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El año transcurrido ha sido, en la vida interna de nuestro Régimen, acaso el más fecundo en la lucha titánica por nuestra recuperación nacional, en el horizonte de las realidades económico-sociales. Su balance acusa una semblanza de obstinada tarea por parte del poder público, tanto más empeñada y activa cuanto más desasistidos nos hemos visto por un extenso sector internacional, precisamente el más pujante en medios y poderío. ¡Es muy fácil reconstruir y recuperarse cuando llueven los auxilios económicos de todo orden! Pero nosotros no sólo hemos carecido de esas derramas económicas, sino que —¡misterio de la Providencia, que sabe hasta donde resisten los pueblos esforzados!— hemos contemplado sedientas nuestras tierras y casi vacíos nuestros pantanos con la pertinaz sequía, que ha mermado nuestra capacidad de producción hasta extremos sin precedentes. Si nos sobra voluntad de trabajo y sabemos explanar caminos y levantar gigantescas presas y canales, no podemos, sin embargo, hacer descargar las nubes a nuestro antojo. Por eso, cuando la verdad rompió el cerco de la incomprensión extranjera, pretendiendo paliar la injusticia, ha quedado pendiente la reparación. Si en la conciencia de los españoles el tiempo puede borrar el daño recibido, en el libro de la historia quedará perenne el juicio de ese aislamiento y la falta de asistencia en etapa de ayuda general.
Francisco Franco Bahamonde
(31-XII-1950: Mensaje de fin de año.)