Pensamiento de Franco: Un cuarto de siglo de servicio político

El Movimiento Nacional y el Régimen fundado con la Cruzada, alcanzan su indiscutible plenitud al cumplirse los veinticinco años en plena acción política y rendimiento de los principios que constituyen su fundamento, su sustancia y su fuerza motriz. Un cuarto de siglo navegando en medio de la coyuntura histórica más crítica, más compleja e inestable de los tiempos modernos, en la que se han derrumbado tantas superestructuras de todo orden que parecían inconmovibles. Un cuarto de siglo siguiendo una ruta rectilínea atenta exclusivamente a los supremos intereses de nuestra nación, frente a la concupiscencia y la incomprensión de tendencias y escuelas políticas que se aferran todavía a esquemas doctrinales superados. Un cuarto de siglo de servicio permanente a la causa del mundo libre, que si ya se ha reconocido en los medios internacionales más solventes, aun no fue, sin embargo, debidamente valorado y correspondido. Un cuarto de siglo de avance manifiesto en la cimentación y desarrollo de nuestras instituciones, de nuestro ordenamiento económico social, de nuestro sistema de representación pública y de participación efectiva del pueblo en la gestión de administración de los intereses de la comunidad.

Un cuarto de siglo alumbrando nuevos horizontes al Derecho político, que si ha de asentarse siempre sobre la línea maestra e indiscutible del Derecho natural, también deberá abrir cauces jurídicos adecuados al impulso progresivo del hombre en su proyección social, conformando el encuadra-miento natural de las nuevas realidades políticas y sociales que ese mismo impulso progresivo engendra y promueve. Tenemos el consuelo de haber armonizado, como aconsejaba Pío XII, «la eficacia y dinámica de nuestra sociedad con la estadística de las tradiciones, y el acto libre con la seguridad común.»

La distancia entre el punto de partida y el de destino era tan grande y los obstáculos tales, que sólo con la fe puesta en la razón de nuestra causa y la confianza en la ayuda de Dios pude aceptar tan alta y grave responsabilidad. A ella se ha consagrado toda mi voluntad, mis pensamientos y mis energías. Quien recibe el honor y acepta el peso del caudillaje, en ningún momento puede legítimamente acogerse al relevo ni al descanso. Ha de consumir su existencia en la vanguardia de la empresa fundacional para la que fue llamado por la voz y la adhesión de su pueblo, enraizando y perfeccionando todo el sistema levantado.

No se trataba solamente de tender un puente sobre la riada de una crisis histórica que arrastraba hasta los últimos restos de un sistema político y de un Estado, sino de instaurar un sistema, de crear un nuevo Estado fiel a la tradición viva y operante y las exigencias actuales de nuestro destino, que quedará garantizado para el futuro en la medida que sirvamos al presente con lealtad y eficacia.

Francisco Franco Bahamonde

(29-XII-1960: Mensaje de fin de año.)


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