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Desde luego, estoy muy satisfecho. Es importantísima la parte que las nuevas generaciones vienen teniendo en el resurgimiento de la nación. La juventud de la Cruzada, que dio muestras de tanto heroísmo y tantos sacrificios, es la generación de los hombres maduros de hoy, que capitanean en España la mayoría de las empresas, desde las fábricas a los modestos talleres; desde la gran explotación agrícola a la pequeña granja campesina, y los que confeccionan los planes y creaciones para el futuro. El que las cosas de fuera impresionen muchas veces a una juventud ansiosa de novedades, no podemos evitarlo, como tampoco que haya espíritus débiles, de poca personalidad, que, sin duda, se dejan influir; pero son una minoría, una gota de agua en un océano; esa minoría que, como las olas, la curiosidad los lleva y la realidad los trae. Hoy a la juventud no se la puede juzgar por las piruetas de unos pequeños grupos que padecen un sarampión juvenil. La juventud comprende a toda el área nacional: la del estudio, del campo, de la ciudad, del comercio y de la industria, que aunque suena menos porque no alborota, es la más numerosa, fecunda y generosa.
El hecho de que la Patria grande, fuerte y generosa que venimos creando es a esas generaciones a la que más va beneficiar.
(2-X-1957: Declaraciones al director de la Agencia EFE.)