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Me ha llegado un artículo aparecido en las páginas de Toledo del periódico ABC en el que un coronel informa sobre la decisión del Ayuntamiento de Toledo de retirar de sus calles nombres relacionados con la época de Franco. No conformándome con ofrecer simplemente la reproducción de dicho artículo, he tratado de averiguar a través de la prensa toledana los pormenores del asunto, que paso a relatar.
Parece ser que el Ayuntamiento de Toledo, gobernado por el PSOE sin mayoría absoluta, tiene que contar con el apoyo de dos concejales comunistas para tomar decisiones, lo que le ha dado a estos un poder casi absoluto. Ahora les ha dado por el cambio de nombres de calles, capricho que ha contado con la aquiescencia del Alcalde.
El pasado verano comenzó la maniobra, a través de la cual no se ha tratado de aplicar la inicua ley de la memoria histórica, sino que se ha ido más lejos, sin tenerse en cuenta lo que se decía en ella de que se trataba de suprimir elementos de división entre los ciudadanos, todo ello con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles en torno a los principios, valores y libertades constitucionales, retirando aquellos escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura, retirada que no sería aplicada cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados.
Nada de esto ha servido. En diciembre de 2012 consiguieron que fuesen retiradas las placas de las calles que llevaban los nombres de Alféreces Provisionales y General Moscardó.
Al año siguiente volvió el concejal comunista y en el mes de julio, tras amenazar al Alcalde con no apoyar los presupuestos municipales, impuso el cambio del nombre de la calle 18 de julio por el de Nelson Mandela, propuesta que fue aprobada por el grupo socialista, con el voto en contra del PP. Acostumbrados los comunistas a actuar conforme a las reglas de los regímenes totalitarios, realizaron ellos mismos el cambio de la placa, que el Ayuntamiento se vio obligado a reponer.
No contentos con lo que habían conseguido por el apoyo de sus compañeros de izquierdas, antes de finalizar el pasado año consiguieron que el Alcalde, sin consultar a nadie –algo impropio en un organismo que se considere democrático- y con el posterior rechazo de muchos de los vecinos afectados, prometiese la retirada de los nombres de las calles:
-Banderas de Castilla
-Tercio del Alcázar
-División Azul
-Batallón de Voluntarios
-Coronel Baeza
-General Villalba
Si bien los dos primeros tenían que ver con la Guerra Civil, no así el resto. El coronel Federico Baeza, Director de la Fábrica de Armas, se había destacado por su labor social al frente de la misma y en 1920 había inaugurado el Poblado Obrero, mientras al general José Villalba, antiguo Director de la Academia de Infantería, le estaba agradecida la ciudad por haber sido el creador en 1920 de la Escuela Central de Educación Física. Evidentemente, ninguno de los dos tenía nada que ver con la Guerra Civil. En cuanto al “Batallón de Voluntarios”, es el nombre abreviado del Batallón de Voluntarios de Honor de la Universidad de Toledo, formado durante la Guerra de la Independencia para luchar contra los franceses. ¿Y qué me dicen de la calle de la División Azul? ¿Qué tiene que ver esta Unidad con la Guerra Civil? Pues nada, pero no hay que olvidar que se enfrentó a los comunistas, y eso no se puede tolerar, así que ¡fuera también! Más que un ataque a los que ganaron la guerra al Frente Popular, se observa en estos comunistas una cierta inquina a todo lo que lleve un nombre que suene a militar…
Ahora bien, los nombres desaparecidos podían haber sido sustituidos por otros que tuviesen que ver con la historia o tradición toledanas, pero no ha sido así y se ha preferido honrar, entre otros, a un comunista, a un terrorista y a una farsante.
Visto lo fácil que era conseguir lo que se proponían, les llegó el turno a dos héroes, los capitanes Alba y Cortés. Del primero obtuvieron el visto bueno del Alcalde, que había olvidado que su abuelo –perteneciente a un sindicato católico-, había sido asesinado, al igual que el capitán Alba, por milicianos del Frente Popular. En cuanto al capitán Cortés, se está esperando el beneplácito de los socialistas.
Este nuevo hecho se puede considerar otro ataque al Ejército, ya que ambos capitanes están reconocidos como héroes al haber sido recompensados con la Cruz Laureada de San Fernando. Supongo que, al tener conocimiento de estos hechos, alguien del Ejército habrá salido en su defensa para, así, dar fe de cuanto dicen nuestras Ordenanzas relativo al “homenaje a los héroes” y a cuantos “entregaron su vida por España”.
Evidentemente, nada de esto sucedería si el Gobierno no hubiese tenido interés en mantener tan bochornosa ley, después de oponerse a ella cuando estaba en la oposición. Y menos si no le diese el apoyo económico que, según la prensa, sigue recibiendo. Nada menos que dos millones de euros que el generoso señor Wert ha concedido al Centro Documental de la Memoria Histórica. ¿No habrá salido ese dinero de las Reales Academias nacionales y provinciales, y otros organismos culturales? ¿Cómo permite el Partido Popular que sus oponentes, sin ostentar el poder, decidan por todos los españoles y provoquen el enfrentamiento entre ellos?
Todavía me queda otro personaje al que referirme, cuyo nombre han tenido las izquierdas la vergüenza de airear, sin importarles que se rememore la actuación de sus antepasados del Frente Popular. El sacerdote Joaquín de la Madrid, hace escasos años beatificado, conocido por su labor en Toledo con el nombre de “Padre de los huérfanos”, fue alevosa y cobardemente martirizado y asesinado por milicianos de izquierdas en los primeros días de la Guerra Civil. Sólo a personas ruines y malvadas se les puede ocurrir pedir que desaparezca de una calle el recuerdo de una persona tan bondadosa y sacrificada por los demás.
¿Hacia dónde caminamos por el odio de unos y la cobardía de otros?
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