Pensamiento de Franco: El Estado social y la función del sindicalismo.

Todo esto lo conocen perfectamente los que desde el exterior pretenden explotar esos residuos anteriores y la deficiencia de las relaciones humanas dentro de las grandes empresas, para intentar perturbar por todos los caminos las relaciones laborales. Ello nos acusa la necesidad de que las Sociedades Anónimas, cuánto mayores sean, más necesitan el cuidar la intensificación de esas relaciones humanas y que los trabajadores tengan conocimiento perfecto de su situación económica, de sus necesidades y de sus proyectos.

Cuando un Estado se proclama social y su doctrina se orienta a lograr el bienestar máximo para sus componentes, los conceptos se aclaran completamente. Así, bajo el imperio de un sistema de Gobierno que se desatendía de los problemas sociales y se declaraba indiferente frente a la lucha de clases, el organizarse para esa batalla constituía una necesidad política legítima de aquellos tiempos y las posiciones entonces adoptadas nos parecían legítimas; pero cuando existe un Estado social y se movilizan todas las posibilidades de arbitraje y de justicia, abriendo un cauce legal para resolver las diferencias que se presenta en la vida del trabajo, las alteraciones laborales viene la constituir un perjuicio grave para el bien común, un daño para la sociedad y una grave lesión para la Patria. Por otra parte, la legislación y el perfeccionamiento del Derecho social representan un adelanto considerable en la concepción de la justicia laboral, antes abandonada al criterio antisocial de la justicia por mano de las sociedades primitivas.

Todo esto forzosamente tenía que cambiar el sentido de los viejos Sindicatos, que de constituir un arma de lucha, han pasado a ser el cauce ordenado para la convivencia y la realización de las aspiraciones de las clases productoras y que por su representación permanente los Ayuntamientos, Diputaciones y Cortes de la Nación les permite influir eficazmente en toda la vida pública.

Está elevación y dignificación del Sindicato, que permite a las fuerzas productoras de la Nación el hacerse oír en la resolución de los problemas que pueden afectarlas, tendrán tanto mayor virtualidad cuanto la actividad sindical avance y la extensión de la cultura nos ofrezca hombres cada día más preparados para esa gran tarea de levantar la Patria y administrar la justicia entre sus clases. Para nosotros, una gran parte de la libertad del hombre descansa precisamente en la extensión de su cultura.

Francisco Franco Bahamonde

(8-VII-1962:  Cortes Españolas. Inauguración VIII Legislatura)


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