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De que el progreso económico se realice, se formen nuevos capitales, se constituyan empresas, se multiplique la producción y se aumenten los bienes de consumo, sólo se deducen bienes para la colectividad, por el abaratamiento y mejora del nivel de vida, por la estabilidad en el trabajo y por el mayor número de colocaciones.
La riqueza o capital nacional no está, sin embargo, compuesta solamente de bienes de producción o de consumo; está igualmente integrada por los capitales humanos, con su técnica, su fortaleza, su espíritu de trabajo y de convivencia, o sea su número, su capacidad y su voluntad. El hombre sigue siendo el factor decisivo del progreso económico social. De su preparación técnica, de su vigor físico y de sus virtudes depende en gran parte aquel progreso. Los hombres no vivimos de nuestro progreso técnico de hoy, sino de la herencia técnica de generaciones pasadas, así como mañana los que nos sucedan partirán de aquellos perfeccionamientos de la técnica que nosotros les leguemos. No cabe concebir ya en los tiempos presentes una economía que no sea profundamente humana. La economía ha de ser para el hombre, y nunca el hombre para la economía.
Francisco Franco Bahamonde
(1-IV-1947: Madrid.—Alocución en el día de la Victoria.)