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Nuestro Movimiento no era sólo fuerza y esfuerzo destructivo de nuestros males; nuestro Alzamiento constituía un movimiento político que encerraba en sí una revolución y aspiraba a la transformación de la Patria. Las J. O. N. S. de Valladolid, al unirse a la Falange, le aportaron su solera social a nuestro Movimiento, que más tarde, en plena guerra, cuando se requería la unidad de todos los españoles, recibió la levadura espiritual de nuestros requetés, que en nuestras tierras de Navarra habían conservado las tradiciones espirituales de nuestro pueblo. Así se forjaron las bases del gran Movimiento Nacional, que reconquistó el prestigio para nuestra Patria, devolviéndole la fe que se refleja hoy en vuestros carteles y estandartes. Vuestros cantos y vuestra alegría demuestran la confianza en nuestro Movimiento, y yo os aseguro que tenéis razón para tener fe en él.
Todo movimiento político en su fin persigue el alcanzar el bien de los administrados, el laborar por el bien común. ¿Y qué es el bien común? ¿Qué clases de bienes lo constituyen? Tres clases de bienes: los espirituales, los nacionales y los sociales. Pero estos tres bienes no se contradicen entre sí, sino al contrario, se unen y compenetran. Y ésta es la gracia de nuestro Movimiento Nacional: el haber sabido fundir estos principios espirituales, patrióticos y sociales entre los hombres y las tierras de España. Constituimos un Movimiento político, porque una batalla como la que nosotros emprendimos por el resurgir de España necesita de unos soldados animados por una fe y una doctrina, continuar un ideario político con sus fieles y hasta con sus fanáticos.
Francisco Franco Bahamonde
(29-X-1959: Al serle impuesta la Primera Medalla de Valladolid.)