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Hemos venido a un acto de inauguración que constituye una afirmación rotunda de la eficacia del Movimiento Nacional. Vosotros sabéis que hace ochenta años, a constantes peticiones de los hombres de Galicia, se consiguió este ferrocarril directo que había de unir con Madrid a las provincias gallegas. ¡Ochenta años, señores, en un ferrocarril! ¡Ochenta años plenos de ilusiones y desilusiones! Bajo la Monarquía se proyectó este ferrocarril, se comenzó bajo la Dictadura, se suspendió y boicoteó durante la República y se realizó bajo nuestro Régimen. El sueño se ha convertido en realidad que nadie puede discutir. Pero ¿qué es un ferrocarril? Cuando el ferrocarril se concibió, era el único medio con el que poder competir con la carreta, tras él se dirigían las ilusiones todas de los pueblos; unirse al ferrocarril era renacer a la vida, el único medio que permitía el transporte rápido de los productos y el poder viajar para admirar las bellezas naturales de las regiones alejadas. Hoy, pasados ochenta años, el ferrocarril sigue sirviendo para transportar los productos allí donde hay una importante producción, una riqueza; donde existen grandes masas tiene que acudirse al ferrocarril. Pero los ferrocarriles y los transportes de España se nos vienen quedando chicos. Y al surgir nuevas riquezas, mineras, industrias y mayores producciones, los viejos ferrocarriles no pueden ya con todo. Y eso venía sucediendo con los productos todos de esta región. No bastaba ya el antiguo ferrocarril por León y era indispensable salvar la incuria de los años pasados, realizar el sueño de varias generaciones, y ésta es la realidad que hoy vivimos: la puesta en servicio del ferrocarril más importante para el tráfico de la Nación, que no se interrumpirá ya hasta verle en breve llegar a La Coruña.
Francisco Franco Bahamonde
(2-VIII-1957: Orense.)