PPG – FNFF
José María Salaverría Ipenza nació en Vinaroz, provincia de Castellón de la Plana, el 8 de mayo de 1873, donde su padre trabajaba como Farero. Cuando contaba cuatro años de edad se trasladó a San Sebastián, ciudad de la que era oriunda su familia. A los quince años empezó a escribir y aunque intentó varias veces dedicarse exclusivamente a la escritura, no lo logró, y tuvo que trabajar como Delineante y empleado de la Diputación de Guipúzcoa. Expresó sus frustraciones por no poder dedicarse profesionalmente a la escritura en un largo epistolario dirigido a Miguel de Unamuno, entre 1904 y 1908.
Fue a Puerto Rico en 1895, pero hizo aún más viajes tanto por la Península como por el extranjero. Sus primeros artículos los publicó en Euskal Erria y en otras revistas del País Vasco. Publicista infatigable, colaboró en ABC; La Vanguardia; y Diario Vasco; entre otros diarios, en especial La Voz de Guipúzcoa de San Sebastián. Fueron sus temas preferidos la política, pero también escribió crónicas de guerra (México, Europa, Marruecos…) y ejerció la crítica literaria y la crónica viajera. Parte de su famoso libro, inscribible en la órbita del Regeneracionismo, Vieja España (Impresión de Castilla) (1907), apareció en Los Lunes de El Imparcial (octubre-noviembre de 1906).
Emigró a la Argentina en 1911 y allí consiguió entrar como redactor en La Nación de Buenos Aires en 1912, con lo que logró su sueño de dedicarse sólo a escribir. Estuvo allí hasta 1913. El pensamiento de Friedrich Nietzsche le influyó poderosamente.
Fue, más que novelista, poeta y ensayista, y un incansable viajero. Destacan sus novelas: Vieja España (1909); La Virgen de Aránzazu (1909); y El muchacho Español (1938). Entre otros libros, escribió los titulados: La afirmación española; Vieja España; Vida de Martín Fierro y otros ensayos; y Sevilla y el andalucismo. También colaboró con la Revista de las Españas, en la que se publicaron algunas de sus conferencias y ensayos.
Se diferenció de muchas de las figuras de la llamada Generación del 98, grupo en el que cronológicamente aparece inserto, por su entusiasmo y su optimismo en los destinos de España. La República Argentina, visitada por Salaverría en diversos momentos, le inspiró libros como Tierra Argentina, El poema de la Pampa; y Paisajes Argentinos. Perteneció a la denominada “Escuela Romana del Pirineo”, constituida, además de él, por Ramón de Basterra Zabala, Rafael Sánchez Mazas, Pedro Mourlane Michelena, Esteban Calle Iturrino, Joaquín de Zuazagoitia Azcorra y Fernando de la Quadra Salcedo.
El sentimiento patriótico junto con el deseo de afirmar España, los vivió como una forma de autoafirmación personal. Es un escritor no reeditado y olvidado por el sistema políticamente correcto, por culpa de su ideología. Falleció en San Sebastián, Guipúzcoa, el 28 de marzo de 1940.