Pensamiento de Franco: El Movimiento español, un cuarto de siglo de anticipación

El gran mérito del Movimiento político español es el haber sabido ver, con un cuarto de siglo de anticipación, los derroteros porque el mundo había de pasar, creando una política que, si en los primeros momentos pareció como desfasada de lo que en el Occidente se llevaba, hoy ha cobrado la mayor eficacia y actualidad: el pluripartidismo y el plurisindicalismo están en crisis no sólo en una gran parte del mundo latino, sino también en la mayoría de los países en vías de desarrollo. Los conceptos de la vieja política están rebasados en la opinión de las masas. Los sistemas y doctrinas que propugnan el progreso social y la extensión de la cultura son aceptados universalmente. La empresa pública, en feliz conjunción con la empresa privada, se abre paso para la nueva etapa.

Hoy vemos levantar en el mundo unas banderas que fueron enarboladas por nosotros hace ya veintiocho años. Se pretende olvidar quiénes fueron los primeros en afirmar: «Que la dignidad humana, la integridad del hombre y su libertad son valores eternos e intangibles». Hay quienes hoy descubren como una novedad las Encíclicas de Juan XXIII y olvidan que desde el año 1938, España viene practicando, y en muchos aspectos rebasando, las doctrinas sociales de la «Rerum Novarum» y del «Quadragesimo Anno», fundamento claro de las posteriormente promulgadas. Pero aún hay más: ¿Quién viene predicando desde hace veinticinco años que toda concesión pagana es anuladora de libertades? ¿Quiénes aceptan la educación como la base más firme de la libertad dentro de la vida del Estado? ¿Qué regímenes estimulan más las virtudes y la acción espiritual para la paz entre los hombres? ¿Quiénes han intentado casar mejor la ética y la política? Sin embargo, pese a todas estas realidades, por nuestra unidad sindical y por el hecho de que la participación de los españoles en las tareas legislativas tengan lugar a través de las Organizaciones naturales en que el hombre voluntariamente se encuadra, y no en la de los partidos políticos, se ha tomado como disculpa para que en el río revuelto de la posguerra universal se pretendiese envolvernos en las represalias de los vencedores, intentando buscar puntos de similitud con los vencidos y ocultando las grandes diferencias doctrinales y prácticas que de ellos nos separaban. Que las revoluciones políticas tienen en sí un cierto parecido es evidente. Cuando quiebra la autoridad, la descomposición y la anarquía se apoderan de la sociedad y las divisiones y luchas intestinas ponen en peligro la vida de las naciones, la solución no puede venir por otro camino que, por el establecimiento de la unidad, de la autoridad, del orden y por una revisión de todo el sistema político que elimine definitivamente las causas que lo produjeron.

Francisco Franco Bahamonde

(9-IV-1964: Clausura del IX Consejo Nacional.)


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