Pedro Villaescusa Bonilla, Jefe de la Falange en El Alcázar

PPG
 
Pedro Villaescusa Bonilla nació en Toledo en 1915. Estudiante de Derecho. Militó en el SEU. En marzo de 1936, el Jefe Provincial de Falange de Toledo, José Sáinz Nothnagel, es desterrado por las autoridades republicanas de la provincia de Toledo, y Pedro Villaescusa Bonilla fue nombrado nuevo Jefe Provincial en su lugar.
 
   El 18 de julio de 1936, las noticias del Alzamiento Nacional en Melilla, corren como la pólvora de boca en boca. Pedro Villaescusa, como Jefe de la Falange en Toledo, ordena que todos los camaradas se concentren en la Plaza de Zocodover, en el café y casas de los alrededores, al haber sido el local de la Falange asaltado y destrozado por los milicianos rojos. Ocurrieron graves incidentes entre milicianos del Frente Popular y Guardias Civiles, con muertos y heridos, y Villaescusa ordenó a sus Militantes que se dirigieran a la Academia, concentrándose en el Laboratorio Fotográfico, con el Capitán de Caballería Emilio Vela Hidalgo y Jarrín Ciudad y con otros Oficiales. El Capitán Vela Hidalgo murió después de ser liberado El Alcázar, en la Casa de Campo de Madrid, al mando de la Bandera de Falange “El Alcázar”, el 23 de diciembre de 1936.  
 
   El 21 de julio de 1936, el Coronel José Moscardó Ituarte ordenó, a las siete de la mañana, la declaración de Estado de Guerra en Toledo y su provincia, estableciendo la Comandancia Militar en El Alcázar. Los falangistas formaron por Escuadras, fueron armados y recibieron instrucción de armas y maniobras en el primer sótano, a las órdenes del Capitán de Caballería de la Academia, Manuel Serrano Ariz, que fallecería el 23 de julio. El 30 de julio muere el primer falangista en el Asedio: Antonio Gálvez Medina.
 Pedro Villaescusa con el Capitán Vela y Balder en El Alcázar
 
   En la defensa de El Alcázar de Toledo, Pedro Villaescusa realizó junto a sus camaradas, las misiones de más riesgo, practicando salidas para traer aprovisionamientos y comida y destacando por su bravura y valentía. El 28 de agosto solicitó al Coronel Moscardó que se nombrase Instructor Militar para las Milicias falangistas al Capitán Emilio Vela Hidalgo, a lo que accedió Moscardó. El 4 de septiembre, los falangistas se presentaron voluntarios para cubrir el puesto de las cuadras, que estaban incendiadas en la defensa por Puerta de Hierro.
 
   Villaescusa realizó también varias salidas para estudiar la colocación de las minas por parte de los rojos. El 7 de septiembre murió el falangista Maximiliano Fink, durante una salida, de un tiro en la cabeza en mitad de la Plaza de Capuchinos. Su cadáver quedó en zona muy batida por el fuego enemigo. Salió a recogerlo su camarada Godofredo Bravo, que quedó muerto en el cruce de calles, en lugar también muy batido. Pudieron retirar el cadáver de Godofredo Bravo, pero no el de Fink, que se dejó para la noche. Se distinguieron en las operaciones de rescate José Canosa, José Ventosa y José Conde, que resultó herido. Sobre las 22 horas salieron los falangistas y rescataron valientemente el cadáver de Maximiliano Fink, en medio de un nutrido fuego enemigo, que tenía gran empeño, no solo en que no se rescatase el cadáver, sino en apoderarse de él. Villaescusa envió, sobre el problema de la mina, la siguiente nota a Moscardó: “Siendo la solución más rápida y eficaz salir y copar el compresor, la Falange pide que a ella exclusivamente se le encomiende el servicio, para vengar como su honor exige a los falangistas que acaban de caer”.
 
   El 11 de septiembre, se  realizó la salida para localizar la boca de la mina, pero el objetivo no se pudo lograr por haberse fortificado y ocupar todas las casas de los alrededores. Ese día murió el falangista Nicolás Hernández Rodríguez, que con motivo de la tregua por la llegada al Alcázar del Canónigo de Madrid José Vázquez Camarasa se había decretado con los rojos. Pero al asomarse a una ventana para contemplar la casa donde estaban sus padres, fue muerto por una bala traicionera de los marxistas.
 
   El 18 de septiembre hizo explosión la mina a las 6h 15min., produciéndose muy pocas bajas. Murió el Cabo de la Guardia Civil Cayetano Rodríguez Caridad, que habiendo sido minero, realizaba labores de escucha en el lugar de la explosión. El enemigo atacó con 3.000 hombres, pero se encontró con una defensa vigorosa, Los rojos lograron entrar en varias zonas del Alcázar, pero fueron desalojados enérgicamente. Los asaltantes habían colocado una gran bandera roja de Radio Comunista de Toledo en lo más alto de la fachada principal. El Teniente Gómez Oliveros decidió un golpe de audacia: ocupar el piso superior y quitar la bandera para evitar que aumentara la moral marxista y decayera la de los defensores. Con gran puntería, en un momento produjo ocho bajas al enemigo.
 
   Junto al Teniente Castro Serrano, el falangista Carlos de Espejo Saavedra Anguita y otro más, empalmaron tres escaleras de mano, y salvando el paso descubierto del patio, treparon con decisión y despejaron de rojos la sala rápidamente. El Teniente Gómez Oliveros, entre una lluvia de balas, arrancó la bandera comunista. Pedro Villaescusa siempre se presentó, junto a sus falangistas, como voluntario para las misiones de mayor riesgo.
 
   El 20 de septiembre los defensores del Alcázar, por orden del mando, tienen que abandonar los pabellones. Inmediatamente los rojos ocupan esas posiciones. Era preciso arrojarles del pasaje denominado Zigzag. Se pidieron voluntarios y Pedro Villaescusa dio un paso al frente junto a otros falangistas. Cuando se dirigía al lugar, una granada le mata y le sepulta. Al cabo de tres días, otra granada lo desenterró. Un nuevo Lucero lucía en el cielo español. Se le concedió la Medalla de la Vieja Guardia de la Falange a título póstumo, haciéndose la entrega de la misma a su madre Julia Bonilla Carrasco.
 
 
 
 
 
 
 
 

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