Pío Moa
Los golfos subvencionados por la “memoria histórica”, quieren vivir ya del cuento y del erario para el resto de sus vidas. Hablan de que les faltan más de 100.000 “desaparecidos” por desenterrar e identificar. Son los de los 20.000 presos políticos en trabajos forzados en el Valle de los Caídos, los de la “matanza del barranco de Órgiva”, etc. etc. Lo asombroso es que se les descubre una y otra vez y no quedan por mentirosos ante una opinión pública manipulada, sino que insisten como si nada se hubiera aclarado o se inventan nuevas historietas como el Tario Rubio, tan paseado por unos medios igualmente corruptos. Lo cual da indicio de la miserable degeneración moral que vive el país, y que algunos quieren pasar por “democracia”.
Hace poco un amigo me consultó sobre la demagogia en torno a las “víctimas del franquismo”. Le contesté con unos cuantos puntos:
1.- Quienes empezaron los asesinatos fueron las izquierdas, en 1934 (insurrección planeada como guerra civil, textualmente) y antes; y luego después de febrero del 36. Asesinatos (cientos de ellos) acompañados de destrucciones de edificios, iglesias, bibliotecas y obras de arte. Esta corriente de crímenes, liquidó la legalidad y fue lo que ocasionó el levantamiento de la derecha en torno a un sector del ejército en julio del 36.
2.- Con la guerra, los crímenes y destrucciones alcanzaron su paroxismo. Por supuesto, también los nacionales cometieron atrocidades, pero fueron de respuesta a los de izquierdas. Como las atrocidades cometidas por los Aliados en la guerra mundial (que fueron muchas) respondían a las de los nazis.
3.- Sobre la represión de posguerra, en toda Europa fue feroz según terminaba la guerra mundial: en Italia y Francia el número de muertes, en proporción a la intensidad de las respectivas guerras civiles, fue muy superior al de España (no hablemos ya de los países del este o de Alemania, donde las víctimas sumaron millones). Pero además, en esos países las muertes fueron simples asesinatos sin juicio ni posibilidad de defensa. En España casi todas las muertes lo fueron por ejecución judicial. Con muchas más garantías que los tribunales “populares” del Frente Popular.
4.- Siempre se olvida que las personas ejecutadas fueron en su mayoría chekistas y asesinos complicados en crímenes terribles, y que habían sido abandonados por sus jefes políticos, los cuales huyeron al exterior llevándose enormes tesoros robados. En ningún caso se trataba de “honrados demócratas republicanos”, como se presentan.
5.- El número de fusilados en la posguerra nunca se ha investigado debidamente. Ahora se ha abierto el archivo de las sentencias de muerte enviadas a Franco (debían serle enviadas obligatoriamente) para que diese el enterado o las conmutase por cadena perpetua. Según ese archivo, el número de sentencias de muerte entre 1939 y 1955 fue de 22.000 en números redondos, de las que aproximadamente la mitad fueron conmutadas.
6.- Las cadenas perpetuas, en la mayoría de los casos, se reducían a unos 6 años de prisión. En 1950 el número de presos salidos de la guerra o del maquis eran una minoría del total, siendo la mayoría comunes. Y siguió descendiendo hasta los años 60, en los que hubo entre 10.000 y 15.000, comunes casi todos. Compárese con los cerca de 80.000 actuales.
7.- La única oposición real y sostenida al franquismo fue la comunista y/o terrorista. No hubo demócratas en las cárceles de Franco. Los pocos demócrata que había (hoy tampoco hay tantos) vivían y prosperaban, como todo el mundo, a menudo en el mismo aparato administrativo del franquismo, según pudimos saber en la transición.
8.- En todo momento, como señala Julián Marías –mucho más digno de crédito que los corruptos políticos de la memoria histórica y sus subvencionados– hubo en España una gran libertad personal, aunque la libertad política estuviera restringida (no anulada).
9.- Del medio millón de exiliados en los primeros momentos, volvieron a España, ya en 1939, cerca de las tres cuartas partes.
10.- La dictadura de Franco fue hecha inevitable por la destrucción de la legalidad republicana y el proceso revolucionario de la república. En la cual muchos liberales del momento, por frivolidad, incoherencia o superficialidad de análisis, tuvieron su parte de responsabilidad. Y el franquismo duró tanto por tres razones: porque la experiencia histórica había sido muy dura; porque la única oposición real al régimen partió de comunistas y, ya hacia el final, de terroristas como la ETA, que reunía en sí misma lo que había sido el Frente Popular: alianza de separatistas e izquierdistas. Y por lo ya antes dicho: Franco no tuvo oposición democrática: los pocos demócratas se acomodaban sin grandes traumas al régimen, aunque emitieran algunas quejas. Ya lo había dicho Marañón: “¿Cómo poner pegas a los nacionales, que nos han librado de la pesadilla republicana-frentepopulista?” (Las palabras no son exactamente estas, pero sí su sentido). Algo parecido dijo Besteiro. Fue Franco, y no los liberales o demócratas, quien derrotó a la revolución.