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César González-Ruano Garrastazu de la Sota, nació en Madrid el 22 de febrero de 1903. Empezó a destacar en los años veinte como poeta del Ultraísmo.
Aunque fundamentalmente periodista, cultivó todos los géneros y fue poeta lírico, novelista y autor dramático; también escribió biografías, como las de Enrique Gómez Carrillo, Julio Cejador, Eduardo Zamacois, Eugenio Noel, José María Acosta (1927), Emilio Zola (1930), Miguel de Unamuno, Casanova y Charles Baudelaire (1931), el General Sanjurjo (1932), Miguel Primo de Rivera (1935), Mata-Hari (1943), Óscar Wilde, etc.
Pese a tanta actividad, durante toda su larga vida padeció una constante mala salud de hierro, de forma que muchas veces se le desahució y dio falsamente por muerto. Fue, ante todo, un gran dominador del género del artículo periodístico. Según su amigo y discípulo, Manuel Alcántara, escribió más de treinta mil.
En 1930, entrevistó a José Antonio Primo de Rivera y a Miguel de Unamuno. Volvió a entrevistar a José Antonio ya como líder falangista, tras su intento de asesinato en la calle Benito Gutiérrez de Madrid.
César simpatizó siempre con la Falange desde sus inicios y tuvo relación y amistad con sus fundadores e inspiradores: José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, Rafael Sánchez Mazas, etc. En 1932 ganó el premio Mariano de Cavia con un artículo titulado Señora: ¿Se le ha perdido a usted un niño?
En 1933 se fue como corresponsal a Berlín y Roma, donde coincidió con sus amigos falangistas Rafael Sánchez Mazas y Eugenio Montes. La mayoría de las crónicas que escribió en Alemania se incluyen en Seis meses con los nazis (Una revolución nacional), un libro editado en octubre de 1933 y que financió la Embajada alemana en Madrid.
En enero de 1934, fue enviado a Marruecos para investigar si quedaban prisioneros españoles en manos de los rifeños trece años después del desastre de Annual. En 1934 se estrenó su comedia poética La luna en las manos en Madrid. En ese 1934, el segundo año de la República, las Juventudes Socialistas le amenazaron de muerte por unos artículos críticos con Indalecio Prieto, Manuel Azaña y otros cabecillas de izquierdas. Para evitar que le asesinaran, sus amigos falangistas le dieron protección.
En marzo de 1936, emprendió un viaje a Italia. Allí aceptó el puesto de corresponsal en Roma que le ofreció el nuevo director de Abc, Luis de Galinsoga. También estuvo Francia, concretamente a Vilefranche, junto a una impulsiva y patriota Raquel Meller. Allí recibió la noticia del Alzamiento Nacional al que ambos apoyaron entusiásticamente. Sobre ello escribió: “Logré ponerme en relación con la Junta de Gobierno Nacional en Burgos y con ABC de Sevilla ofreciéndome a la disposición y mejor parecer del Movimiento y pidiendo instrucciones de qué debía de hacer y dónde me consideraban más útil.”
Fue nombrado Agregado de Prensa en la Embajada española en Roma. Escribió para ABC y para el periódico España, fundado por Gregorio Corrochano en el Tánger nacional. En 1938, entrevistó a Mussolini, a quien calificó en sus Memorias como “el hombre más importante que tuvo Italia y quizá Europa en nuestro tiempo”.
Se trasladó a París, donde se dedicó a escribir poesía y a la compraventa de antigüedades, pintura y algún pasaporte. Puesta sobre aviso, la Gestapo le encerró, el 10 de junio de 1942, en la cárcel parisina de Cherche-Midi, durante dos meses y medio. A este hecho dedicó un impresionante poema largo: Balada Cherche-Midi. Aún tuvo tiempo de redactar algunas de sus mejores obras. Escribió la biografía de Mata-Hari y la novela Manuel de Montparnase, basada en la vida y la obra de Manuel Viola.
Abandonó Francia en septiembre de 1943 y se instaló en el pueblo barcelonés de Sitges. Allí escribió una treintena de artículos mensuales en La Vanguardia, que dirigía su amigo Luis de Galinsoga, en el periódico falangista Arriba, la Agencia de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, en la revista Destino, en Informaciones, en Madrid, en Radio Nacional, en Radio España de Barcelona, Fotos, El Pueblo Vasco, La Codorniz…
Hizo dos antologías de sus poemas publicados: Aún, primera antología poética (1920-1934); y Poesía (Selección poética, 1924-1944). En 1946 publicó su Antología de poetas españoles contemporáneos en lengua castellana.
En abril de 1948, dejó de colaborar para el diario
Madrid y volvió a publicar en
Informaciones, siendo su director Francisco Lucientes. En octubre, se incorporó a
La Tarde, de Víctor de la Serna, como articulista y encargado de las colaboraciones. Así lo explicó él mismo:
“Llevé a La Tarde un plantel de colaboradores excepcional en la prensa diaria española, y creo yo que bien calculado para el gusto de todos los públicos. Llamamos a nuestras páginas como colaboradores fijos y frecuentes a Camilo José Cela, Gerardo Diego, Concha Espina, Enrique Jardiel Poncela, Felipe Sassone, Pedro de Lorenzo y Gaspar Gómez de la Serna, al tiempo que hacían secciones diarias firmadas José Antonio Torreblanca, Álvaro de Laiglesia y Josefina de la Maza […] Rafael Sánchez Mazas, Eugenio Montes, Eduardo Aunós, Torcuato Luca de Tena, Edgar Neville y varios más”.
Permaneció en este diario hasta mayo de 1949, poco antes de su desaparición. Ese año recibió seis premios, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo Francisco Franco. Con Ni César ni nada obtuvo el Premio Café Gijón en 1951, y el mismo año apareció su Diario íntimo. Su autobiografía, Mí medio siglo se confiesa a medias, se publicó por entregas en el diario El Alcázar. Después escribió una trilogía de novelas bajo el título de A todo el mundo no le gusta el amarillo y publicó Nuevo descubrimiento del Mediterráneo; Caliente Madrid; y Pequeña ciudad. Este último libro lo dedicó a Cuenca, donde tenía casa y vivió durante algunos períodos, y donde hay una calle con su nombre.
En 1952, empezó a colaborar en la Revista de Barcelona y en el diario Pueblo, órgano los sindicatos verticales, donde publicó algunos fragmentos de su diario íntimo. A finales de 1953, inició una serie de conversaciones y entrevistas en las páginas de Arriba, que le valieron un año después otro Premio Nacional de Periodismo.
Recogió 80 entrevistas a personalidades de la actualidad española e internacional en Las palabras quedan (Conversaciones) (1957); varias veces reeditado. Fue elegido por el diario Pueblo “famoso del año” en 1964. Su secretario fue Marino Gómez Santos.
César González-Ruano residía en Madrid en un piso de la calle Ríos Rosas, vecino del de Camilo José Cela, que había sido jerarca universitario del SEU. En su honor, por destacar como articulista, la Fundación MAPFRE concede un premio anual que lleva su nombre para artículos que aparecen en la prensa española, siendo el premio de mayor prestigio. Por último, decir que en las reseñas de su vida y en las biografías suyas que se publican en nuestros tristes días, siempre se omite deliberadamente su condición de falangista y de admirador del Caudillo. Cosas de la manipulación…
Falleció en Madrid el 15 de diciembre de 1965. Ese mismo día, apareció en ABC su último artículo, La costumbre, en el que sostenía que “morir no es sino perder la costumbre de seguir viviendo”.