Significado del 18 de julio

 
Conversación con Juan Progre
 
 Pío Moa
www.piomoa.es 
 
En gran medida, el antifranquismo retrospectivo hoy tan extendido es cuestión de ignorancia de la historia, por falta de lecturas o de lecturas sesgadas 
 
Uno puede argumentar:
 
   –Franco derrotó a un proceso revolucionario, salvó a España de la Guerra Mundia, derrotó al maquis, que intentaba revivir la Guerra Civil, y al injusto aislamiento internacional. Con él desaparecieron –con pocas excepciones- los odios que aniquilaron la república y dejó un país próspero y reconciliado, apto para una democracia no convulsa.   
 
Pero Juan Progre, que no sabe de historia más que algunos clichés propagandísticos, está  en desacuerdo:
 
   —Todo eso son mentiras fascistas. Y además, aunque fuera así, el franquismo no fue una democracia.   
 
A Juan Progre, el argumento de la democracia le parece esencial e irrebatible. Frente a él palidecen cualesquiera otros logros que España hubiera conseguido con Franco. Claro que uno no está seguro de qué entiende él por democracia, o por fascismo:
 
   –No obstante –replica uno- el franquismo no tuvo oposición democrática. La oposición fue comunista o terrorista, o las dos cosas. Y el comunismo es la doctrina más totalitaria del siglo XX. Parece que los demócratas, de los que había pocos al parecer y no sé si ahora hay muchos, se encontraron bastante cómodos en el franquismo: no molestaron a este ni este los molestó demasiado. Ya lo decían el liberal Marañón o el socialista moderado Besteiro: Franco había librado a España de una pesadilla, así que no había muchos peros que oponerle.   
 
Juan Progre sigue sin dar su brazo a torcer.
 
   —Seguro que eso que me dice es mentira. Y en todo caso, Franco se sublevó contra un gobierno legítimo, salido de unas elecciones democráticas.
 
   –¿Ha leído usted lo que dicen Azaña o Alcalá-Zamora, por ejemplo, de aquellas elecciones? Las masas izquierdistas tomaron las calles, las autoridades responsables de la pureza del escrutinio huyeron, y los recuentos se hicieron en un clima de coacciones. ¿Llama usted a eso elecciones democráticas? Pero hay más: la huida del gobierno ante los motines y violencias callejeras hizo que la segunda vuelta electoral se hiciera ya bajo el propio Frente Popular, y Azaña aseguró que el poder seguiría para siempre en manos de la izquierda. Y no contentas con eso, las izquierdas dominantes en las Cortes aprovecharon para declararse juez y parte y despojar a las derechas de muchos escaños más. Y podría citarle otras irregularidades. Repito: ¿llama usted democráticas a esas elecciones y legítimo al obierno salido de ellas? Porque si es así, yo no puedo considerarle a usted demócrata. Y no voy a seguir con los cinco meses infernales que siguieron al “triunfo” del Frente Popular…
 
Juan Progre no se da por vencido. Tiene otro as en la manga y, haciendo como que no ha oído lo anterior declara:
 
   —Además, el golpe fascista fue de una crueldad infinita, exterminadora, genocida. Los fascistas asesinaron a decenas o cientos de miles de enemigos por el mero hecho de ser demócratas u obreros izquierdistas que defendían la legalidad republicana. El propio Mola especificó que había que actuar con la máxima violencia. Fue un terror organizado desde arriba y sistemático. Eso descalifica totalmente a Franco y su golpe.
 
De nuevo la propaganda.
 
   –Ante todo, en el Frente Popular y el bando antifranquista no había demócratas: eran stalinistas, marxistas del PSOE aun más radicales que los comunistas,y  anarquistas, que habían asaltado la república en octubre del 34 y en otras ocasiones (los anarquistas). Estaban también Azaña y los separatistas catalanes, tan demócratas que a la victoria electoral de la derecha en 1933 replicaron con intentos de golpes de estado y colaboración con la insurrección del PSOE en el 34. Luego entraron los ultrarracistas del PNV. ¿Eran todos demócratas o cualquiera de ellos por separado?
 
Juan Progre no está muy seguro, vacila, pero insiste en su argumento:
 
   —En todo caso, un régimen tan cruel no tiene excusa ni defensa.
 
   –Mire, en todo golpe y guerra hay violencia. El PSOE, en 1934, daba instrucciones de actuar con la máxima violencia, había hecho listas de personas a las que eliminar, y allí donde tuvo algún éxito antes de ser vencido, sobre todo en Asturias durante dos semanas, asesinó a bastantes de los que llamaba “fascistas”, clérigos etc. Luego, después de las elecciones que usted llama democráticas, las izquierdas se dedicaron a asesinar a sus enemigos, a quemar cientos de iglesias, así como centros y periódicos derechistas, registros de la propiedad, a invadir fincas y otros muchos actos pacíficos y democráticos, como quizá usted los llamaría. Hasta que el líder de la oposición Calvo Sotelo fue asesinado por una combinación de policías y milicianos socialistas. En la guerra hubo terror por las dos partes, con un número de víctimas similar, aunque con un plus de sadismo en la izquierda nunca alcanzado en la derecha. Aparte de los numerosos asesinatos entre las mismas izquierdas. Y sobre todo es esencial saber quién empezó, porque cuando alguien agrede sin contemplaciones, no se puede pedir al agredido una conducta exquisitamente educada. Y no cabe la menor duda de que las agresiones partieron de la izquierda, ya apenas comenzada la república con la quema de iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza.
 
Juan Progre no sabe bien qué responder, entre otras cosas porque conoce la historia solo muy superficialmente. Pero le queda otra bala en la recámara:
 
   —Bueno, bien, en las guerras pasan esas cosas, pero ¿qué me dice de la represión de posguerra, cuando los antifranquistas estaban ya vencidos e indefensos?Oí una vez decir a Jorge Semprún que en Francia,  no se había fusilado a más de unos 300 colaboracionistas después de la guerra. ¿Por qué esos 150.00 o 200.000 fusilados en España? 
 
   — Esas cifras son falsas. Por extraño que suene, aun no han sido investigadas a fondo, pero los datos más aproximados hasta ahora son estos: unas 50.000 penas de muerte, de las que se habrían ejecutado la mitad. La otra mitad fueron conmutadas por una cadena perpetua que en la mayoría de los casos duró solo entre cuatro y seis años. ´Tenga usted en cuenta que  al terminar la guerra los jefes del Frente Popular huyeron con enormes tesoros expoliados a todo el mundo ¿Ha oído usted hablar del yate Vita? Sobre esas cosas he escrito enLos mitos de la Guerra Civil, no le haría ningún mal leerlo, pues sus exposiciones y tesis no han sido rebatidas. Pues bien escaparon todos, como dije,  menos Besteiro, dejando atrás para que se las arreglaran como pudieran, a miles de chekistas y complicados en asesinatos, violaciones y robos. A estos, como es natural, iban a a ajustarles cuentas los vencedores. La despreciable ley de memoria histórica los presenta a todos ellos como víctimas inocentes. Naturalmente, en las circunstancias pasionales de la época, caerían más o menos inocentes junto con los culpables, pero esa ley exalta a los culpables al equipararlos con los inocentes, y denigra a estos al identificarlos con los asesinos.Y Semprún se refería a los ejecutados en Francia en virtud de sentencias judiciales, pero no a los asesinados fríamente y sin juicio legal, que fueron como mínimo 10.000 y probablemente muchos más. En España fue al revés: hubo pocos asesinatos en posguerra, debiéndose casi todas las muertes a sentencias judiciales 
 
   —Sentencias sin garantías que la ley de memoria histórica ha declarado nulas.
 
   –Esa misma ley que iguala a asesinos sádicos con más o menos inocentes y que pretende imponer una versión de la historia, como en los regímenes totalitarios. Los juicios eran menos garantistas que los de ahora, cosa lógica, pero mucho más que los de los “tribunales populares” de la izquierda, cuya arbitrariedad era total.
 
   —No me ha convencido usted.
 
  –No pretendo convencerle, solo aclarar los hechos frente a una propaganda que con sus embustes está resucitando los odios que destruyeron a la república. En suma, repito, Franco no derrotó a una democracia sino a un proceso revolucionario, derrotó otros muchos peligros para España y dejó un país unido, próspero y reconciliado. Por eso fue fácil el paso a la democracia. Y fíjese usted: todos los peligros para la democracia han venido de los que se proclaman antifranquistas y se identifican con los del Frente Popular: el terrorismo y la colaboración política con él, la corrupción masiva, el ataque a Montesquieu, es decir, a la independenca judicial, los separatismos… Esto no puede ser casual. En suma, el 18 de julio inauguró el período de paz y prosperidad más prolongado que haya vivido España en al menos dos siglos, y que dura todavía, aunque amenazado. Por lo que bien merece una conmemoración, y no el festival de distorsiones y embustes que hoy por hoy viene acompañando a su recuerdo.
 
 
 

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