Ignacio Zuloaga Zabaleta, la España negra y los retratos

     
PPG – FNFF 
 
 
 

Ignacio Zuloaga Zabaleta nació en Éibar, Guipúzcoa, el 26 de julio de 1870. Su familia se dedicaba a la fabricación y decoración de armas de fuego. Inició su formación en el taller de damasquinado de su padre y asistió al Museo del Prado para estudiar a los pintores clásicos. A los 19 años viajó a Roma y a París.
 
   En la capital francesa conoció a Paul Gauguin y a Edgar Degas y vivió en la Isla de Sant Louis con Santiago Rusiñol y Miguel Utrillo. Se especializó en la caracterización de tipos españoles, especialmente mujeres ataviadas con trajes de volantes, mantones, mantillas, abanicos y flores, como: Mujer de Alcalá de Guadaira. A este momento se le ha denominado como la época de La España blanca. Alternó su estancia en París con largas temporadas en España, en Segovia.
 
   En París se dedicó al retrato y desde Segovia inició su pintura de paisajes y de tipos castellanos, consolidando su otro estilo, el de La España negra. El duro paisaje castellano se convertirá en la imagen emblemática de España. Su visión de España le identifica con la Generación del 98, muestra la decadencia de las ciudades y el deseo de la vuelta a la tierra, en busca de una autenticidad y una identidad nacional. Recurrió a los pueblos y a los campesinos porque era donde mejor se conservaban las tradiciones.
 
   Sus imágenes muestran una España campesina, con personajes solemnes, hieráticos y atemporales. Culminará en obras como: El enano Gregorio el botero en Sepúlveda, Mujeres de Sepúlveda o Doña Rosita Gutiérrez. En Mis primas, se ve la desolada y desnuda comarca por la que caminan jinetes aislados o grupos de personas. Lo mismo ocurre con El peregrino y con el paisaje de Gregorio el botero, donde Ávila con sus murallas es un telón sobre el que destaca la figura del enano monstruoso.
 
   Otras obras son: Casas viejas de Haro, Castilla la Vieja o Gregorio en Sepúlveda. En Mujeres en Sepúlveda, serán las propias figuras las que conducen la mirada al pueblo medieval. Paisaje de Burgos, muestra en primer término las derruidas murallas del viejo castillo y a lo lejos, las torres de la catedral gótica. En Cerros de Calatayud da a su pintura una sólida estructuración que recuerda a Cezanne y al dramático empleo de la materia pictórica de Van Gogh. Paisaje de Nájera, Paisaje de Motrico, Paisaje de Tarazona, Catedral de Burgos o Paisaje de Pancorbo son otros ejemplos. Castilla, Aragón y Navarra, fueron las grandes fuentes de inspiración de sus paisajes. El paisaje natal de Vascongadas le inspiró pocas veces, aunque también lo pintó, como en Fuente de Eibar. En su Corrida de toros en mi pueblo, se inspiró en su pueblo para pintar el paisaje vasco.
 
   También se interesó por el retrato. Le preocupó el carácter y el vigor expresivo y subrayó el gesto, la acción y la mirada, como se observa en el retrato de La Condesa de Noailles. Entre sus numerosos retratos destacan el de Unamuno, Valle-Inclán o Pérez de Ayala. Zuloaga se sumó al Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936. Tuvo que huir de zona roja para evitar ser asesinado por los milicianos.
 
   En 1938, obtuvo con 37 obras el Gran Premio en la Bienal de Venecia, el “Premio Mussolini”. En esta exposición presentó el Retrato de Wenceslao Alonso, el carlista más viejo de la Cruzada. Al finalizar la contienda, realizó el Retrato de Franco, en 1940, que se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. También pintó un Retrato de Millán Astray, ubicado en el  Museo Especifico de la Legión. Igualmente prestó sus servicios en el Valle de los Caídos: situado en el centro, el Cristo Crucificado, obra de Julio Beobide, fue policromado por él, cuyos brazos de la cruz son de madera de enebro que el propio Francisco Franco eligió.
 
   Falleció en Madrid, el 31 de octubre de 1945. Recibió el reconocimiento póstumo mediante exposiciones, la realización obras dedicadas a su memoria, calles con su nombre, y la edición de sellos para el envío al extranjero y billetes de curso legal con su efigie.