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Luis E. Togores
Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la II República española, desde un principio los gobiernos republicanos “puros”, republicanos republicanos, se enfrentaron a la mitad de España por causa de su pasividad ante la quema de iglesias, conventos… que se produjeron nada más proclamarse el nuevo régimen. Lo que no esperaba Alcalá Zamora, Azaña y sus colegas del consejo de ministros que, desde un primer momento, el sindicato obrero más poderoso de España, la CNT, se enfrentase frontalmente con el nuevo régimen acusándolo de “república burguesa”. Los más de 750.000 cenetistas no veían en la nueva república el cambio social con el que los anarquistas soñaban.
En enero de 1933 el Comité de Defensa Regional de Cataluña de la CNT se lanzó a poner en práctica la “gimnasia revolucionaria” consistente en el comienzo de una “acción insurreccional” que impidiera la consolidación de la república burguesa. De los anarquistas españoles de los años 30´ se pueden pesar muchas cosas menos que no eran un grupo de hombres valientes y comprometidos con su propia causa.
La insurrección de 1933 estalló en la región catalana y valenciana, saldándose con numerosos muertos entre anarquistas, guardia civiles y de Asalto.
En la Andalucía rural, profunda, entre los braceros que vivían al borde del hambre, se produjeron también estallidos violentos. El cuartelillo de la Guardia Civil del pueblo de Casas Viejas (Jerez) fue asaltado, quedando sitiados entre sus paredes, la noche del 10 al 11 de enero de 1933, un sargento y tres guardias y resultando muertos en el incidente el sargento y uno de los guardias.
Cuando se tuvo noticias de lo que pasaba en Casas Viejas inmediatamente los mandos de la Benemérita enviaron a un sargento con 12 guardias a Casas Viejas para socorrer a los guardias sitiados en su cuartelillo. Tres horas después llegaron más refuerzos, el teniente Gregorio Fernández Artal de Asalto con 4 guardias civiles y 12 guardias de asalto. Inmediatamente comenzaron a detener a los presuntos responsables del ataque al cuartel de la Guardia Civil, siguiendo las órdenes del Director General de Seguridad Arturo Menéndez de un gobierno presidido por Azaña y que tenía como ministro de Gobernación a Santiago Casares Quiroga (ORGA – Federación Republicana Gallega).
El día 10 había llegado a Jerez de la Frontera una compañía guardias de asalto mandada por el capitán Rojas Feijespán, que, cuando se tuvo noticias de lo ocurrido, recibió la orden de salir para Casas Viejas.
Francisco Cruz Gutiérrez “Seisdedos” fue denunciado por sus vecinos como responsable del ataque al cuartelillo. Al llegar las fuerzas de orden público para detenerle a la casucha en que vivía “Seisdedos”, desde el interior de la vivienda, hizo varios disparos que provocaron la muerte de un guardia de asalto y otro resultó herido. A las diez de la noche empezó el asalto a la choza sin éxito.
Con la caída del día llegó a Casas Viejas la compañía de guardias de asalto del capitán Rojas con órdenes de terminar con la insurrección con cualquier medio a su alcance. El capitán Rojas envió un telegrama al Director General de Seguridad con el siguiente texto: “Dos muertos. El resto de los revolucionarios atrapados en las llamas”. Rojas ordenó a tres patrullas que detuvieran a los cenetistas más destacados del pueblo, dándoles instrucciones para que dispararan ante cualquier mínima resistencia, lo que provocó la muerte de Antonio Barberán Castellar, de setenta y cuatro años. Fueron detenidas doce personas y conducidas esposadas a la choza calcinada de “Seisdedos” dónde les mostraron el cadáver del guardia de asalto muerto para, acto seguido, ser ejecutado por los de Asalto. En la declaración del capitán Rojas a la Comisión Parlamentaria que investigó lo ocurrido en Casas Viejas dijo: «Como la situación era muy grave, yo estaba completamente nervioso y las órdenes que tenía eran muy severas, advertí que uno de los prisioneros miró al guardia que estaba en la puerta y le dijo a otro una cosa, y me miró de una forma…, que, en total no me pude contener de la insolencia, le disparé e inmediatamente dispararon todos y cayeron los que estaban allí mirando al guardia que estaba quemado. Y luego hicimos lo mismo con los otros que no habían bajado a ver el guardia muerto que me parece que eran otros dos. Así cumplía lo que me habían mandado y defendía a España de la anarquía que se estaba levantando en todos lados de la República». En Casas Viejas fueron muertos por la fuerzas del orden republicana dos docenas hombres, dos mujeres y un niño. Tres guardias cayeron en la refriega.
El diputado radical Guerra del Río dijo en el Parlamento: “Hay un indicio revelador de los ocurrido: en Casas Viejas no hubo heridos, ni prisioneros. No hubo más que muertos… Y tenemos la convicción de que si la fuerza pública procedió así, si no fue por orden del ministro de la Gobernación, que no lo creemos, fue consecuencia lógica del espíritu y de las instrucciones que había recibido”.
Lo ocurrido en Casas Viejas se convirtió en un gravísimo problema político para los republicanos republicanos. Azaña se vio cuestionado tanto desde la derecha como desde la izquierda. El jefe de gobierno Azaña dijo el 2 de febrero en su intervención ante la Cámara: “No se encontrará un atisbo de responsabilidad en el gobierno. En Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir. Se produce un alzamiento en Casas Viejas, con el emblema que han llevado al cerebro de la clase trabajadora española de los pueblos sin instrucción y sin trabajo, con el emblema del comunismo libertario, y se levantan unas docenas de hombres enarbolando esa bandera del comunismo libertario, y se hacen fuertes, y agreden a la Guardia Civil, y causan víctimas a la Guardia Civil. ¿Qué iba a hacer el Gobierno? Ante una nueva interpelación parlamentaria, volvió a eludir sus responsabilidades: Nosotros, este Gobierno, cualquier Gobierno, ¿hemos sembrado en España el anarquismo? ¿Hemos fundado nosotros la FAI? ¿Hemos amparado de alguna manera los manejos de los agitadores que van sembrando por los pueblos este lema del comunismo libertario?”.
La Comisión Parlamentaria que investigó estos sucesos terminó por exonerar de toda responsabilidad al Gobierno, una comisión que ya evidenció la total nulidad práctica de las comisiones parlamentarias de investigación. El Director General de Seguridad, comandante Arturo Menéndez, fue destituido, ocupando dicha dirección Manuel Andrés Casaus (que caería asesinado en San Sebastián en 1934). El comandante Menéndez fue detenido en la noche del 19 de julio de 1936 por los militares sublevados en el tren Barcelona-Madrid, estación de Calatayud. Fue fusilado en Pamplona.
Eduardo Ortega y Gasset, hermano del filósofo, acusó al Gobierno en las Cortes: “Cuando después de dos años de República ha dejado a los campesinos sin campo y a los jornaleros sin jornal, en situación de hambre y desesperación, habiendo encendido sus esperanzas con promesas que luego ha matado por falta de actos, esta corriente de hostilidad ha estallado”.
En la actualidad existe una imagen idílica de la II República española, en realidad de las etapas 1931 – 1933 y de febrero de 1936 al inicio de la guerra civil. El mal llamado bienio negro, cuando gobernó el centro derecha, está estigmatizado por la historiografía frentepopulista, a pesar de ser la única etapa en la que los españoles pudieron soñar con una república semejante a la existente en otras naciones occidentales de aquel tiempo. La república azañista y largocaballerista fue un fiasco y en cuanto se indaga un poco en todo lo que acaeció en ella se rompe “su” mito.
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