Pío Moa
Por pura casualidad, este martes, 14 de abril, aniversario de la II República, sale al público mi libro Los mitos del franquismo. Ello puede dar pie a algunas reflexiones. Sobre la república se había ido creando desde antes de la transición un mito que había originado muchos más, como un tronco las ramas: el mito de un régimen democrático, modélico y progresista, derrocado finalmente por las clases sociales –fascistas o, en general, reaccionarias y oscurantistas— temerosas de perder sus privilegios. Enfoque radicalmente falso, solo aceptable desde el marxismo de tres al cuarto que tanta impronta ha dejado en la historiografía y la política del país. Pues el adalid de esa interpretación era el historiador stalinista Tuñón de Lara, tan influyente en la universidad y a quien, con más o menos fervor, se han adherido todos los progres e incluso muchos de derecha. Y uno de sus principales propagandistas de la leyenda rosa republicana fue el El País, a su vez el diario más influyente de España durante décadas.
Un mal enfoque puede engendrar una bibliografía extensísima y poco útil, por no decir inútil de raíz. Así, pese a su falsedad, evidente para quien mantuviera un mínimo sentido crítico y conocimiento de los hechos, el esquema dicho ha producido miles de artículos, comentarios, libros, películas…. “Bibliotecas para nada”, titulé un artículo en referencia a la jungla de publicaciones inútiles y reiterativas generada por una concepción de fondo tan falsa como el marxismo; y otro tanto cabe decir de esas “republicanas”, en gran medida también marxistas o marxistoides. Solo algunos francotiradores aislados y perseguidos por la propia derecha, como Ricardo de la Cierva, osaron enfrentarse a la marea de tergiversaciones y leyendas, que en gran parte los dejó aislados.
En 1999, con Los orígenes de la Guerra Civil, puse documentalmente de manifiesto cómo el PSOE, junto con el nacionalismo catalán, fueron el verdadero cáncer del régimen republicano, sin contar otros menores como el anarquismo. PSOE y Esquerra se alzaron en armas en 1934 para destruir la república y suplantarla por una “
dictadura del proletariado”, es decir, del propio PSOE en un caso, y para avanzar hacia la disgregación de España en el otro. Fracasaron, pero Azaña contribuyó al proceso y creó, con Prieto, el Frente Popular, que sí acabó destruyendo la legalidad e imponiendo un proceso revolucionario. Y fue este proceso, de orientación totalitaria, el que determinó a parte del ejército y a gran parte del pueblo a sublevarse, en julio de 1936, dando lugar a la guerra civil, o mejor dicho a su continuación, pues la habían comenzado en vano los socialistas y las izquierdas en general en 1934. No voy a extenderme ahora en las reacciones, tan furiosas como intelectualmente nulas que suscitó aquel libro mío y los siguientes, en particular Los mitos de la Guerra Civil. Stanley Payne lo ha descrito con claridad (
http://www.esferalibros.com/noticias/stanley-payne-elogia-la-obra-de-pio-moa/). Me temo que con Los mitos del franquismo va a pasar algo semejante, ahora en forma de un muro de silencio, pues nuestros progresistas se han demostrado perfectamente incapaces de soportar un debate racional.
Pero, ello aparte, sobre Franco y el franquismo existe ya también una extensísima bibliografía a la que parecería poco útil aportar algo más, si no fuera porque, como en el caso anterior, la gran mayoría de esa producción es pura farfolla, repetición de tópicos ya vetustos y carentes de análisis mínimamente rigurosos. De pocas cosas se ha hablado tanto como del franquismo,y, paradójicamente, pocas cosas siguen siendo tan desconocidas. Desconocidas no solo para quienes se han alimentado de los mitos creados por un antifranquismo visceral, sino también por muchos de quienes se sienten de algún modo identificados con aquel régimen y casi siempre se limitan a repetir tópicos romos. En este nuevo libro he procurado situar al franquismo dentro de la historia general, en particular europea, comparando constantemente unos sucesos y otros, unos personajes y otros, la evolución del régimen y la de los comunistas –su principal y en rigor única oposición desde el principio al final–. He abordado problemas como el carácter totalitario o autoritario, la dictadura y la democracia; o por qué fue imposible al franquismo sostenerse finalmente a pesar de sus éxitos casi increíbles, durante cuarenta años, frente a enemigos muy poderosos y en algunos momentos abrumadores; o cómo su principal sostén ideológico e internacional se transformó en lo contrario en los años 60… que son, nueva paradoja, los años de mayor éxito franquista en casi todos los planos…
Nada es más innecesario que escribir libros repitiendo o abundando en tesis o datos ya bien sabidos. He intentado en este de Los mitos del franquismo desarrollar un enfoque realmente nuevo. Expuesto a la crítica, claro está, aunque la experiencia me inclina a temer que en vez de crítica haya más bien invectivas y silenciamientos. Por eso lo he dedicado “A cuantos respeten la verdad y sientan la necesidad de defenderla” Y es que el panorama intelectual, político y periodístico español no está precisamente para echar cohetes.