Pilar Primo de Rivera, nobleza y lealtad falangistas

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   Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia nació en Madrid el 4 de noviembre de 1907. Hermana de José Antonio, fundador de Falange Española, como sabemos; ambos eran hijos de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, Militar y Dictador en la década de 1920 y de Casilda Sáenz de Heredia y Suárez de Argudín.
 
   Fue Delegada Nacional de la Sección Femenina desde 1934 hasta su desaparición en 1977. Posteriormente, Pilar también fue la Presidenta de la Asociación de Veteranas de la Sección Femenina, denominada Nueva Andadura en noviembre de 1977, puesto que desempeñó hasta su muerte en 1991.
 
   Además de sus decisivas intervenciones en política, desarrolló un impresionante trabajo de recuperación y compilación del folclore español, especialmente en lo referido a costumbres, gastronomía, poesía, música y danzas regionales. Nunca contrajo matrimonio ni tuvo descendencia.
 
   La vida de Pilar Primo de Rivera, no puede llegar a comprenderse sin la que fuera su gran creación: La Sección Femenina, que nació en el seno del S.E.U y se creó en principio para ocuparse humana y económicamente de los presos, de sus familias y de los caídos con los que la “democrática II Republica” obsequiaba a los primeros falangistas.
 
   Sufrieron por ello todo tipo de vejaciones y riesgos, muchas de ellas pagaron con su propia vida y la misma Pilar estuvo amenazada de muerte en Mundo Obrero, lugar desde el que no se amenazaba sin consecuencias.
 
   Durante la Cruzada por medio del  «Auxilio de Invierno» primero, y del «Auxilio Azul» y después, continuaron su labor y salvaron infinidad de vidas buscando refugios y embajadas en las que esconder a los amenazados por el Frente Popular. Por iniciativa de Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo Redondo, se creó el «Auxilio Social» y por último el «Servicio Social», mediante el cual las mujeres realizaban servicios en hospitales, guarderías, comedores, etc.
 
 
Francisco Franco, Pilar Primo de Rivera y Raimundo Fernández Cuesta
 
 
   La verdadera labor de transformación social de la mujer en España la pudo realizar la Sección Femenina una vez acabada la Cruzada. El Generalísimo Francisco Franco, tras rehabilitar el Castillo de la Mota, se lo entregó para que fuera sede de la Escuela de Mandos. En el Castillo se formaron los cuadros encargados de dirigir la Revolución Social que se avecinaba y en el que por cierto, hoy no queda ningún vestigio del paso de la Sección Femenina gracias a la política anticultural y de odio de los “demócratas” encumbrados en las instituciones y de la cobardía y complejo del denominado “centro-derecha”. Por cierto, que Luis Solana Madariaga y otros políticos socialistas, pretendieron también quitar los escudos del Águila de San Juan del Castillo de la Mota. Alguien les hizo notar que databan del tiempo de los Reyes Católicos y se salvaron de desaparecer para siempre, por los pelos.          
 
   Cátedras ambulantes, Granjas-Escuela, Guarderías, Hospitales, Becas a mujeres en España y en Hispanoamérica a través de los «Círculos Medina», Asistentes Sociales, Divulgadoras Rurales Sanitario-Sociales, Colegios Menores, Escuelas de Formación Profesional, Educación Especial, Bachillerato, Campañas de vacunaciones masivas y un sin fin de proyectos encaminados todos ellos a paliar la situación de la guerra y el histórico retraso que sufría nuestra Patria, forman parte de la aportación y legado de aquellas ejemplares mujeres.
 
   Los Coros y Danzas sirvieron para educar en la cultura musical e histórica de España. Hoy los separatistas tendrían que rendirles homenaje, ya que gracias a esta labor saben qué y cómo tienen que cantar y bailar a sus regiones, a las que ellos llaman “naciones”.
 
   A través de leyes, decretos y órdenes, consiguieron ir eliminando la histórica discriminación sufrida por la mujer. Lograron el principio de igualdad de retribuciones, igualdad jurídica en la contratación y ejercicio de todos los derechos laborales y sindicales, la abrogación de excepciones discriminatorias, como la que negaba a la mujer la posibilidad de ser juez y fiscal, entre otras muchas. Tuvieron  participación en los sindicatos a través de más de 20.000 enlaces sindicales, Procuradores, Consejeros Nacionales, Diputados y Consejeros Provinciales e incluso llegaron a alcanzar Alcaldías. Representaron a la mujer española en 25 organismos internacionales, entre ellos la UNESCO y la ONU.
 
   Lograron con la semilla de la poesía mística de José Antonio, germinar y ver triunfar una Revolución Social sin precedentes en la Historia de España.
 
   Predicaron con el ejemplo, con su ascetismo y entrega total. Muchos españoles les deben sus derechos, su cultura y hasta la misma vida. Fueron la columna vertebral de la Reconstrucción Nacional; sin ellas, no hubiera sido posible soportar los años de miseria, hambre y aislamiento. Todo se hizo además bajo el patronazgo de Santa Teresa de Jesús, elegida por Pilar como modelo a imitar por sus discípulas.
 
   Pilar Primo de Rivera se paseó por palacios, congresos, ayuntamientos y aldeas; se movió entre Obispos, Generales, Ministros, Diputados, empresarios, escritores, trabajadores y campesinos, y todo lo hizo, con la misma naturalidad y sencillez. Logró sin «palabrería liberal» una obra sin parangón en  nuestra reciente historia.
 

   Le fue concedido el título de Condesa del Castillo de la Mota y numerosas condecoraciones, entre ellas: la Gran Cruz de Isabel La Católica, la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, el Gran Collar de la Orden de Cisneros y la Medalla del Mérito al Trabajo.
 
   Fue Consejera Nacional del Movimiento y Procuradora en Cortes desde el 16 de marzo de 1943 hasta el 30 de junio de 1977.
 
   Escribió sus memorias: Recuerdos de una vida, editadas por Dyrsa, Madrid-1983. También es importante Recuerdos de José Antonio, editado por Ediciones Barbarroja y Plataforma 2003, Madrid-2002. Igualmente están recopilados muchos de sus discursos e intervenciones en numerosas obras y opúsculos.
 
   Falleció cristianamente el 17 de marzo de 1991 en Madrid. Está enterrada en el Cementerio madrileño de San Isidro.      
 
 
 
 
 

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