Pensamiento de Franco. Las metas alcanzadas de la Revolución Nacional. Examen de los Puntos Programáticos del Movimiento

Existen, sin embargo, en nuestras filas quienes, ignorantes, inquietos o hipersensibles en su ambición de llegar pronto a las metas, ignoran las realidades y desconocen lo que en orden a la ejecución de la revolución nacional se ha alcanzado. No cabe duda que la táctica de sembrar dudas y desconfianzas en nuestras filas alcanza algunas veces algunos resultados. No resisto por ello, en servicio de la verdad, a la tentación de analizar el grado en que en estos veinte años hemos servido a la realización de los puntos programáticos de nuestro Movimiento y que, sin duda, constituirá para algunos motivos de sorpresa. 

Los primeros puntos proclaman principios, como el primero: que acusa la fe en la suprema realidad de España y que a fortalecerla, elevarla y engrandecerla han de plegarse todos los intereses; el segundo establece nuestra proyección  en el mundo y nuestro acercamiento a las naciones de Hispanoamérica; el cuarto pide para nuestros Ejércitos la dignidad que merecen y que un sentido militar de la vida informe la existencia española, y el quinto, enuncia la futura proyección marinera de nuestra Patria y pide una gran potencia marítima para el peligro y para el comercio. 

En cualquiera de estos ideales, ya sea en la política espiritual hacia el mundo hispánico, como en la dignificación de nuestras fuerzas armadas, o en las atenciones que una política naval demanda, creo venimos superando todas las aspiraciones de los más exigentes. El que un sentido militar de la vida haya de informar toda la existencia española, nos señala deberes de lealtad, disciplina y obediencia, que hemos todos de cuidar. 

El sexto establece la participación en las funciones del Estado a través de la función familiar, municipal y sindical, y propugna la abolición del sistema de partidos políticos con todos sus vicios; el séptimo define la libertad y la dignificación del hombre y señala que una disciplina rigurosa impida todo intento dirigido a desunir a los españoles o moverlos contra el destino de la Patria, y el octavo garantiza y protege la acción de la iniciativa privada compatible con el interés colectivo. La fidelidad a estos principios no ha podido ser más fielmente practicada. 

El noveno establece la organización corporativa de la sociedad en Sindicatos verticales de productores, subordinándolos al interés de la economía nacional, y el décimo repudia el capitalismo y el marxismo y propone el atraer a las clases laborales a la participación en la gran tarea del Estado nacional. 

La marcha en nuestra organización sindical responde a estos principios y su intervención en la vida económica, laboral y social de la nación marcha paralela a su perfeccionamiento y capacitación. Su intervención en los proyectos de ordenación económico social de las provincias, recogiendo sus anhelos y necesidades, puede señalarse como ejemplar. Es nuestro propósito que progresivamente, y al compás del perfeccionamiento de su organización, puedan traspasárselas muchas de las funciones que por las circunstancias de excepción en que hemos vivido han tenido que asumir los Ministerios, para que la vida sindical pueda alcanzar toda la importancia y trascendencia que le corresponde. La colaboración que hasta ahora ha venido manteniendo con los Ministerios económicos y laborales ha sido de lo más provechosa. 

El undécimo condena la lucha de clases y la anarquía en el régimen de trabajo; el duodécimo subordina la riqueza al interés común de mejorar las condiciones de vida de los españoles; el decimotercero reconoce la propiedad privada y le ofrece protección contra los abusos del gran capital financiero, de los especuladores y de los prestamistas; el decimocuarto defiende la tendencia a la nacionalización del servicio de Banca, y mediante las corporaciones, a la de los grandes servicios públicos; el decimoquinto determina el derecho al trabajo y las obligaciones de las entidades públicas frente a los que se hallan en paro, y el decimosexto establece el deber del trabajo para todos los españoles no impedidos. 

Como veis, todos estos puntos vienen siendo servidos por la legislación española y el Fuero del Trabajo promulgado en Burgos durante la Guerra de Liberación ha llenado las lagunas que no podían preverse cuando se concibieron y redactaron aquellos puntos. Todos los intereses de la nación se encuentran hoy subordinados al servicio del interés general y de la economía, y las leyes sociales promulgadas en estos veinte años vienen a constituir un completo de doctrina que nos pone a la cabeza de los países más adelantados. El que el estado de la riqueza nacional y los imperativos de  su economía no permitan en determinados aspectos un ritmo más rápido no es culpa de los que echaron sobre sus hombros la dura tarea de transformar a España. 

El decimoséptimo se encara con el compromiso de llevar a cabo la reforma económica y social de la agricultura; el decimoctavo establece los medios para enriquecer esta producción: precio mínimo remunerador, crédito agrícola que le redima de la usura, difusión de la enseñanza agrícola y pecuaria, ordenación del as tierras por razón de sus condiciones, protección a la agricultura y la ganadería, intensificación de las obras hidráulicas y racionalización de las unidades de cultivo. 

Todos los extremos que estos puntos abarcan han sido superados por la política agronómica de nuestro Régimen, y aunque en algunos momentos las alteraciones de los precios en algunos productos perecederos produzcan depresiones, en cuanto pueda estar en la mano del Estado la solución, la atención a las necesidades del campo aparece siempre en el primer plano. El Servicio Nacional del Trigo redimió en su día el área grande del campo español de la especulación sobre los cereales, y los otros, que para fomento de los cultivos se han ido constituyendo al correr de estos años, vienen asegurando a las producciones más importantes un precio mínimo remunerador. 

El Crédito Agrícola ha sido una de las obras predilectas del Régimen. El Estado, haciendo uso de su derecho de dirigir y orientar el crédito, derivó hacia este servicio una parte importantísima de los créditos bancarios, y hoy tiene el labrador el crédito al más bajo interés que jamás ha conocido. 

La racionalización de las unidades de cultivo y la concentración parcelaria, así como la expropiación y la parcelación de fincas cuando la urgencia del interés social lo demanda, demuestran la atención primordial que el estado ha dedicado a estos problemas. 

El punto decimonoveno abarca la nueva distribución de la tierra cultivable para instituir la propiedad familiar y la redención de la miseria de los que viven sobre suelos estériles. 

La creación del Instituto Nacional de Colonización nos proporcionó el instrumento para la realización de ese desiderátum de la política agraria. La obra de grandes y pequeños regadíos, transformando tierras estériles en vergeles, y su parcelación y colonización han permitido enfrentarse con el problema de la distribución de la tierra en forma trascendente y práctica. No es distribuyendo los suelos estériles como se puede satisfacer la elevación del nivel de vida de los campesinos, sino ofreciéndoles tierras de producción segura, transformada por el esfuerzo del Estado en huertas ubérrimas. Sólo cuando un problema social surge, es cuando el Estado, aplicando la ley de expropiación por interés social, resuelve los problemas del secano. No es un capricho el sistema establecido, pues el valor de las tierras de secano necesarias para sostener una familia y los aperos de labranza para llevar a cabo en buena forma su cultivo, es varias veces superior al que requiere la transformación y gastos de una finca ideal de regadío, con la agravante de que el secano se acaba fracasando y el regadío le lleva siempre a puerto seguro. 

El punto vigésimo mira la repoblación forestal, estableciendo, si fuera preciso la movilización temporal de la juventud española, el vigésimo primero establece que el Estado podrá expropiar sin indemnización las tierras cuya propiedad haya sido adquirida ilegalmente, y el vigésimo segundo enfoca la reconstrucción de los patrimonios comunales de los pueblos. 

La repoblación forestal que el régimen ha emprendido va mucho más lejos de lo que alguien pudo imaginar. Las 160.000 hectáreas que en el año último se han repoblado rebasan los cálculos más atrevidos. Podemos decir que en España existe trazada una verdadera política forestal sólo limitada por las posibilidades presupuestarias y por la ausencia de brazos de algunos lugares. Mientras éstos no falten, no es necesaria la movilización temporal de la juventud con este designio, pues mermaría las disponibilidades para dar trabajo en repoblación en las épocas de paro estacional del campo. 

El punto vigésimo tercero señala la obligación de inculcar, con el orgullo de la patria, un espíritu nacional fuerte y unido en las futuras generaciones, y el vigésimo cuarto, el que no se malogre ningún talento por falta de medios económicos, facilitando el acceso a los estudios superiores. 

La inquietud manifestada por el Régimen en favor de la cultura, la extensión a grandes zonas del campo español de los Institutos de segunda enseñanza laboral, las campañas contra el analfabetismo, los créditos movilizados para terminar de una vez con el atraso secular de la falta de escuelas, la atención prestada a la remuneración de los maestros, la multiplicación de becas y de Centros de formación profesional señalan una inquietud sin precedentes en el logro de aquellos objetivos. 

El punto vigésimo quinto incorpora el sentido católico a la reconstrucción nacional y establece el que la Iglesia y el Estado concuerden sus facultades. 

Así ha sido. No creo sea necesario detenerse en el renacimiento espiritual de nuestra Patria y en la parte importante que el Estado y el Régimen han tenido en crear en la nación clima tan favorable. 

El vigésimo sexto pide un nuevo orden enunciado en los anteriores puntos; establece que la vida es milicia y ha de vivirse con espíritu acendrado de servicio y sacrificio. 

Este rápido repaso a los puntos del Movimiento demuestra cómo han sido superados en el correr de estos veinte años. No caben, pues, los equívocos y que nadie, en un sentido derrotista, evoque puntos que demostraría desconocer. Al lado de ellos el Régimen de Cruzada ha creado otros nuevos horizontes e ideales. Ha realizado en todas las provincias españolas estudiaos de ordenación económico social que han permitido conocer las necesidades de cada una de las comarcas y los problemas que a ellas eles afectan, y con la aportación de Ayuntamientos, de Corporaciones, de Hermandades de Labradores y de Técnicos y particulares, que recogidas por el Estado, se integran en los planes de los distintos departamentos ministeriales. 

Muchos otros son los campos en que el Régimen viene demostrando su fecundidad y que ha abierto horizontes nuevos a nuestro Movimiento, y entre los que destacan la creación del Instituto Nacional de Industria, del de Investigaciones Científicas, del de la Vivienda, del Patronato Nacional Antituberculoso, Institutos de Segunda Enseñanza laboral, Universidades Laborales, Escuelas de Aprendices, instalaciones del Seguro de Enfermedad y tantos otros que sería prolijo enumerar y que representan inquietudes nuevas que sumar a las hasta ahora programadas. 

(17-VII-1956: Madrid. -Consejo Nacional del Movimiento.) 

 


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