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La Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos y la Asociación para la Investigación y Protección del Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel –que litiga en Tenerife por un conjunto escultórico de Juan de Ávalos– han conseguido la certificación del Guinness World Records (GWR) que «verifica y otorga» a la Cruz de la Basílica del Valle de los Caídos el reconocimiento como la «cruz más grande del mundo», con 152,4 metros de altura.
Ambas entidades iniciaron el expediente y llevaron a término todos los trámites para la catalogación, que contó con informes de cuatro arquitectos y para la que se aportaron fotos y vídeos para documentar la petición. El proceso se prolongó durante nueve meses, hasta que el documento que se hace público hoy llegó a España el pasado día 8.
Todos los récords de la organización son «medidos con un número», ya que, según sus bases, no se aceptan «estimaciones o conjeturas», y deben ser «corroborados por evidencia clara e independiente». En el caso de la Cruz de Cuelgamuros, aunque el organismo con sede en Reino Unido reclamaba la valoración de un solo arquitecto se ha presentado la de cuatro, «cada uno de forma independiente y autónoma y sin saber lo que medía el resto», según fuentes de los peticionarios, que destacan los «muchos requisitos que exige el Guinness World Records, con quien se ha intercambiado información a través «de unos cuarenta correos electrónicos».
La cruz de hormigón armado homologada ahora por la principal autoridad internacional en la verificación de récords mundiales comenzó a cimentarse en junio de 1950. Visible a más de 40 kilómetros de distancia y considerada como la cruz cristiana más alta del mundo, 25 de sus metros corresponden al basamento con los cuatro evangelistas (de 18 metros de altura cada uno) que descansan a sus pies, esculpidos por Juan de Ávalos; 17 metros mide el cuerpo intermedio con las virtudes cardinales –Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza–, y 108 constituyen el fuste de la cruz. Si a ello se suma la altura del risco de la Nava que sirve como un pedestal rocoso, habría que añadirle otros 150 metros más. La longitud de los brazos es de 46,40 metros, a los que se puede acceder a través de un ascensor y una escalera de emergencia. Para hacerse una idea del tamaño, en sus pasillos interiores podrían cruzarse dos coches. Y la subida hasta el final se remata por una escalera de caracol.
Tras la exhumación de Franco el 24 de octubre de 2019, el Gobierno planteó una «resignificación» del Valle de los Caídos, pero antes llegó a hablarse de la demolición de la cruz, e incluso de todo el conjunto monumental. En 2018, Podemos presentó un plan –«Exhumar el Franquismo. Recuperemos el Valle de Cuelgamuros para la democracia»– en el que aventuraba que la cruz «podría demolerse» para «crear otro monumento de dignificación y respeto a las víctimas» esparciendo su «residuo gravoso» por las explanadas del recinto. Y en mayo de 2021, una iniciativa del Grupo de Izquierda Confederal iba más allá y planteaba la demolición de todo el complejo.
Un enclave en el que además se prevé la expulsión de los más fieles devotos de la Basílica: la comunidad benedictina a cuyo frente está el prior Santiago Cantera. La Ley de Memoria Democrática, cuyo trámite está en suspenso, ha paralizado también por ahora los planes para un «cementerio civil» en el Valle de los Caídos.