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Hay solamente dos sistemas para resolver los problemas sociales de los pueblos: o el anárquico de la lucha de clases, con todas sus consecuencias, que no los resuelven, o el sistema de la armonía de clases, de sentirse todos integrados en una misma producción y en un mismo destino. El primero es el que viene practicándose desde hace más de medio siglo, o sea, el de lucha, enemistad y odios. Sus resultados son siempre los mismos: en los sitios donde el trabajador no ha triunfado, la esclavitud, los obreros sin trabajo, el hambre y el egoísmo predominan; en aquellos otros en donde los obreros han triunfado, mayor miseria, la misma hambre y una mayor tiranía.
Y esto es así porque solamente se ha hecho cambiar un patrono más o menos humano por un Estado-patrono burocrático, rígido y deshumanizado. Se ha transformado el empresario en guardia civil, en juez, en amo y en señor omnipotente de vidas y haciendas. Así es Rusia. Y Rusia es la coronación de todos los procesos sociales de lucha de clases; la ejecución de la doctrina marxista. Y ocurre así porque la vida se deshumaniza y se destruyen, como tantas veces he repetido, todos los principios en que el progreso económico se asienta. Nosotros hemos rechazado ese sistema, y lo hemos rechazado porque destruía y hubiera acabado aniquilando la Patria, porque convertía a las organizaciones sindicales, que debían ser todo fraternidad y progreso social, en centros de odio o en checas. Si los afanes e ideales de justicia que se perseguían eran buenos, los procedimientos y los medios, repudiables y malos.
Francisco Franco Bahamonde
(18-VII-1948: Madrid.—Títulos a Empresas ejemplares.)