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La Historia de España está íntimamente ligada a su fidelidad a nuestra Iglesia. Cuando España fue fiel a su fe y su credo, alcanzo las más es alturas de su historia; en cambio, cuando, olvidando o negando su fe, se divorció del verdadero camino, España cosechó decadencia y desastres. Lo encontramos en todos los acontecimientos de su Historia; no se ha estudiado ha escrito bastante todavía sobre el análisis y la filosofía de la Historia, buscando el paralelismo de la fe de España y de los gloriosos hechos de su pasado. El día que se haga se descubrirán los portentosos hechos al calor de los cuales nació nuestra grandeza, se fortaleció nuestra unidad y dimos días de gloria no solamente a España, sino al mejor servicio de la Iglesia y del mundo. Nuestro descubrimiento de América, el secreto de los hechos asombrosos de nuestros invictos capitanes, que se lanzaron a la ventura más como locos que como hombres cuerdos, fue la fe religiosa que campeaba en sus estandartes, y el que detrás de los tercios heroicos de aventureros marchaba la Cruz de Cristo con el sacerdote a evangelizar los pueblos. Y en un sentido contrario registremos hechos igualmente entes: cuando, reconquistada nuestra unidad, alguna vez pusieron los reyes mano en los tesoros de la Iglesia o se olvidaron de Dios, cosechamos las vergüenzas y desastres. Y es que, indudablemente, sobre la vida de las naciones, por encima de la voluntad y los propósitos de los hombres, está la mano del Señor derramando bienes y favores o imponiendo tribulaciones.
Francisco Franco Bahamonde
(12-VI-1952: En la Abadía de Montserrat, Barcelona.)