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Yo os puedo decir, que cuando acabó la guerra y pedí todos los proyectos que en España estaban en marcha sobre regadíos, todo lo que estaba a medio hacer, me encontré con dos pantanos hechos: el de Guadalacín y el pantano de Sotonera. ¿Y cuántas hectáreas regaban? Absolutamente ninguna. Uno de ellos, el de Guadalacín, llevaba veinticinco años hecho. Y el de Sotonera ocho años. ¿Por qué no regaban? Porque se habían concebido dentro de un régimen capitalista. Hacía falta que los dueños de los terrenos quisieran hacerlo y no lo hacían. Fue necesaria la llegada del Régimen, que éste tuviera un ideario y una política agraria, que crease sus instrumentos, como el Instituto de Colonización, para poder llenar ese hueco que existía entre las grandes obras y la puesta en regadío con la justicia social sobre la tierra.
Vosotros sois los hoy beneficiados por estas obras, todos estos pueblos de Navarra y Zaragoza que esperasteis durante medio siglo que las aguas llegasen a fecundar vuestras tierras. Pero estas grandes obras importan muchos miles de millones de pesetas. Representa y tenéis que tenerlo en cuenta, un sacrificio de toda la nación, una preferencia en las inversiones, en servicio de esta obra grandiosa. Y España es muy grande y dilatada. Y lo mismo que existe aquí este problema, existe el problema en Badajoz, en Andalucía, en Cáceres, en Jaén, en Zamora y en muchas otras zonas de España. Unos, de grandes regadíos, que exigen inversiones ingentes; otros, de más pequeños regadíos pero que ayudan a resolver este gran problema rural que en España va unido a nuestros secanos.
Francisco Franco Bahamonde
(9-IV-1959: En Egea de los Caballeros, Zaragoza.)