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Este vicio de la sociedad liberal no admite el más ligero análisis. La justicia ha sido siempre el símbolo de la civilización, y el juez, con los tribunales, la autoridad que dirime los conflictos entre los hombres. Si en el campo de lo criminal, de lo civil y de lo mercantil, de reducida área y que no suelen tener repercusiones públicas, la intervención de la justicia es obligada, se hace mucho más necesaria y conveniente cuando el paro en el campo laboral arruina la economía, interrumpe la vida del país y atenta al bien común y a la libertad de los otros. La justicia por la mano, que constituye la acción directa, ha sido siempre la ley de las sociedades primitivas y no de los pueblos civilizados. Si los instrumentos de conciliación y de justicia laboral no se considerasen eficientes, perfeccionémoslos, pero no demos jamás motivos a perturbaciones que dañan tan gravemente al resurgimiento de nuestro país y que en defensa de la Patria en ningún caso habríamos de consentir.
Vuelvo a recordaros con este motivo que vamos embarcados en la misma nave y que las perturbaciones en la marcha sólo hacen el retrasar la travesía, y los que más sufrirían con ello serían los menos dotados.
Yo pido a todos, empresarios, técnicos y obreros, que estrechen sus relaciones para que éstas sean más humanas y fructíferas, que de vosotros y de vuestra buena voluntad depende que estos programas de desarrollo nacional que estamos acometiendo, puedan en el menor plazo ofreceros a vosotros y a vuestros hijos un esplendoroso porvenir.
Francisco Franco Bahamonde
(17-VI-1962: Valencia.)