetar a la Historia y el que piense que la transformación de España no tiene nada  que ver con Franco  está equivocado.

¿Qué sucede con Franco? Sucede que se expanden  las clases medias. Una España de burguesía y proletariado se convierte en el país que empieza a ser comparable con Europa, con Francia, con Italia, con Alemania, con unas amplias clases medias. Y las clases medias ya significan, dentro del propio marxismo, que las formas de vida determinan conciencia[11]

Pero todavía resulta intransitable aquel intento para superar el gran y paradójico absurdo de que Franco y su Reino, la otra parte de la reconciliación nacional, sean la suma de todo mal sin mezcla de bien alguno, condenada por todos, de modo que hoy no se pueda ser demócrata en España sin abominar expresamente de aquellos cuarenta años de la Historia de España, en expresión fernandina, mal llamados años, que no han sucedido, si no es para abominarlos, con escarnio de cualquier idea de reconciliación, que para mayor esperpento está en el preámbulo de la llamada Ley de la memoria histórica

El quid de la cuestión es la  asunción del antecedente histórico. Superar la dialéctica  franquismo-antifranquismo, propia de la guerra civil, y aceptar la historia con todas sus consecuencias. A lo largo de este tiempo, ya se han oído voces concurrentes desde posiciones diversas.

Santiago Carrillo (1977): Ya es hora de que de una vez dejemos de dividirnos en franquistas  y antifranquistas y que pasemos la página. Yo tengo un historial que a usted no le gusta. Pero…a mí tampoco me gusta el suyo  [12].

Joaquín Leguina (1986): El franquismo está muerto y bien muerto. Ahora hay que acabar también con el antifranquismo. No tiene ya ningún sentido[13].

Manuel Fraga (1987): La Constitución no divide a los españoles en franquistas y no franquistas   [14].

Fernández de la Mora, que parte de la tipología de la dictadura (soberana o comisoria, totalitaria o autoritaria), analiza los presupuestos de la situación y concluye:

La dictadura soberana asumida revolucionariamente por la Junta de Defensa Nacional, fue legalmente trasmitida como dictadura comisoria a Franco,  quien la transformó en un Estado de Derecho, mediante sucesivas y congruentes autolimitaciones nunca revocadas[15].

Largo Caballero, líder del socialismo  español, explica la dictadura del proletariado  y, en las vísperas de la guerra de 1936, afirma:

Nosotros como socialistas, marxistas, tenemos que decir que la sociedad capitalista no se puede transformar por medio de la democracia capitalista…Si se quiere conquistar el Poder, habrá que hacerlo, como decía Pablo Iglesias, revolucionariamente. Porque la nobleza no abandonó el Poder sino por la revolución. Y pasará también que la burguesía no lo abandonará tampoco, si no se le obliga con la revolución. Y no basta decir que no se niega eso, sino mantenerlo en todo momento y llevar a la clase trabajadora la idea que solo con su esfuerzo puede lograr la conquista del Poder para establecer su dictadura [16] .

Claudio Sánchez Albornoz, en su testamento histórico-político, recuerda que, en junio de 1936, los dirigentes de Izquierda Republicana, incluido el presidente de la República, Manuel Azaña, adoptan el acuerdo unánime de ir a la dictadura republicana para restablecer el orden público y salvar a la República  y que fue Giral, nada sospechoso de conservadurismo, quien, durante una reunión celebrada en la Zarzuela, propuso la dictadura de los republicanos con el objetivo de frenar la anarquía, lo que fue adoptado por unánime y razonada decisión de los primates del partido y por el mismo Azaña [17].

Un joven actual no puede entender que en la férrea dictadura del franquismo, por ejemplo, hubiera periódicos disidentes y que el periódico órgano del Movimiento inspirador del Estado sufriera el acoso de la Administración de ese mismo Estado[18]. O que se constituyese la Comunidad Económica  Europea (1957) con la ausencia de España, aliada de Norteamérica (1953)

De ahí que sea imposible la consideración uniforme del llamado franquismo. De ahí que sea necesaria una periodificacion en la que, entre otros, se pueden apreciar tres hitos principales: 1945 (posguerra mundial), 1959 (desarrollo económico) y 1969 (sucesión)

Raro es el día que, en la controversia política y por ende en los medios de comunicación, no se hace referencia al llamado franquismo, como puro odio, como mantenimiento de la Guerra Civil o como recurso agresivo en la contienda de los partidos. Francisco  Torres aporta una explicación:

En realidad, a la izquierda Franco le importa un pimiento; pero, como medio de  ocultar sus contradicciones y carencias, necesita crear un enemigo que galvanice su estrategia. Por eso tiene que sacar a paseo, una y otra vez, a Franco, del mismo modo que, en el lenguaje de batalla, mantiene el mito del fascismo para ejercer un anacrónico  y estrafalario antifascismo[19]

Con obviedad semejante, el llamado franquismo termina el 20 de noviembre de 1975, con el fallecimiento de Francisco Franco, tras treinta y nueve años, un mes y diecinueve días de gobierno de la Nación. Luis María Anson lo resume:

En 1939, España era un país arrasado y exangüe. La ingente tarea de reconstrucción nacional cayó sobre las espaldas de la generación que hizo la guerra. Gigantesco fue el esfuerzo, y durante largos y duros años los mismos hombres que habían combatido al viento de unas banderas cubiertas de sangre y de gloria, derramaron a chorros el idealismo y la generosidad para levantar de su postración al país entero. Se derrotó al hambre, erradicose el analfabetismo, se inició el galopante desarrollo económico. Treinta años después, en 1969, cuando Don Juan Carlos fue designado sucesor, el país era distinto, estable, ordenado, respetado y potente. Reconocerlo así es una tarea de elemental rigor histórico[20].

Felipe González, siendo presidente del Gobierno, lo expresó directamente, a propósito de la erradicación de monumentos:

Hay que asumir la propia historia…soy capaz de asumir la Historia de España…Franco…está ahí…Nunca se me ocurriría tumbar una estatua de Franco. Nunca. Me parece una estupidez eso de ir tirando estatuas de FrancoFranco es ya Historia de España. No podemos borrar la Historia…[21]  yo siempre he pensado que si alguien hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo, tenía que haberlo hecho cuando estaba vivo[22]

¿Legado de Franco en materia de Periodismo? ¿Pero que me dice usted? Veamos. El origen inmediato del franquismo es la Republica (1931-1936), enseñada  como paraíso interrumpido;  pero que ya está entrando en el purgatorio bibliografico de los datos[23] : 2.629 crimenes políticos, incluido el asesinato del líder de la oposicion, Jose Calvo Sotelo, por escoltas del ministro Indalecio Prieto[24]. En los cinco años republicanos se produjeron cuatro golpes de Estado: dos militares, uno socialista, otro independentista y cinco insurreciones anarquistas. Se decretaron 21 estados de excepción, 23 estados de alarma y 18 estados de guerra.

En tal clima, la censura de Prensa , amparada en la Ley de Defensa de la Republica y estudiada en tesis doctorales, alcanza sus mas altas cotas. En 1932 se llegaron a suspender a la vez 127 periódicos.

Ingrata siempre la censura gubernativa; pero mas ingrata y nociva,  la censura invisible . En el llamado franquismo se crea la Escuela Oficial de Periodismo (1941) cuyos estudios se incorporan a la Universidad, como Facultad de Ciencias de la Información. Se crean Radio Nacional de España, Agencia EFE, Televisión Española y NO-DO (noticiarios y documentales cinematográficos), Se aprueba el Estatuto de la Profesión Periodística, el Consejo Nacional de Prensa y el Registro Profesional de Periodistas. La proliferación de los estudios fomenta notablemente la historiografía del Periodismo.

Es claro que aquellas instituciones  se pueden tratar particularmente; pero ahí quedan las formas de implantación y  desarrollo con su importancia en el debate sustancial de los partidos políticos y de la propiedad de los medios de comunicación.

 

 

 

[1] SÁNCHEZ-SILVA, José María, “Arenga a los muertos”, en “Arriba” (diario), Madrid, 29.octubre,1945

[2] LEY 52/2007, de 26 de diciembre, “por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura”. La exposición de motivos se inicia con este párrafo: El espíritu de reconciliación y concordia, y de respeto al pluralismo y a la defensa pacifica de todas las ideas que guio la Transición nos permitió dotarnos de una Constitución, la de 1978, que tradujo jurídicamente esa voluntad de reencuentro de los españoles, articulando un Estado social y democrático de derecho con clara vocación integradora.

[3] BUSTELO, Francisco, “A  vueltas con el franquismo”, en El País (diario), Madrid, 23 de julio de 2005. Carta de AGUINAGA  a BUSTELO  (30 de julio) y contestación (14 de septiembre).

[4]  MIGUEL, Amando de, “El franquismo como continuidad”, en “Libertad digital”, Madrid, 16 de noviembre de 2015.

[5] TAMAMES, Ramón, “La República. La era de Franco”, Alianza Universidad, Madrid, 1973.

[6] CARR, Raymond (coordinador), “La época de Franco (1939-1975)”, en “Historia de España” vol.  XLI, Espasa Calpe, 1996.

[7] BARDABIO, Joaquín, “El Reino de Franco. Biografía de un hombre y su época”, Ediciones, B, Barcelona, 2015.

[8] Artículo primero de la Ley de Sucesión, aprobada por  referéndum el 6 de julio de 1947.

[9]   SUÁREZ, Adolfo, alocución a todos los españoles, TVE, 13 de diciembre de 1976.

[10] Emisario del  presidente Nixon

[11]  TAMAMES, Ramón, entrevista de CESAR VIDAL, en es. Radio, 8 de abril de 2013.

[12] SANTIAGO CARRILLO,  a  MANUEL FRAGA, en “ABC”, Madrid, 11 de octubre de 1977.

[13] RIGALT,  Carmen. “El presidente de Madrid”, en “Diario 16”, Madrid, 13 de abril de 1986.

[14] ESTEBAN, Esther. “Fraga: No me he avergonzado nunca de ninguna parte de mi pasado”, en “Ya”, Madrid, 6 de mayo de 1987.

[15] FERNÁNDEZ DE LA MORA, Gonzalo. “Franco ¿dictador?”, en “Franco y su época”, Actas, Madrid, 1993, p. 67.

[16] EL SOCIALISTA (diario), “En la inauguración de la Casa del Pueblo de Linares pronunció Largo Caballero un interesantísimo discurso”, Madrid, 20 de enero de 1936. ABC (DIARIO), “Izquierdona”, Madrid, 28 de junio de 1993.

[17] FERNÁNDEZ, Julio. “Los enigmas de Caudillo”, Nuer ediciones, Madrid, 1992, p. 77.

[18] AGUINAGA, Enrique de. “Aquí hubo una guerra”, capitulo X, “Elijo Arriba”, Plataforma 2003, Madrid, 2003.

[19] TORRES, Francisco. “A la izquierda Franco le importa un pimiento”, “Diario Ya.es”, Madrid, 29 de agosto, 2017.

[20] ANSÓN, Luis María, “Con los pies en la realidad”, en ABC, Madrid, 30 de noviembre de 1975. En 1966, VICTOR MANUEL edita una canción, “Un gran hombre”, dedicada a FRANCO, en la que dice: …Vivo feliz / en la tierra que él levantó / Gracias le doy / al gran hombre que supo alejar / esa invasión  / que la senda venía a cambiar./ Otros vendrán/ que el camino no habrán de labrar. / Él lo  labró, / a los otros les toca sembrar…

[21] QUINTERO, Jesús, entrevista con FELIPE GONZÁLEZ, en “Diario 16”, Madrid, 11 de mayo de 1984.

[22] CEBRIÁN, Juan Luis, entrevista con FELIPE GONZÁLEZ, en “El País”, Madrid, 17 de noviembre de 1985.

[23] CERVERA, Cesar, “Ultimas noticias para desmitificar la República”, en “ABC” (diario), Madrid, 11 de abril, 2021.

[24] GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo, “Cifras cuentan las victimas mortales de la violencia sociopolítica en la Segunda Republica  Española (1931-1936)”


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