Pensamiento de Franco. Contra la decadencia y mediocridad

Esto quiere decir que aquel espíritu de nuestro Movimiento, de no conformarnos con la decadencia y la mediocridad y la aspiración legítima de dar a nuestros hombres una vida y un bienestar como podía tener cualquier europeo, se encuentra en camino de realizarse. 

Yo justifico y comprendo que bajo la realidad política en que se ha desenvuelto la vida de España durante cincuenta años tuvieran naturalmente que existir todos los abandonos, los pesimismos y la falta de fe de las generaciones que los sufrieron. Cuántas veces sucumbieron ideales y afanes de tantos empresarios españoles ante la inestabilidad de la línea política del país, paralizado por las luchas intestinas a que el sistema nos arrastraba; cuántas empresas paralizándose se comieron a sí mismas y perecieron sus capitales porque el espíritu del país, por su estado político, no permitía el desarrollo de ningún plan ni de ninguna ilusión. Esta es la revolución nuestra: establecer una continuidad y demostrar a los españoles dónde está el camino de su grandeza. Y todo esto que se inició en 1939 con nuestra victoria, está en marcha, como veis, en marcha esplendorosa. 

Esto no podrá ser jamás obra de una generación de pesimistas, sino de optimistas. Todo esto no cabía en la cabeza de las generaciones que nos precedieron; todo esto requiere fe e ideales para definirlo y tenacidad y entusiasmo para emprenderlo: Si pensamos y obramos así, nos pasará como a Suanzes, que todo esto resultará pequeño para nuestros afanes. 

Si aspiramos a una España mejor, no se puede hacer conformándonos con continuar siendo uno de los países de nivel de vida más bajo entre los de Europa; máxime si nuestros hombres demuestran en tantos campos que están a la altura de los de cualquier país. Tenemos ingenio, tenemos brazos, tenemos fortaleza, y si nosotros nos mantenemos en unidad y disciplina y no desertamos de estos afanes, nos serán pequeñas todas estas instalaciones y todos los sacrificios para el logro de la España mejor. 

(25-IX-957: En la Siderúrgica de Avilés. -Asturias.) 

 

 

 

 

 

 


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